El término ataraxia hunde sus raíces en el griego antiguo, y significa falta de turbación.
Tiene sentido que se utilizase una palabra para designar algo tan concreto, ya que en la Grecia de la época de Platón, Aristóteles y Alejandro Magno existían escuelas filosóficas que reivindicaban nuestra capacidad para no dejar que nada os afecte. Los estoicos y epicúreos, por ejemplo, practicaban una renuncia a los grandes deseos y a los impulsos ligados a las fuentes fáciles de placer, algo que los asemejaba a monjes de religiones orientales.
La ataraxia es, pues, la ausencia de ansiedad, enfado o confusión. En otras palabras, suele materializarse en forma de tendencia a la calma y la imperturbabilidad.
Sin embargo, el concepto de ataraxia va más allá de la filosofía y las religiones, y se ha ganado un hueco en los dominios de la salud mental.
La ataraxia en medicina y psicología
En ocasiones, la aparición de la ataraxia no se debe a un esfuerzo voluntario por seguir los preceptos de una religión o doctrina filosófica habiendo pasado por una fase de reflexión sobre el tema. Muchas veces, de hecho, la ataraxia hace acto de presencia de manera totalmente indeseada e inesperada, como consecuencia de un accidente que ha producido daños en el cerebro.
Y es que, aunque aparentemente la idea de no enfadarnos ni ponernos tristes pueda resultar atractiva, la ataraxia producida por lesiones tiene consecuencias serias para la calidad de vida de quien la experimenta. Tanto su modo de relacionarse con los demás como su autoimagen cambian radicalmente por el hecho de mantenerse involuntariamente en un estado de eterna imperturbabilidad.
La ataraxia vista desde lo neurológico
Esto puede parecer extraño, pero es totalmente lógico: nuestro cerebro no solo es el conjunto de órganos que hace posible la consciencia, la capacidad para planificar y pensar lógicamente o el uso del lenguaje, sino que también es la base de todos los procesos en los que se basan nuestros estados emocionales. Eso significa que si ciertas partes del encéfalo humano empiezan a fallar, algunos aspectos de nuestra vida emocional pueden quedar alterados, mientras que el resto de funciones de nuestra manera de ser permanecen más o menos inalteradas.
Al igual que las lesiones cerebrales hacen que se muera solo una parte del encéfalo y no todo, lo que queda alterado después de un accidente de este tipo es solo una parcela (más o menos importante) de nuestra vida mental. En el caso de la ataraxia, esta puede deberse a unos fallos en el modo en el que el sistema límbico interactúa con el lóbulo frontal, encargado entre otras cosas de “amortiguar” el impacto que nuestras emociones tienen sobre nuestra conducta a corto y medio plazo.
De este modo, cuesta mucho que un estímulo llegue a cambiar radicalmente el estado emocional de una persona que presenta esta clase de ataraxia; no porque se haya entrenado en ciertas técnicas de meditación, sino porque sus circuitos cerebrales han empezado a funcionar de manera anormal.
¿Cómo son las personas con ataraxia médica?
La ataraxia patológica se manifiesta a través de estas características principales:
1. Tendencia a la pasividad
Las personas con ataraxia médica difícilmente toman la iniciativa, y se limitan a reaccionar a lo que les ocurre a su alrededor.
2. Ausencia de la aparición de estados emocionales intensos
Independientemente de lo que quiera la persona, no se experimenta ira o ansiedad, pero tampoco se viven momentos cumbre de alegría.
3. Estabilidad emocional inusual
A causa de lo anterior, el estado emocional de la persona parece no depender del entorno: siempre se mantiene más o menos igual.
4. Imposibilidad de frustración
El hecho de que los acontecimientos no desemboquen en las consecuencias positivas que estábamos esperando no produce frustración en la persona.
5. Desaparición del sentimiento de culpa
Es una de las consecuencias más notables de la ataraxia debida a lesiones, por lo menos desde el punto de vista moral y social. La persona con ataraxia médica no se siente afectada por las cosas mala que le ocurren, pero tampoco reacciona al ver cómo sus actos puede perjudicar a los demás.
A modo de conclusión
La ataraxia médica es la imagen especular de cómo sería la ataraxia filosófica llevada al extremo. No solo empeora la calidad de vida de quien la experimenta, sino que también dificulta el establecimiento de una correcta comunicación y de vínculos afectivos con los demás.