El carisma es uno de los elementos más valiosos de todos aquellos relacionados con la personalidad y las relaciones sociales. Sin embargo, no es fácil llegar a un punto en el que se domina totalmente lo que puede volvernos carismáticos. A fin de cuentas, hablar con los demás, expresarse para conectar con alguien, es complejo.
En este artículo repasaremos varias maneras de potenciar el carisma a partir de los fundamentos de las relaciones sociales significativos.
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Potenciar el carisma a través de hábitos
Sigue estos pasos para empexar a entrenar tu carisma en el día a día.
1. Duerme bien y come bien
Parece un detalle sin importancia, pero este paso es básico. A no ser que seas una persona con un nivel de energía muy alto, no vas a poder dar tu mejor versión en las relaciones sociales si siempre sufres los efectos de la fatiga y del sueño.
Si el cansancio te domina, de manera natural y espontánea tenderás a adoptar una actitud pasiva, tanto en lo físico como en lo psicológico. Tu lenguaje no verbal expresará mucho menos, y tu manera de gestionar las conversaciones será mucho más conservadora de lo normal: mantendrás un perfil bajo y discreto para que sea la otra persona quien lleve la iniciativa, tan solo por algo que te ocurre a ti y aunque el interlocutor o interlocutora ni siquiera pretenda ser la parte dominante de esta relación.
Así pues, mantener unos estándares de vida saludables en lo fundamental es algo que nos permitirá estar al 100% en esta clase de interacciones sociales. Parece que no, pero aunque técnicamente hablar y relacionarse con otros no sea un deporte, es algo que requiere mucha energía si se hace bien. A fin de cuentas, el cerebro es un conjunto de órganos que consumen una gran parte de los nutrientes disponibles en nuestro organismo, y comunicar y adaptarse en tiempo real a lo que hace el otro es una tarea que requiere atención constante.
2. Libera tus manos
Uno de los errores garrafales que cometen muchas personas a la hora de relacionarse consiste en creer que hablar consiste simplemente en utilizar la voz y mover la cabeza. Meter las manos en los bolsillos o cruzarse de brazos son los síntomas más claros de que se ha caído en esta trampa.
Algo tan simple como obligarse a uno mismo a tener siempre las manos libres nos hará ganar soltura a la hora de dominar este aspecto tan básico de la comunicación no verbal. Una vez hecho esto, es más fácil que el resto de componentes no verbales de la expresión se vayan liberando.
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3. La importancia del contacto visual
Al hablar, es muy importante mirar a los ojos. Esta es “la columna vertebral” de la parte no verbal de las conversaciones, el fundamento desde el cual se construye todo. Sin embargo, no te obsesiones con estar mirando justamente a los ojos, ya que esto solo te dará nervios. Es mejor limitarse a procurar no mirar al suelo, al pecho de la persona o a los lados. De esta manera, de manera natural las dos miradas se encontrarán de manera no consciente, sin que nos demos cuenta.
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4. Cultiva tu mundo interior
Si tuviésemos que reducir al mínimo el significado del concepto de carisma, esa definición sería algo así como: el hecho de tener personalidad y saber expresarla de manera clara y distintiva. En el fondo, cada persona con carisma lo es a su manera, ya que hay prácticamente infinitas maneras de serlo. Hay un elemento común a todas ellas, pero también hay algo único.
Para poder mejorar el carisma, pues, resulta imprescindible llegar a desarrollar una filosofía de vida propia y, en general, un bagaje cultural que haga más fácil conectar fácilmente con muchos tipos de personas. Saber de música permite relacionarse mejor con algunos, saber de psicología ayuda a conversar con otros… Por eso, los libros y en general todos los productos culturales se convierten, de esta manera, en medios a través de los cuales llegar a más gente, y de una manera más profunda.
5. Interésate por lo que emociona al otro
Esto es algo tan importante como sencillo. Para potenciar el carisma, la comunicación que establecemos con el resto de personas tiene que basarse en cosas con significado. Preguntar no por el trabajo, sino por proyectos, no por los estudios, sino por las áreas de intereses… en general, hacer que la otra persona explique pequeñas historias sobre su vida que significan mucho para ella. El simple hecho de recordarlas y explicárselas a alguien hace que se consigan dos efectos.
Por un lado, nuestro interlocutor o interlocutora pasará un rato agradable siendo el centro de atención a la hora de contar algo en lo que es la máxima autoridad; hay que ser muy tímido para que el sentimiento de vulnerabilidad supere a las ganas de expresar algo acerca de lo que nos motiva.
Por otro lado, esta clase de conversaciones son una excelente manera de crear una conversación fluida, que no se limite a ser una sucesión de preguntas y respuestas monosilábicas. Además, al hablar acerca de aspectos relevantes y que tienen que ver con la filosofía de vida de cada uno da pie a hablar intercambiando opiniones y mostrando la percepción de la realidad de cada uno. Es el contexto ideal para plasmar nuestra personalidad, combinada con lo que vimos en el punto anterior.
6. No olvides los nombres
Otro pequeño truco para ganar en carisma es simplemente recordar el nombre de aquellas personas con las que nos hemos relacionado y, a poder ser, aquellas cosas importantes sobre sí mismas que nos han explicado. Es, en definitiva, otra manera de demostrar que aquellas conversaciones del pasado fueron algo con valor real, algo que merece ser recordado.
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