La adicción es una enfermedad neuropsicológica que, a medida que va instaurándose en la mente de la persona afectada, hace que esta quede cada vez más encerrada en sí misma. Encerrada en la búsqueda constante de maneras de aliviar el malestar generado por la abstinencia, en la evitación de lugares y situaciones en las que no haya un fácil acceso a las drogas, en la búsqueda constante de dinero para costear el consumo de sustancias, etc.
Teniendo esto en cuenta, puede resultar extraña la idea de que, para superar una adicción, la solución no esté únicamente en intervenir en el individuo y en los procesos psicológicos que empiezan y terminan en su mente, en el funcionamiento de su cerebro. Sin embargo, esa es la realidad, y es por eso que la terapia de grupo es muy útil al ofrecer ayuda profesional a las personas que sufren una adicción. Es decir, que buena parte de los recursos terapéuticos que les ayudarán a recuperar sus vidas consisten en ir más allá de sus experiencias individuales e interactuar con los demás. Veamos por qué.
¿Qué es la terapia de grupo y qué propone?
La terapia de grupo es, tal y como ya queda iniciado en su nombre, una forma de intervención psicoterapéutica en la que participan varias personas a la vez y no hay solo un paciente y un profesional de la salud mental. Pero tampoco debe ser confundida con la terapia familiar ni con la terapia de pareja; aquí, las personas que asisten en busca de ayuda por lo general no se conocen entre ellas, aunque tienen problemas similares.
En el caso del tratamiento de las adicciones, los asistentes suelen experimentar o bien el mismo tipo de adicción, o variantes algo distintas, siempre en el ámbito de los problemas del control de los impulsos y del malestar generado por la abstinencia. A lo largo de las sesiones, que son realizadas de manera periódica (por ejemplo, una o dos veces por semana), los terapeutas actúan como dinamizadores de una serie de actividades que casi siempre giran alrededor de la comunicación, el apoyo mutuo y el desarrollo de habilidades sociales y de gestión emocional.
En la mayoría de los casos, la terapia de grupo es combinada con otros tipos de intervención en el formado de terapia psicológica individualizada, para abordar el problema de salud mental desde varios ámbitos.
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Los principales beneficios de la terapia de grupo para personas con adicciones
Aquí te resumimos cuáles son las principales ventajas y efectos beneficiosos de la terapia de grupo para los casos de adicciones.
1. Ofrece ejemplos y referencias constantes sobre cómo afrontar la adicción
Uno de los aspectos más satisfactorios e ilusionantes que las personas adictas encuentran en las sesiones de terapia de grupo consiste en poder inspirarse en personas que han sido capaces de realizar más progresos que uno mismo y, a pesar de ello, no parecen ser perfectas ni tener capacidades especiales para afrontar la tentación de recaer. Tomar su ejemplo es una manera de imaginarse una versión del “Yo” que ha sido capaz que quemar arias etapas del proceso de superar el trastorno adictivo.
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2. Da la posibilidad de ordenar ideas y expresar emociones
Las adicciones son patologías que produce una gran cantidad de malestar y de motivos por los que sentir frustración, y acumular todas estas experiencias y dejarlas sin ser expresadas puede generar un desgaste psicológico importante. Algo tan sencillo como disponer de personas dispuestas a escuchar nuestros problemas ayuda a ordenar las ideas, a dejar de evitar ciertos recuerdos o pensamientos angustiantes, y en consecuencia, a “domar” mejor el malestar acumulado, al plasmarlo en palabras y delimitando sus implicaciones y su alcance en nuestras emociones, sin exagerarlo ni temer la simple idea de centrar nuestra atención en eso.
3. Crea una red de apoyo
Disponer de una serie de caras conocidas que van acompañándonos en nuestro proceso de superar una adicción ayuda a generar un sistema de fuentes de motivación externas, que nos da más motivos para no recaer. Esto ocurre porque los participantes en la terapia de grupo para casos de adicción aprenden a comprometerse en su propio bienestar, dado que entienden que este está ligado también al bienestar de los demás; a fin de cuentas, todos hacen un esfuerzo grupal por motivarse los unos a los otros, por intentar no darse motivos para estar triste por lo que le ha ocurrido al compañero.
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4. Permite volver a entrenar habilidades sociales destruidas por la adicción
Hay que tener en cuenta que muchas personas que han estado sufriendo los efectos de la adicción llegan a un punto en el que no se sienten capaces de comunicarse de una manera normal con los demás, debido a que han visto romperse muchas de sus relaciones más significativas.
Esta falta de confianza en uno mismo produce un efecto de autosabotaje y de profecía autocumplida: asumen que “por defecto” causan rechazo en los demás y por ello se ponen a la defensiva fácilmente. Por eso, la terapia de grupo les aporta un contexto ideal para volver a desarrollar adecuadamente sus habilidades sociales.
5. Les aporta puntos de vista para gestionar mejor el sentimiento de culpa
Muchas personas que han sufrido una adicción tienen una relación ambivalente con la culpa: o asumen que se merecen todo lo malo que les ha pasado, o culpan a los demás de sus problemas para gestionar la abstinencia. Ante esta tendencia al pensamiento dicotómico, la terapia de grupo es útil para aprender a ver las cosas desde otros puntos de vista. Es decir, para romper con las maneras habituales de interpretar la realidad.
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