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Psicoterapia Familiar: la Medicina del Respeto en la Familia

Una reflexión sobre la filosofía que hay detrás de la terapia familiar sistémica.

Psicoterapia Familiar: la Medicina del Respeto en la Familia
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Generalmente, al pensar en medicina, podríamos imaginar un dolor alojado en un lugar específico de una persona que debemos combatir. Carl Jung dijo: "Lo que resistes, persiste; lo que aceptas, te transforma". La aceptación no es resignación; es indagación y curiosidad.

Socialmente, estamos programados para luchar contra el cáncer, las adicciones, la delincuencia, la depresión, la ansiedad, el Alzhéimer, la psicosis, el mal comportamiento adolescente o la desconexión en la pareja, y así desperdiciamos energía y recursos valiosos de manera improductiva.

Este camino reduccionista y bélico es desgastante y nos deja atrapados en bucles narrativos: "¿Por qué Pedro es alcohólico? Porque toma demasiado alcohol. ¿Y por qué toma demasiado alcohol? Porque es alcohólico". Las intervenciones desde esta perspectiva son individuales y se enfocan en obligar a que Pedro deje esta conducta, lo cual tiene bajo impacto debido a que muchas veces no existe necesidad de cambio en la persona indicada como el paciente y ocurren múltiples recaídas.

Una mirada e intervenciones interaccionales ofrecen luces, esperanza y aliento en este contexto. Los psicoterapeutas sistémicos abrazamos el síntoma con curiosidad y lo vemos como información valiosa que podemos escuchar, comprender y respetar. Consideramos que el síntoma, cuando cumpla su misión, en el momento oportuno, disminuirá en frecuencia e intensidad de forma gradual, dando paso a una nueva etapa en el sistema familiar y en el desarrollo personal.

El Enfoque Sistémico en Psicoterapia Familiar

En una Psicoterapia Familiar, nos enfocamos en ordenar la estructura del sistema, enseñar a las personas a solicitar sus necesidades de manera clara y respetuosa, evitar triangulaciones (excluir a algún miembro) y acompañar el desarrollo de quienes integran la familia, permitiéndoles diferenciarse y respetarse entre ellos.

Realizamos preguntas interaccionales como: "¿Para qué Pedro bebe alcohol en exceso?" y "¿Cómo podemos saber la función de esta conducta dentro del sistema familiar?". Generalmente, los sucesos posteriores a este síntoma determinan que la persona sea criticada, excluida, infantilizada, postergue la toma de decisiones vitales y reciba atención familiar o institucional, reforzando el ciclo.

Otras preguntas de indagación son:

  • ¿Cómo es que esto acontece?
  • ¿Por qué ahora se intensificó esta situación?
  • ¿Qué evento próximo podría amenazar la situación actual de la familia?" (Incluso algo visto socialmente como beneficioso, como ir a una entrevista laboral, podría amenazar el relato familiar de que Pedro es dependiente del alcohol).
  • ¿En qué momentos Pedro se ha regulado con el consumo de alcohol o ha mantenido abstinencia? ¿Qué hizo en esos momentos?
  • ¿Qué conductas tenían los demás participantes de la familia en los momentos de estabilidad?
  • ¿De qué manera gestiona su dolor cada miembro de la familia?
  • ¿Qué hacen los demás cuando Pedro bebe demasiado alcohol?
  • ¿Cómo es la relación de los demás miembros de la familia entre sí, tanto cuando emerge el síntoma como en los momentos de excepción de la conducta obsesiva con el alcohol en el paciente identificado como el portador del síntoma?

La Diferencia y el Desarrollo

La diferencia hace la diferencia. Hablar de participantes en dinámicas programadas de manera inconsciente (automáticas) en lugar de buscar culpables genera una oportunidad de cambiar realmente algunas conductas y pautas relacionales que contribuyen a que emerjan los síntomas más comunes en los motivos de consulta en salud mental como el bajo rendimiento académico y laboral, las adicciones, infidelidades, violencia intrafamiliar, trastornos alimentarios (anorexia, bulimia), depresión, ansiedad, ataques de pánico, bipolaridad, esquizofrenia, rasgos de trastornos limítrofes de la personalidad (ideación e intentos suicidas, inestabilidad emocional, autolesiones), trastorno negativista desafiante (patrón persistente de comportamientos hostiles y negativos hacia figuras de autoridad), mutismo selectivo (cuando un niño permanece en silencio en la escuela o con extraños, a pesar de poder hablar y expresarse libremente en casa con su familia), enuresis infantil (mojar la cama), tartamudez y síntomas psicosomáticos (donde las emociones se manifiestan en dificultades físicas, como dolor de estómago o taquicardia, sin causa biológica directa), entre otros.

Las personas cuando somos bebés en una primera etapa de la vida dependemos totalmente de nuestra familia o cuidadores, en la niñez comenzamos a explorar y cuestionar, en la adolescencia buscamos la independencia y en la adultez nos enfocamos en producir e intentar cumplir el "check list" social, lo que a menudo genera una sensación de vacío existencial. Por otro lado, muchas personas en la adultez mayor carecen de sentido de vida al dejar el ámbito laboral.

En este contexto, es normal tener dificultades en la convivencia familiar. Estas dificultades se transforman en problemas al intentar llegar a un acuerdo mediante la oposición de dos puntos de vista radicalmente distintos intentando imponerse de manera autoritaria o por otro lado al dejar de poner límites para evitar conflictos, sin embargo, lo que no se dice con la boca se dice con el síntoma.

Tenemos miedo al conflicto ya que no nos enseñaron a negociar y caemos en juzgar o reprimir nuestras necesidades y emociones. Lo esperanzador es que cuando los inevitables roces y conflictos en la convivencia son resueltos de manera respetuosa y clara, se optimizan los vínculos y existen métodos eficientes y eficaces en la psicoterapia familiar para ir gradualmente obteniendo estos resultados.

Lealtades, Mandatos y el Cambio

En este camino, los síntomas cumplen muchas veces, de manera transgeneracional, la misión de aglutinar a la familia. Como resultado, los miembros no tienen espacio para ser individuos, están demasiado fusionados, no hay privacidad, los límites no están claros y la individualidad se ve como una amenaza. Es decir, es una familia "pegada" donde no se fomenta el desarrollo personal ni se respetan los espacios individuales. Además, en consulta se observan dinámicas de:

  • Lealtades familiares invisibles: Expectativas no dichas o patrones de comportamiento que se repiten de generación en generación, como "contratos" que nos atan inconscientemente a los destinos de nuestros antepasados.
  • Coaliciones rígidas: Una alianza entre unos miembros para ir en contra de otros o para mantener un orden establecido, lo que impide la flexibilidad necesaria para el desarrollo y bienestar familiar.

Estas raíces y herencias automáticas e inconscientes que pasan de generación en generación se manifiestan habitualmente en relatos como el miedo al cambio, las narrativas de escasez, y los mandatos como "sé perfecto", "sé fuerte", "complace", o "esfuérzate al máximo hasta desfallecer". Una vez que hacemos consciente lo inconsciente, podemos crear una nueva familia, darnos a nosotros y a nuestros hijos los permisos para flexibilizar estas cadenas de sufrimiento arraigadas en pactos tácitos y explícitos.

Permitirnos equivocarnos para avanzar hacia el éxito en aquello que es valioso para cada uno, sentir las emociones auténticas, escucharnos y determinar qué conducta es conveniente, permitirnos descansar y esforzarnos lo necesario para ser eficientes y jugar, transmitir el respeto, la asertividad, la claridad, el sentido del humor, el afecto y la escucha activa son claves en estas nuevas prácticas.

Armonía, Límite y Conexión

Si una persona en el circuito comunicacional familiar cambia, gradualmente los demás empezarán a modificarse. Los llamados a iniciar el cambio son los padres; los hijos se adaptarán de manera oportuna, como en las prácticas de tai chi colectivas. La armonía y la paz son consecuencia, no un prerrequisito para dar inicio a una nueva etapa.

Es importante disfrutar la vida, comprendiendo los cambios en el ciclo vital familiar e individual, previniendo crisis y aprovechando las oportunidades de desarrollo en las normales dificultades relacionales. Esto se logra avanzando paso a paso en aquello que es valioso, diferenciándonos de nuestra familia de origen. Esto significa separarse emocional y físicamente para madurar y tener independencia, pero manteniendo la capacidad de una conexión emocional con ellos sin perder la identidad personal. De esta manera, se permite y acompaña el proceso para que cada persona pueda crear su propio camino y ser ella misma sin perder los lazos.

Los miembros de la familia son como los puercoespines: si se separan mucho, les da frío, y si se juntan mucho, se pinchan. Existe un punto de equilibrio en el cual conviene que el individuo participe en la interacción familiar de manera flexible.

La familia puede ser una gran medicina en una dosis conveniente a las necesidades de la situación de aquel que presenta el síntoma (niño, adolescente, adulto o adulto mayor). En este camino, es habitual y esperable que ocurran tormentas y vientos, y también es común que el síntoma se deje de presentar en una persona y emerja en otra. El camino de la sanación es: definir jerarquías claras donde los padres puedan guiar de manera respetuosa, optimizar la comunicación para que cada persona exprese sus necesidades y realizar acuerdos que sean cumplidos de forma gradual y flexible.

Rodrigo Cortes Rojas

Rodrigo Cortes Rojas

Psicologo Magister en Terapia Familiar de Pareja e Individual

Profesional verificado
Providencia
Terapia online

Las estrategias eficientes y eficaces, la paciencia, la constancia y el respeto son claves para lograr relaciones familiares asertivas, claras, íntimas, respetuosas, ligeras y sanas, que sean un nutriente para el desarrollo de cada miembro de la familia.

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  • Boszormenyi-Nagy, I. Geraldine, M. Spark, E (2012). Lealtades invisibles: Reciprocidad en terapia familiar intergeneracional
  • Minuchin, S.(1974) Familias y terapia familiar
  • Haley, J. (1991 Terapia de resolución de problemas :
  • Hoffman, L. (1981) Principios de la terapia familiar sistémica
  • Satir, V. (1991) Modelo Satir: Terapia Familiar y Más Allá
  • Berne, E. (1985). Análisis Transaccional en Psicoterapia.

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Rodrigo Cortes Rojas. (2025, octubre 13). Psicoterapia Familiar: la Medicina del Respeto en la Familia. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/social/psicoterapia-familiar-respeto-en-familia

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