Nos encontramos inmersos en la llamada “era de la comunicación”. La tecnología avanza a pasos agigantados para intentar dar respuesta a nuestras demandas comunicativas y encontramos cada vez más aparatos que nos facilitan dicha labor: teléfonos inteligentes, ordenadores, tablets,…
Cada día contamos con más recursos para hacer llegar un mensaje a otras personas, pero a pesar de toda la ayuda tecnológica, transmitir adecuadamente un mensaje no resulta una tarea sencilla. Comunicar mejor se vuelve cada vez más confuso ante tantos canales tecnológicos a través de los cuales expresarse.
Pensemos por un momento en profesionales sanitarios, psicólogos, policías, trabajadores judiciales o personas que trabajan con colectivos desfavorecidos que, en alguna ocasión, en el desarrollo de su profesión, pueden verse obligados a comunicar una información que no es fácil de trasladar a otras personas. ¿Serían capaces de transmitir un mensaje sin dejar parte de sí mismos en él? O, aún más importante, ¿Qué ocurriría si sólo prestaran atención al mensaje y no valoraran el resto de elementos de la comunicación?
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La comunicación es más que palabras
Comunicar es más que decir algo, implica mucho más que meras palabras. Seamos conscientes de ello o no, no sólo es relevante el mensaje que queremos transmitir, también lo es la forma en que transmitimos dicho mensaje. Comunicar incluye varias acciones a la vez: cercanía, capacidad de escuchar, de mostrar empatía y comprensión.
El especialista en comunicación hace uso de su lenguaje corporal para favorecer que el mensaje llegue adecuadamente al receptor y, son estos recursos corporales los que le confieren un adecuado sentido e importancia al discurso.
Por un lado, contamos con el lenguaje no verbal (postura al hablar, movimientos mientras se habla, expresión facial y contacto visual, entre otros muchos elementos) y, por otro, disponemos de los elementos paraverbales del lenguaje (entonación de la voz, pausas o énfasis al hablar, ritmo con el que pronunciamos nuestro discurso, silencios, timbre y volumen de la voz, etc.) que favorecen la expresión de nuestra actitud, sentimientos y emociones al respecto.
La comunicación paraverbal motiva al receptor y le ayuda a estar atento al discurso, permitiendo, de este modo, que éste procese la información y favoreciendo el cambio de turno en los hablantes.
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Consejos para comunicar mejor
Para mejorar tus competencias comunicativas, pues, debes tener en cuenta que la comunicación es mucho más de lo que dices a través de las palabras. Estas son algunas claves que te ayudarán a progresar.
1. Mantén una postura relajada y distendida
Cuando estamos tensos la persona que debe recibir el mensaje lo percibe y responde a nuestro estado poniéndose en alerta. Para ello, echa los hombros hacia atrás, no cruces los brazos (suele resultar agresivo para el receptor), mira a los ojos y, sobre todo, muestra una sonrisa amable, ayudará a relajar el ambiente.
2. Escucha
Igual de importante que el mensaje que se debe transmitir, son los sentimientos e inquietudes que éste genera en la persona que escucha. Si no permitimos que el receptor se exprese, la comunicación se deteriora. Haz que la otra persona se sienta comprendida, escuchada y válida.
3. Usa un tono de voz suave y pausado
Sobre todo, ante noticias difíciles o que pueden generar reacciones violentas, es fundamental mantener un tono de voz calmado y suave, que facilite la comunicación y ayude a la otra persona a calmarse y escuchar el resto del mensaje.
4. Sé concreto, honesto y sincero
No des rodeo para transmitir la información, el receptor percibe la reticencia a dar el mensaje y aumenta su preocupación, dificultando la comunicación. Si el receptor percibe que le transmites la información de forma directa y sincera agradecerá el gesto.
5. No juzgues
Es fundamental que el receptor no se sienta juzgado durante el discurso, cuida tus palabras y el lenguaje no verbal y paraverbal. Mejorar la comunicación también consiste en hacerla más fluida, y esta clave te ayudará a ello, eliminando barreras.
6. Pregunta si no entiendes
La calidad del discurso depende de saber qué se nos está pidiendo. Así mismo, es fundamental permitirnos reconocer que hay veces que no vamos a poder dar una respuesta correcta o adecuada porque escapa a nuestro control o conocimiento. Eso también nos ayuda a mostrar una imagen de cercanía que favorece la comunicación.
7. Evalúa tus sentimientos
Cuando nos vemos abocados a dar un mensaje con el que no estamos de acuerdo o que nos genera malestar, transmitimos estos sentimientos al receptor, pudiendo transferirle a éste dichas emociones.
8. Destaca aspectos positivos
Resaltar aspectos favorables y, sobre todo, acabar el discurso con estos aspectos, ayuda a empoderar al receptor para afrontar la situación en la que se encuentra.
Un mismo mensaje, millones de posibilidades
Un mismo mensaje puede tener infinidad de significados diferentes, cuando lo transmitimos estamos otorgándole una parte de nosotros. Cada mensaje lleva consigo un sello personal inherente a la persona que lo transmite y que hace, que se convierta en único en manos de personas diferentes.
Si retomamos el ejemplo de los profesionales que se encuentran con la difícil tarea de transmitir información sensible a otras personas, podemos llegar a entender la importancia que tiene una buena comunicación y lo imprescindible que resulta que el emisor cuide los aspectos no verbales de su comunicación, para que éstos acompañen y enriquezcan el mensaje que se está transmitiendo.
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