Viviendo en sociedad, parece que una cosa está clara: las personas somos seres sociales, y necesitamos de conexiones personales en nuestro día a día. Nos guste más o menos, tenemos la necesidad de conectar y mantener contacto con otras personas para un bienestar emocional y psicológico. En palabras de especialistas en Psicología, el apoyo social es uno de los mayores predictores de salud mental.
Pero, ¿hay alguna receta para mantener relaciones satisfactorias con otras personas, pase lo que pase? ¿Podríamos decir que existen “ingredientes” para las relaciones saludables? Lo cierto es que cada persona y cada conexión que generamos es diferente y, por tanto, tiene características singulares. No podríamos decir que existen conductas o componentes que harán que nuestras relaciones sean saludables al 100 por cien, pero sí existen diferentes factores que las promoverán más que otros.
Uno de estos es, sin duda, la sinceridad. Mantenerse sincero y transparente con las personas que nos rodean es fundamental para promover la confianza mutua y saber que esa persona estará para ti, y que los problemas podrán solucionarse de forma más sencilla. Cuando no somos sinceros y ocultamos información o mentimos a nuestras relaciones, las construimos bajo unos cimientos inestables y que, en cualquier momento, se desmoronarán. En este artículo, vamos a reflexionar principalmente en torno a esto: ¿por qué es la sinceridad un componente tan importante para las relaciones saludables y satisfactorias? Nuestro objetivo es conocer el impacto concreto de la sinceridad en nuestras conexiones sociales y darnos cuenta así de la importancia de promover esta actitud.
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¿Qué es la sinceridad?
Para empezar, debemos profundizar en el concepto de sinceridad para comprender la relevancia de esta actitud y su influencia en nuestras relaciones sociales. La sinceridad, en esencia, significa ser claro y real en nuestra comunicación con otras personas en torno a lo que pensamos, sentimos y creemos. Ser sincero con nuestras relaciones sociales implica comunicar con verdad nuestras opiniones, no mentir ni ocultar información y así, hacer que las personas con las que nos relacionamos confíen en nosotros y nuestra palabra.
Cuando somos sinceros, no se nos pasa por la cabeza ocultar algo que queremos comunicar a las personas con las que nos relacionamos. Por ello, la sinceridad facilita en gran medida la resolución de conflictos tanto en las relaciones familiares o de pareja como en las amistades, porque establece un espacio en que ambas personas pueden comunicarse y expresarse sin miedo a las opiniones de las otras personas. Al relacionarnos con una persona que sabemos que es sincera con nosotros, tenemos la certeza de que es real con sus sentimientos y expresión afectiva, por lo que no dudamos de la relación y es, por lo general, una fuente de bienestar y estabilidad emocional.
Si bien es cierto que ser sinceros tiene unos beneficios muy concretos y reales en nuestras relaciones sociales, no siempre es fácil darse cuenta de su influencia y de ser capaces de desarrollar esta actitud en todas las situaciones a las que nos exponemos. En muchas ocasiones, existen situaciones inestables, problemáticas o inesperadas en las que se complica mantener la sinceridad a toda costa, y no por ello debemos castigarnos o autoflagelarnos. Debemos tener en mente que la sinceridad puede desarrollarse poco a poco y a lo largo del tiempo, y que aprender a ser mejor persona, tanto para nosotros mismos como para las personas que nos rodean, es un proceso largo y que puede ocupar prácticamente toda nuestra experiencia vital.
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La importancia de tener relaciones sanas
Una vez tenemos clara la importancia de la sinceridad en las relaciones, antes de pasar a desgranar de qué forma esta impacta de diferentes formas en nuestras conexiones sociales, vamos a reflexionar sobre por qué es tan importante mantener relaciones saludables. Las relaciones sanas son aquellas en las que ambas personas pueden expresarse y proyectarse con genuinidad, sin miedo a ser juzgado o sin que exista la posibilidad de caer en actitudes tóxicas, manipuladoras o dañinas.
Mantener relaciones sanas es un predictor indispensable de la salud mental y el bienestar emocional. Cuando contamos con personas con las que poder pasar tiempo de calidad, expresar nuestros problemas y preocupaciones y vivir momentos positivos significativos que recordaremos siempre es un componente fundamental de la vida social y de la experiencia vital, en general.
Hay diferentes formas de cultivar este tipo de relaciones, y existen muchos componentes y actitudes que interfieren en ellas. La sinceridad es, como venimos comentando, fundamental para estas. En el resto de secciones de este artículo exploraremos en más profundidad de qué manera las conductas derivadas de ella impactan en nuestras conexiones interpersonales.
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Los efectos de la sinceridad en las relaciones
A continuación, comentaremos diferentes formas en las que la sinceridad tiene un claro impacto positivo y significativo en nuestras relaciones, haciéndonos entender en mayor profundidad la importancia de cultivar esta actitud y afrontar nuestras relaciones con sinceridad y transparencia.
1. Construye confianza
Como ya hemos comentado, la sinceridad tiene la capacidad fundamental de fomentar la confianza interpersonal con las personas con que nos relacionamos. Confiar en la otra persona implica tener la certeza de poder comunicarse con tranquilidad y expresar lo que sentimos y pensamos sin miedo. La confianza es importante para construir relaciones basadas en el respeto y la autenticidad, y nos ayuda siempre a poder contar con otras personas a la hora de comunicar problemas o creencias que puedan ser problemáticas o nos generen dudas o miedos.
2. Fomenta la apertura y comunicación
De forma similar a lo comentado anteriormente, la sinceridad y la confianza abren las puertas hacia un espacio seguro para nuestras relaciones sociales. En estos espacios seguros, podemos tener la tranquilidad y certeza de comunicar nuestras emociones, sentimientos, pensamientos y conflictos con la tranquilidad de que la persona con que nos relacionamos, muy probablemente, nos entenderá. Esto es un componente fundamental de las relaciones sociales saludables, y es que, si no podemos ser sinceros y abiertos con un amigo, eso quiere decir que muy probablemente esa persona no sea tan amiga como inicialmente pensábamos.
3. Facilidad para ser uno mismo
Los espacios seguros que mencionábamos anteriormente también hacen que sea mucho más fácil ser uno mismo. Una relación que fomenta la autenticidad y que no critica aspectos de nuestra personalidad fundamentales para nosotros es un signo de que la confianza de la relación se está desarrollando satisfactoriamente. Cuando somos nosotros mismos, no tenemos miedo de las críticas porque sabemos que, en caso de haberlas, serán constructivas, y que la persona con que nos relacionamos nos estima por cómo somos. Esto es fundamental para, por ejemplo, personas pertenecientes a minorías sociales que pueden experimentar de forma continuada el miedo al rechazo y a la discriminación. Cuando abrimos nuestros brazos a un amigo o persona significativa y le permitimos ser quien quiera ser, estamos generando todo un espacio de libertad y de confianza que, con seguridad, construirá relaciones saludables y estables.
4. Resuelve conflictos de forma constructiva
Siguiendo con lo anterior, como la confianza permite generar espacios de apertura y en los que no nos da miedo expresarnos, solucionar conflictos o debates resulta más sencillo. La comunicación constructiva se adueña de los estilos comunicativos y no existe lugar para la crítica perpetua. En las relaciones cimentadas en base a la comunicación, el miedo a la crítica negativa acaba desapareciendo porque sabemos que, cualquier opinión que tenga la otra persona sobre nosotros, la expresará de forma abierta, sincera y promoviendo a toda costa el bienestar común.
5. Afianzamiento del vínculo
Como hemos dicho, las relaciones que se construyen con confianza y sinceridad, tienen mayores posibilidades de ser sinceras, principalmente por todas las características que hemos mencionado anteriormente. Por ello, esto genera vínculos duraderos y estables en el tiempo, generando espacios en los que nos gusta estar y relaciones con las que disfrutamos y podemos ser nosotros mismos sin miedo al rechazo, la crítica o la mentira.
6. Respeto recíproco
En última instancia, la sinceridad en nuestras relaciones genera espacios de respeto mutuo y recíproco. Tal y como se ha expresado en las anteriores secciones, una relación basada en la sinceridad genera la certeza de que la otra persona nos respeta y nos quiere tal y como somos, por ello, desaparecen los miedos característicos de las relaciones y amistades tóxicas e inestables. Cuando una persona nos quiere y nos respeta como somos, nuestra autoestima se ve también envuelta y asegurada. Esto, a largo plazo, nos hará buscar relaciones que únicamente generen en nosotros este tipo de impacto positivo, huyendo de las relaciones tóxicas y negativas.
Conclusiones
En conclusión, la sinceridad, al cultivar confianza y apertura, emerge como fuerza motriz para relaciones sociales sólidas. Propicia la resolución constructiva de conflictos, promueve autenticidad y genera respeto mutuo. Al compartir pensamientos honestos, se cimentan vínculos duraderos. En conjunto, la sinceridad no solo fortalece relaciones, sino que también crea un terreno fértil para la comprensión, aceptación y crecimiento compartido en el tejido social. Cuando basamos nuestras relaciones en la confianza y la sinceridad, construimos espacios en los que ser naturales y ser nosotros mismos. Esto, en última instancia, es un componente muy importante para nuestro bienestar y nuestra salud a largo plazo.
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