La violencia doméstica es una lacra social a la que se le debe encontrar una solución. Lamentablemente, es difícil teniendo en cuenta que muchas personas no se atreven a denunciar, motivo por el cual es difícil conocer con precisión cuántos casos de malos tratos en la pareja hay.
Además de la dependencia económica y el miedo, a esta incapacidad para denunciar a su agresión se le añade el factor compasión. Hay víctimas que, a pesar de recibir malos tratos físicos y psicológicos, no denuncian porque se adaptan a la nueva situación y, además, llegan a sentir comprensión por lo que ha hecho su agresor.
Los casos de violencia son muy complejos y prueba de ello es la existencia del síndrome de adaptación paradójica, una situación similar a la del síndrome de Estocolmo que muchas mujeres y hombres viven con sus relaciones íntimas.
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¿Qué es el síndrome de adaptación paradójica?
El síndrome de adaptación paradójica es un término usado en contextos de violencia doméstica. Este describe un fenómeno que en apariencia parece contradictorio: las personas que son víctimas de agresiones por parte de su pareja también terminan sintiendo que es su agresor quien los protege, estableciendo una relación de compasión y refugio en la persona que les causa malos tratos.
La indefensión aprendida en la que está atrapada la víctima acaba convirtiéndose en el síndrome de adaptación paradójica. Esto, combinado con que en muchas ocasiones las víctimas de violencia doméstica no denuncian por miedo o por dependencia económica, hace que la misma sea reacia a denunciar porque llega un momento en el que se ha “adaptado” a la situación, temiendo que cualquier nuevo cambie la altere y haga que vaya a peor. Terminan convencidas de que no pueden hacer absolutamente nada para cambiar su situación.
La violencia de pareja es una lacra muy común en la mayoría de las sociedades del mundo. En la mayoría de los casos son los hombres quienes cometen las agresiones, pero no debemos ignorar el hecho de que también hay mujeres que ejercen violencia con su pareja, tanto en lo físico como en lo psicológico. Los casos de violencia machista son los más visibles, pero se sabe que los casos de agresión hacia hombres, menos visibilizados, también han crecido.
El síndrome de adaptación paradójica se da en todo tipo de parejas al margen de la identidad sexual y de género de sus miembros. Se da en parejas heterosexuales, en homosexuales y, también, se puede dar en parejas cuyos miembros tengan géneros no binarios. Sea como sea, en la mayoría de los casos la violencia se da en el plano íntimo, no suele ser denunciada a las instancias judiciales ni tampoco es advertida a las organizaciones contra la violencia de pareja convenientes.
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El síndrome y su relación con la violencia de pareja
El síndrome de adaptación paradójica es experimentado por la víctima en una relación amorosa disfuncional. Cabe decir que la violencia de pareja es un fenómeno muy complejo, en el que aparecen un amplio repertorio de sentimientos, pensamientos y creencias contradictorias.
En los mejores casos, la situación lleva a la separación, haciendo que la víctima se libere antes de que escale a más, viendo la víctima que la confianza y el respeto han sido rotos y, por lo tanto, no hay otro remedio que acabar con la relación.
Sin embargo, en otras ocasiones la víctima no consigue liberarse de las cadenas de su agresor. Entre los motivos por los que esto sucede debemos tener en consideración los siguientes tres factores:
- Un miedo intenso que paraliza a la persona y le impide tomar decisiones.
- Percepción de que la situación no tiene escapatoria posible.
- Falta de recursos emocionales y materiales necesarios para liberarse.
Estos tres factores serían los que se darían en un caso típico, aunque no es lo que se da en absolutamente todos los casos.
También hay personas que, aunque aparentemente son independientes y que parece que cuenten con alternativas necesarias para poder escapar de su situación de malos tratos físicos y psicológicos, no huyen de ella y experimentan el síndrome de adaptación paradójica.
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¿Cómo surge este síndrome?
En todas las parejas donde hay violencia desde el comienzo hay un desequilibrio de poder, bien sea económico, social, material o emocional. Es esta situación de desequilibrio la que se considera una condición esencial para que el abuso vaya consolidándose en la relación.
El síndrome de adaptación paradójica es una reacción psicológica de las personas que son víctimas de violencia doméstica y, por lo tanto, implica cambios tanto en lo cognitivo como en lo emocional.
Estas modificaciones se dan con el objetivo de que la persona consiga sobrellevar o sobrevivir a la situación. Al principio se trataría de un mecanismo de adaptación, aunque no sería funcional porque la persona se está adaptando a una situación de la que debería huir, no tolerarla.
Dadas sus características, esta condición psicológica se la relaciona con el síndrome de Estocolmo. En ambas problemáticas, nacen en la víctima sentimientos de amor, atracción y simpatía hacia el agresor. Uno de los motivos por los que sucede esto es que la propia víctima compara el daño perpetrado, el que está sufriendo o ya ha sufrido, con el daño potencial, llegando a la conclusión de que está recibiendo un beneficio, puesto que podría ser mucho peor.
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Las fases de la adaptación paradójica
Como decíamos, el síndrome de adaptación paradójica es consecuencia del maltrato, de un abuso tanto físico como psicológico. Esta situación no ocurre de forma inmediata ni espontánea, sino que se nutre de un largo proceso en el cual podemos identificar cuatro fases:
1. Fase desencadenante
La fase desencadenante tiene lugar cuando se recibe la primera agresión, generalmente de tipo físico. Esto destruye la seguridad y confianza que creía la víctima que le daba el que ahora se ha convertido en su agresor. Se desencadena una situación de malos tratos, de peligro.
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2. Fase de reorientación
Tras darse la fase desencadenante, la víctima siente desorientación e incertidumbre ante el nuevo rumbo que acaba de tomar su relación.
La ansiedad, la culpa, la vergüenza y la tristeza son las principales emociones que manifiesta la persona agredida, sentimientos que hacen que la persona se replantee las creencias que tenía sobre su pareja, en la búsqueda de un nuevo equilibrio que compense el miedo.
3. Fase de afrontamiento
La víctima contrasta los desafíos de la nueva situación con los recursos personales de los que dispone. La depresión y el estrés surgen y aumentan más si cabe. La tolerancia al dolor aumenta, reduciéndose así la sensibilidad. La fase de afrontamiento en el síndrome de adaptación paradójica es en la que aparece la resistencia pasiva.
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4. Fase de adaptación
Finalmente llega la fase de adaptación paradójica propiamente dicha. El deterioro de la relación hace que también se dé un deterioro físico y mental en la víctima, llevándola a someterse progresivamente a las condiciones que le impone su agresor. El sentimiento de inferioridad hace que se llegue a identificar con el agresor en algún punto, e incluso compadecerle.
Una vez se han dado estas cuatro fases se produciría la adaptación paradójica. La víctima termina protegiéndose a sí misma cambiando su conducta y su actitud hacia el agresor. De esta manera, el rechazo inicial hacia lo que su pareja le había hecho se convierte en una especie de súplica de amparo, compasión incluso por lo que le ha hecho. Este síndrome puede ser tan alienador que llega a hacer que la víctima agradezca a su agresor el que no le infrinja más dolor.