La aparición y consolidación de nuevas tecnologías acarrea una mayor dependencia de la sociedad a estas nuevas formas de comunicación social, principalmente entre adolescentes.
Desafortunadamente, los psicólogos señalan que estos nuevos formatos de interrelación han hecho aumentar la cantidad de conductas agresivas en las relaciones sentimentales.
Violencia doméstica en redes sociales
Al respecto, varios estudios realizados por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género estiman que más de un 60% de los adolescentes han sufrido en sus carnes algún tipo de violencia de género mediante el uso de redes sociales o teléfono móvil. Asimismo, el 35% asegura haber recibido mensajes que les han causado miedo y angustia.
«El patrón de agresiones entre jóvenes y adolescentes sigue siendo idéntico a años atrás. Lo importante es “controlar” a la pareja y esto es más sencillo mediante las redes sociales y los teléfonos móviles. Los agresores suelen pedir “pruebas”, ubicaciones y obligan a mantenerse conectada a la pareja», comenta Barroso González, psicóloga de la UAE para mujeres adolescentes víctimas de violencia doméstica de la Dirección General de la Mujer en la Comunidad Autónoma de Madrid.
«Los jóvenes tienen una sensación de riesgo muy pobre y frecuentemente no conciben como conductas de riesgo el consumo de drogas que adquieren a través de internet o contestar a un mensaje de texto en el que se la increpa», advierte. «En nuestra clínica procuramos dejar claro a las jóvenes dos puntos esenciales: que un insulto es violencia, que nadie merece recibirlo y nadie tiene derecho a lanzarlo; y que deben valorar y tomar en consideración sus sentimientos y sensaciones, ya sean de tristeza, malestar o intranquilidad, y dejarse ayudar, cuenten o no con la aprobación de su entorno».
Violencia online
Las víctimas son frecuentemente obligadas a consumir sustancias estupefacientes o a realizar actos en contra de su voluntad. Este control que sufren puede conllevar trastornos adaptativos y depresiones, e incluso ciertos desórdenes en la conducta alimentaria, como vía de escape al intentar encontrar algún tipo de control sobre su cuerpo. En un porcentaje más pequeño, pueden sufrir estrés postraumático. El consumo de bebidas alcohólicas es la adicción más común en estos casos.
La red, facilitador de psicotrópicos
Se ha incrementado el uso de la red por parte de usuarios que quieren expandir o explorar sus límites mediante el uso de sustancias psicoactivas. El mercado que internet ofrece en este sentido es vasto: productos legales e ilegales, adictivos o no. En palabras de la doctora Elena Dengevic, «se trata de nuevos patrones de conducta en internet que pueden llegar a ser constitutivas de delitos. Los productos que se están ofertando en internet son sintéticos, no conocidos gran parte de ellos, y otros que sería difícil encontrar en la calle. Los portales web donde se venden son atractivas, comunes, y a pesar de todo, detrás hay un escenario ilegal, de adicción, que las autoridades están persiguiendo día y noche».
En este sentido, y gracias a que algunas drogas sí son legales en muchos países, «pueden adquirirse a través de la red sencillamente, pagando con tarjeta de crédito o PayPal. Días después, se entrega la mercancía mediante mensajero en el domicilio. No es lo mismo comprar drogas ilegales, pues este hecho sí es un comportamiento delictivo. La problemática trasciende lo sanitario, porque se intenta a diario regular y prohibir estas drogas, pero es inútil porque éstas cambian muy rápido», sentencia Dengevic.
El consumidor tipo se trata de un hombre de entre veinte y treinta años con estudios superiores deseoso de probar nuevas experiencias alterando su conciencia. Cada vez crecen más entre los consumidores habituales las mujeres y adolescentes sin experiencia previa. «Es vital intentar educar para poder prevenir el uso de sustancias ilegales. El hecho en sí no se puede evitar en muchas ocasiones, pero con información y formación en la materia se puede contribuir a un uso responsable. Sería interesante iniciar talleres o conferencias donde se expliciten los riesgos de consumir estas drogas», destaca Dengevic.
Finalmente, se ha indicado el potencial abuso y riesgos que se asocian a estas drogas, las cuales dificultan el diagnóstico de intoxicación por una sustancia en particular, pues en muchos casos el multiconsumo ha crecido. Más aún, conllevan una gran vulnerabilidad para la salud física y mental, ya que a menudo los profesionales son testigos de crisis convulsivas, problemas de corazón e incluso muertes.
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