La blenofobia es el miedo persistente e intenso a las texturas viscosas. Dichas texturas incluyen, por ejemplo, algunos alimentos, fluidos corporales y la piel de distintos animales. Se trata de una experiencia poco documentada y frecuentemente confundida con una aversión.
En este artículo veremos qué es la blenofobia, cuáles son las condiciones que debe cumplir para considerarse una fobia específica, y en qué casos puede considerarse como una aversión. Finalmente veremos algunos tratamientos para cada caso.
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Blenofobia: miedo a la viscosidad
El término “bleno” se compone del griego “blennos”, que significa “moco”, y de “fobos” que quiere decir “fobia”. En este sentido, la blenofobia puede ser definida como un miedo persistente e intenso a las consistencias mucosas o viscosas. Para ser considerada como una fobia, este miedo debe provocar una respuesta de ansiedad inmediata y desproporcionada; y no debe justificarse por los códigos culturales de la persona (se considera así, un miedo irracional).
Además, para considerarlo como una fobia este miedo debe interferir significativamente las actividades cotidianas de la persona. Es decir, el temor a exponerse a las texturas viscosas generaría tanto síntomas de ansiedad como la evitación constante a dicha exposición.
Algunos ejemplos de texturas a las que hace referencia la blenofobia son la piel del caracol o de un pez, la consistencia de un huevo y de la carne cruda, o los fluidos corporales propios y ajenos. Todos ellos representan estímulos capaces de desarrollar un miedo fóbico.
No obstante, el miedo a la viscosidad no ha sido descrito por la literatura científica como una fobia específica. Es así ya, a pesar de que es bastante común que las texturas viscosas generen rechazo, no es tan común que generen un miedo fóbico.
Con frecuencia este rechazo produce una aversión importante, pero no necesariamente interfiere en las actividades cotidianas de la persona ni desencadena respuestas de ansiedad desproporcionadas. En este sentido es importante recordar que no todas las aversiones son fobias, pero algunas fobias sí pueden acompañarse de distintas aversiones.
¿Fobia o aversión? Síntomas principales
Como veíamos antes, la característica principal de las fobias específicas es el miedo irracional, persistente e intenso, que genera respuestas de ansiedad desproporcionadas. Dichas respuestas se producen ante la activación del sistema nervioso autónomo, que es el encargado de regular las respuestas motoras involuntarias en nuestro organismo. Entre estas se encuentra la actividad visceral, la respiración, las palpitaciones, entre otras.
Así, la respuesta desencadenada ante la exposición al estímulo que causa la fobia genera sudoración, hiperventilación o bien, sensación de ahogo, aumento de la frecuencia cardiaca, disminución de la actividad gastrointestinal. Y en algunas ocasiones provoca náuseas, mareos y ataques de pánico (estas últimas son más frecuentes en las fobias específicas relacionadas con enfermedades).
Además, dicha respuesta de ansiedad interfiere significativamente la vida de la persona, ya que, para evitarla, quien la experimenta genera conductas evitativas y defensivas. Por ejemplo, evitar lugares o circunstancias en donde el estímulo está presente.
Por otro lado, las fobias específicas son consideradas como tal en caso de que el miedo y la ansiedad no puedan ser explicadas por otros cuadros clínicos (como un trastorno obsesivo compulsivo, un trastorno de estrés postraumático o una fobia social).
En el caso de la blenofobia, se trataría de evitar el contacto con cualquier textura viscosa, ya que de otra manera se desencadena una experiencia de ansiedad importante. Esto último no debería poder explicarse por otros medios, por ejemplo, no debe ser una de las manifestaciones de otros diagnósticos donde frecuentemente hay una sensibilidad importante a las texturas.
Por otro lado, una aversión puede ser definida como la fuerte repulsión a tocar, probar o escuchar cosas, ante las cuales la mayoría de la gente es indiferente o que incluso encuentra agradable (Bados, 2005). Se parecen a las fobias en que producen malestar y se generan ante estímulos en concreto.
No obstante, se diferencian en que el malestar no interfiere en la vida de la persona, y también son diferentes en los síntomas generales. Las aversiones provocan escalofríos, palidez, frío, respiración honda y en ocasiones náuseas. Algunas de las más típicas son precisamente las aversiones a las texturas.
Principales causas
Las causas de las fobias específicas son principalmente las siguientes:
- Haber tenido experiencias negativas directas o indirectas con estímulos que tienen alta probabilidad de convertirse en fóbicos.
- Tener menos experiencias positivas con el estímulo, en comparación con las experiencias negativas.
- La gravedad y la alta frecuencia de las experiencias negativas a las que se ha expuesto la persona, ya sea de manera directa o indirecta.
- La preparación biológica (se desencadenan más fácilmente las fobias ante estímulos que ponen en riesgo la integridad biológica).
- La expectativa de peligro se corresponde con la experiencia negativa vivida.
- Formas en las que se ha transmitido la información amenazante sobre el estímulo
- Haber pasado por un proceso de asociación errónea o de condicionamiento supersticioso desencadenado por falsas alarmas.
Por su parte, las aversiones se generan ante el refuerzo de las sensaciones desagradables asociadas con el estímulo, acompañado de un reforzamiento constante de las conductas evitativas relacionada con ello. Aunque no suelen afectar significativamente la vida de la persona, sí pueden generar conductas evitativas constantes, que en casos extremos podrían llevar, por ejemplo, a evitar los mismos alimentos bajo cualquier circunstancia.
Tratamiento
Los tratamientos psicológicos más utilizados para las fobias específicas son la exposición en vivo, el modelo participante, la reestructuración cognitiva, la exploración introspectiva, la exposición por imaginación, las técnicas de relajación, la desensibilización sistemática y el modelado. Este último es especialmente útil en niños y cuando existe la necesidad de enseñar distintas habilidades.
Por su parte, las aversiones suelen disminuir sin necesidad de tratamiento, pero en casos extremos puede recurrirse a una exposición graduada que permita realizar un acercamiento no aversivo con el estímulo.
Referencias bibliográficas:
- Bados, A. (2005). Fobias específicas. Facultat de Psicología. Departament de Personalitat, Avaluació i Tractament Psicològics. Universitat de Barcelona. Recuperado 26 de septiembre de 2018. Disponible en http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/360/1/113.pdf.
- Blenofobia (2018). Fobias.net. Recuperado 25 de septiembre de 2018. Disponible en http://www.fobias.net/Blenofobia.html.
- Etimología de BLENO (2018). Etimologias.dechile.net. Recuperado 25 de septiembre de 2018. Disponible en http://etimologias.dechile.net/?bleno.
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