Vivimos en una sociedad en la que es difícil parar un solo segundo. Cada día tenemos que hacer frente a reuniones en el trabajo, llevar a los niños al colegio, hacer limpieza antes de que venga una visita… situaciones que nos obligan a ser rápidos y mantenernos activos.
Además de todo esto y, sobre todo en el ámbito de los estudios y del trabajo de oficina, tenemos que utilizar dispositivos tales como ordenadores o móviles para mantenernos informados y poder llevar a cabo nuestras tareas. Las luces, junto con otros factores estresantes, son elementos que contribuyen a que nuestros órganos de la visión puedan desarrollar enfermedades e infecciones.
En este artículo vamos a ver cómo el estrés afecta a los ojos, algunos trastornos asociados y consejos para prevenir que ocurran.
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¿Cómo afecta el estrés a los ojos?
Los ojos son órganos muy sensibles. Requieren de constante hidratación y las luces potentes los pueden dañar. Además, ante partículas como arena o polvo se irritan con mucha facilidad y producen incomodidad.
Los problemas del día a día hacen que los ojos puedan desarrollar una respuesta fisiológica cuya intención es la de avisarnos de que algo no anda bien. Si no hacemos caso de esta llamada de atención, los problemas se pueden cronificar.
Veamos algunos de los problemas oculares asociados con elevados niveles de estrés y que suelen producir malestar.
Problemas oculares frente el estrés
A continuación quedan listados algunos de los problemas visuales provocados por elevados niveles de estrés.
1. Temblores en los ojos
También llamados tics o, en el ámbito más profesional, mioquimias. Habitualmente estos tics afectan al párpado inferior y, a veces, al superior.
Se trata de movimientos involuntarios de fibras musculares alrededor de los ojos, concretamente el músculo de Müller, el cual se encarga de elevar el párpado.
Normalmente, estos movimientos se pueden controlar, pero ante situaciones de estrés ocurren de forma espontánea. Los episodios de tics pueden tener una duración variable, yendo desde días hasta semanas.
Los causantes de mioquimias pueden tener un origen químico, como lo son el consumo de sustancias excitantes tales como la cafeína o el abuso de tabaco y alcohol. Una vida desorganizada también puede acarrear como consecuencia temblores en los ojos, como lo es tener unos ritmos de sueños irregulares.
2. Inflamación ocular
Es otra de las consecuencias más comunes del estrés. Una de las causas de este tipo de problema es la maculopatía o coroidopatía serosa central, la cual consiste en la inflamación de la parte central de la retina.
Las inflamaciones oculares pueden ocurrir por desajustes hormonales y bioquímicos, haciendo que los vasos que irrigan a los ojos se inflamen y pierdan impermeabilidad. El líquido va ocupando el espacio entre la retina y la coroides. Esto hace que la mácula se vea afectada, la cual es una parte de la retina que permite ver con claridad. Como resultado se ve una especie de mancha en el centro que impide discernir pequeños detalles.
Este tipo de inflamaciones pueden suponer la pérdida de visión en los casos más graves, aunque por regla general sólo producen visión borrosa y dificultades al leer, y se solucionan al cabo de un tiempo.
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3. Fatiga visual
Llamada también astenopía, es el cansancio que sufren nuestros ojos ante el estrés de la vida cotidiana. Puede ser provocada por llevar muchas horas delante de dispositivos con pantallas, y causa males tales como dolores de cabeza, visión borrosa o doble y dificultades para leer.
Debido a esto la fatiga visual es uno de los problemas asociados al estrés más común entre secretarias, trabajadores de oficina, investigadores y escritores, entre otras profesiones que dedican gran parte de su trabajo utilizando ordenadores.
No se debe confundir fatiga visual con vista cansada, la cual es un deterioro asociado a la edad de la agudeza visual.
4. Inflamación de los párpados
También llamada blefaritis. Suele ser ocasionada por la sequedad ambiental, que habitualmente ocurre cuando se está sometido al aire acondicionado durante largos períodos de tiempo o delante de pantallas.
Este tipo de problema supone picores, sensación de tener arena en los ojos, irritación, enrojecimiento y quemazón.
5. Amaurosis por estrés
Se trata de una pérdida repentina de la visión. Normalmente se da en personas que ya tenían antecedentes familiares de esta enfermedad, pero también hay casos en los que aparece debido a un prolongado período en el que se ha sufrido mucho estrés.
Consejos para tratar problemas y prevenirlos
Como hemos visto, el estrés puede acarrear consecuencias graves para nuestra salud ocular. Es por este motivo que aquí veremos algunos consejos para evitar desarrollar estos problemas o tratarlos en caso de que se den.
1. Técnicas de relajación y descanso
El estrés es el resultado de una vida que nos solicita un ritmo frenético. Una buena forma para reducir los problemas que conlleva es usar técnicas de relajación.
El yoga, la meditación, el mindfulness o algo tan simple como respirar profundamente pueden ser algunos de los métodos que contribuyan a evitar problemas de salud tanto en los ojos como en el resto del cuerpo.
También es importante buscar un momento para descansar los ojos. Apaga el ordenador y cierra durante unos cinco minutos los ojos, déjales tener un descanso. Así se hidratarán convenientemente y no estarán tan presionados.
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2. Utilizar gafas o lentes
Cuando se sufre de algún problema crónico en la vista, como lo es el astigmatismo o la miopía, está muy contraindicado no utilizar gafas y lentes.
Si vemos mal forzaremos la vista, lo cual implicará generar estrés en los ojos, además de poder producir mareos y sensibilidad a la luz. Las gafas se inventaron para que pudiéramos ver bien, utilicémoslas que para eso están.
Con respecto a las lentes de contacto, se debe ir con cuidado. Debemos asegurarnos de que es el mejor método del que podemos disponer, dado que hay algunas personas cuyos ojos son muy sensibles a las lentes, porduciéndoles irritación e incomodidad.
3. Cambiar hábitos
Nuestro cuerpo es un templo, y por ese motivo debemos cuidarlo. Una correcta alimentación, la práctica de deporte con frecuencia y mantener una actitud positiva frente la vida son aspectos que ayudan a tener un óptimo estado de salud.
Otro hábito saludable es el de procurar evitar el uso de dispositivos con pantallas, tales como la televisión, el ordenador o los móviles, especialmente de noche. Las luces que emiten estos aparatos pueden ser muy perjudiciales para la vista si nos sometemos a ellas de manera constante.
Un estilo de vida más organizado nos evitará sufrir situaciones de incertidumbre, las cuales generarán estrés y nerviosismo.
También se recomienda trabajar en entornos en donde haya luz natural, la cual supone menores problemas frente a las luces artificiales, las cuales suelen ser más agresivas para los ojos, en especial las de tonos azulados.
4. Masajes en los párpados
Algunos problemas oculares asociados al estrés, como lo son los temblores, se solucionan masajeando alrededor de los ojos. De esta forma se facilita el riego sanguíneo, además de calmar la zona mediante estimulación táctil.
5. Uso de colirios y medicamentos oculares
En los casos que sea necesario, como en la blefaritis, es recomendable utilizar gotas para los ojos, siempre que un profesional lo indique y de acuerdo a sus directrices.
También existen pomadas que se utilizan para hidratar los párpados y el globo ocular, además de hacer frente a las infecciones bacterianas.
6. Acudir a un especialista
Si ya hemos desarrollado un problema en la visión, lo más recomendable es acudir a un oftalmólogo.
Sin embargo, también será preciso acudir a otros profesionales en caso de que el origen sea el estrés, como por ejemplo un psicólogo, dado que averiguará qué es lo que produce este problema y nos dará métodos para encontrarle una solución.
Referencias bibliográficas:
- Lamphar, H. (2006). Ergoftalmología: Análisis de los Factores que Inciden en la Astenopía de los Trabajadores de Inspección Visual en la Industria Electrónica de Ciudad Juárez. Ciencia & Trabajo, 21, 135-140.
- Rodríguez, A. E., Ferrer, C. y Alió, J. L. (2005). Demodex y Blefaritis Crónica. Archivos de la Sociedad Española de Oftalmología. 80(11).