La Teoría de la Objetificación: qué es y qué explica sobre la autoestima

La Teoría de la Objetificación habla sobre la percepción del físico como la identidad de la persona.

La Teoría de la Objetificación

En los últimos tiempos cada vez se pone más énfasis en evitar objetificar el cuerpo de las mujeres y se visualiza este fenómeno.

Sin embargo, no todos tienen claro a qué se debe esta conducta, cuál es el origen de esta teoría y por qué es importante de cara a las repercusiones que dicho comportamiento puede acarrear. Con este artículo trataremos de arrojar luz acerca de todas estas cuestiones relativas a este fenómeno. Para ello, veremos en qué consiste la teoría de la objetificación.

¿En qué consiste la teoría de la objetificación?

La teoría de la objetificación se refiere a una percepción aprendida por las mujeres en mayor medida que los hombres, en determinadas sociedades y épocas, destinada a internalizar que, generalmente, los observadores posarán su atención sobre su físico antes que en ninguna otra faceta.

Este fenómeno conduce a la llamada auto-objetificación en las mujeres, que consiste en prestar una atención constante a su propio aspecto, a sabiendas de ese efecto. Esta conducta puede acarrear malestar en estas personas, que estarían sintiendo una presión mantenida en el tiempo para mostrar siempre una imagen aceptable socialmente.

La teoría de la objetificación nos habla de que esa auto-observación continuada, con el consecuente malestar, puede tener repercusiones como síntomas compatibles con la ansiedad, sentimientos de vergüenza al saberse expuesta, observada y evaluada por otros, y una disminución de la autoestima.

Algunos autores apuntan a que estas diferencias entre la percepción de sí mismos entre las mujeres y los hombres, según los criterios de la teoría de la objetificación, podrían explicar algunas de las diferencias entre la prevalencia de algunas psicopatologías, como son los trastornos de la conducta alimentaria, la depresión o alteraciones de tipo sexual.

Una de las causas que podría estar generando dicha conexión podría ser el situar toda o la mayor parte de la auto-percepción en el estado corporal externo, y poco o nada sobre el estado corporal interno, lo que establecería un tipo de disociación sobre esa esfera de la propia salud, pudiendo provocar una falta de consciencia sobre algunos problemas que potencialmente podrían surgir.

Historia de la teoría de la objetificación

Los primeros estudios relacionados con lo que hoy conocemos como la teoría de la objetificación, se realizaron en la primera mitad del siglo pasado, cuando psicólogos y sociólogos de EEUU, como William James o Charles Cooley, investigaron acerca del concepto del yo del espejo.

Lo que esta teoría afirma, en resumen, es que lo que los demás ven en nosotros mismos, tiene un efecto directo sobre nuestra propia auto-percepción. Este mecanismo se daría a través de tres vías. En primer lugar, mediante la percepción que el sujeto tiene de la forma en que las demás personas le ven.

Después, según la forma en que esta persona considera que los otros le están juzgando, en función de lo que han percibido. Y finalmente, por la reacción emocional que la dirección de dicho hipotético juicio le provoca al individuo, pudiendo ser en un sentido positivo (sintiendo alegría, felicidad u orgullo) o bien negativo (sintiéndose culpable, avergonzado o triste).

En ese sentido, se observó una mayor proporción de mujeres respecto a hombres, cuya autoestima mostraba una dependencia de los juicios percibidos por su apariencia física, en cuanto a su atractivo. Por el contrario, a los hombres parecía preocuparles más su eficacia a nivel físico. Esta supone una de las raíces de la teoría de la objetificación.

Pero no es la única. La psicoanalista, Karen Horney, exponente del feminismo en una época en la que no estaba tan extendido (primera mitad del siglo XX), ya afirmaba que la sexualización de la mujer por parte del hombre era una especie de derecho o costumbre recogido y aprobado por la sociedad.

Sandra Bartky, filósofa e investigadora del feminismo, también habló en sus estudios acerca de lo que suponía la teoría de la objetificación. Para ella, el objetificar o cosificar a una mujer, se refería a tomar su cuerpo o alguna parte del mismo como un ente independiente e instrumentalizarlo, e incluso utilizarlo como representación del total de esa persona, de su identidad y de su valor.

Estas aportaciones no han sido las únicas, pero sí algunas de las más importantes que poco a poco han ido conformando lo que actualmente conocemos como la teoría de la objetificación.

Las consecuencias de la cosificación

Una vez hemos explorado las afirmaciones y el recorrido histórico que hay tras la teoría de la objetificación, es necesario ahora profundizar más en las consecuencias que estas conductas pueden acarrear. Ya hemos comentado que la auto-objetificación se da con una mayor intensidad en las mujeres que en los hombres, por lo que van a ser las mujeres las que sufran alguno de estos efectos.

Una de estas consecuencias de la auto objetificación es la fragmentación de la conciencia y por lo tanto la limitación de los recursos mentales para realizar otras tareas. En un estudio se le pidió a los participantes que, dentro de una sala en la que solo estaban ellos y por lo tanto no eran observados por nadie, se pusieran, bien un jersey o bien una prenda de baño.

A continuación, debían realizar unos ejercicios de cálculo matemático. Se observó que no había diferencias entre los hombres que vestían una prenda u otra, pero sí que la había en las mujeres. Aquellas con el traje de baño, rindieron significativamente peor en la prueba. ¿Por qué? Según la teoría de la objetificación, la respuesta sería porque su conciencia estaba anclada en el juicio por su aspecto físico.

Pero no es el único efecto que este fenómeno puede provocar. Otros más generales nos hablan, como ya mencionábamos al principio, de un sentimiento de vergüenza acerca de la propia imagen, más intenso en aquellas personas que caen en la auto-objetificación que en aquellas que no lo hacen. Cabe señalar que esa auto percepción, además, va acompañada de una comparación con los cánones de belleza que imperen en el momento.

El disparador podrá incluso no ser la percepción de la propia persona, sino de otras que sí que parecen encajar en dichos cánones. Por lo tanto, aquella persona (por lo general, mujeres, como ya hemos visto) que se perciba de una manera diferente a lo que dicten las normas sociales de una época y una sociedad determinada, tendrá mayor probabilidad de sentir esa vergüenza.

A la vergüenza podrán seguirle también una serie de síntomas de ansiedad, debido al malestar que la situación le provoca. De esta manera, observamos que la teoría de la objetificación señala, no solo consecuencias físicas en la persona, sino también de tipo físico.

También anticipamos al inicio de este artículo, que esa auto-percepción negativa puede derivar no solo en ansiedad, sino en secuelas relacionadas con un trastorno de la conducta alimentaria, cuyas repercusiones pueden ser realmente graves si esta persona no cuenta con los recursos y la ayuda para hacer frente a la situación y poder superar dicha psicopatología.

Diferencias entre hombres y mujeres

Muchos sectores y estudios insisten en las diferencias significativas que se observan entre mujeres y hombres en cuanto a la teoría de la objetificación. Esto podría reforzar la idea de las grandes diferencias a nivel psicológico que puede haber entre ambos géneros. Sin embargo, autores como la profesora Janet Shibley Hyde, defienden que estas diferencias no existen o al menos son mucho menores de lo que se ha considerado tradicionalmente.

Para esta psicóloga, especialista en estudios sobre género, en realidad hombres y mujeres son mucho más semejantes de lo que algunos estamentos afirman. Es verdad que precisamente en el asunto de la teoría de la objetificación, así como algunos otros fenómenos muy concretos, se observan diferencias, bien en un sentido, bien en el otro.

Pero la realidad es que, en términos generales, son abrumadoramente más las semejanzas que se encuentran entre las mujeres y los hombres que los elementos discordantes que pueden utilizarse para señalar diferencias. Por ello es interesante dedicar esfuerzos a investigar asuntos como la teoría de la objetificación y así lograr datos empíricos acerca del origen de estas escasas diferencias.

Por supuesto, el hecho de que este fenómeno tenga repercusiones negativas sobre muchas personas (que en su mayoría son mujeres, como parecen indicar los estudios), también debería ser un impulso para tratar de encontrar una metodología que permita aliviar dichos efectos.

Referencias bibliográficas:

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  • Slater, A., Tiggemann, M. (2002). A test of objectification theory in adolescent girls. Sex Roles. Springer.

Luis Martínez-Casasola (Madrid, 1988) se licenció en Psicología en la UAM y cuenta con un máster en Psicología Forense por la URJC y el COP de Madrid, así como con una especialización en recursos humanos. Tras varios años de experiencia en la redacción de contenidos web, ahora colabora como divulgador para medios especializados en el ámbito de la Psicología y la salud.

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