La Imagen Corporal está descrita como la percepción mental que tenemos de nuestro propio cuerpo. Este concepto se refiere a cómo nos vemos a nosotros mismos a partir de los sentimientos y emociones que nos despierta nuestra propia imagen. Lo que nos preguntamos es ¿coincide siempre nuestra Imagen Corporal con la realidad?
La Doctora Karen Carvalho, socia fundadora de ACCIÓ Psicología y Codirectora del Máster en Terapia Estratégica e Integradora de NUS Agency, nos confirma lo que ya nos tememos “No, normalmente no coincide nuestra percepción con la realidad. Lo cierto es que hay muchas variables que interferirán en la manera en la que nos vemos respecto a la percepción de los otros.
La tendencia es tener una percepción negativa de nuestro propio cuerpo. Si haces una encuesta, el 80% de las personas a las que preguntes si están contentas con su imagen, te dirán que no lo están. En general, tendemos a ser críticos con nosotros mismos”.
¿Cómo se desarrolla la Imagen Corporal?
Son varios los factores que entran en juego en el desarrollo de la Imagen Corporal. Pese a que, en gran medida, depende de nuestra propia persona y creencias, influye mucho el estereotipo de belleza cultural, la presión que ejercen los medios de comunicación y redes sociales así como las opiniones de nuestro entorno social y familiar.
“Somos seres sociables, hemos sobrevivido gracias a vivir en grupo. Nos condiciona mucho querer pertenecer a un grupo y eso significa identificarse con él. Lo que piensen los demás de nosotros nos influye y la Imagen Corporal tiene una influencia familiar. El problema es que lo que piensen los demás ahora no nos soluciona ningún problema ni nos facilita la vida como antes”.
La evolución de nuestro cuerpo durante las diferentes etapas de la vida, desde la pubertad hasta la menopausia, también afecta y cambia la percepción del mismo. La adolescencia suele estar marcada por inseguridades y complejos no siempre comprendidos por los padres, tal y como apunta Carvalho “El entorno debe aceptar que decir ‘Estás perfecta’ no va a ayudar. Son trastornos que afectan mucho a los jóvenes y si no se sienten escuchados, al final el adolescente se calla y deja de compartir su malestar.
La familia tiene que observar si comen, consumen productos para ponerse fuertes o van al gimnasio en lugar de acudir a clase. Y a partir de aquí, buscar ayuda aunque sea sin la presencia del adolescente. La terapia indirecta puede ayudar mucho. La observación es mucho más importante que la intervención en estos casos. Y es muy cierto que la construcción de nuestra personalidad también se hace desde la imagen”.
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Trastornos de Imagen Corporal y sus orígenes
La salud mental está conectada con la aceptación y si hay un rechazo hacia nuestro propio cuerpo, ello afectará a nuestra autoestima y condicionará nuestra vida diaria: “Si creo que no tengo un cuerpo bonito, creo que no tengo éxito y no voy a lograr nada en la vida. Esto hará que evite situaciones y limite mi calidad de vida. La manera en la que yo me relacione con mi cuerpo va a definir mis conductas diarias y de autocuidado. Rechazar mi cuerpo es no cuidarme”.
Los trastornos dismórficos corporales provocan una obsesión con nuestra apariencia y la búsqueda constante de defectos que pueden o no ser apreciados por los demás. Esto puede llevar a una revisión constante de nuestro aspecto en el espejo y a recurrir a procedimientos estéticos probablemente innecesarios.
Pero, sin duda, puede causar mucha inseguridad, sufrimiento emocional y ansiedad. Para poner remedio a ese problema, es conveniente recurrir a terapia cognitivo-conductual.
“Algunos de los principales trastornos de imagen corporal derivan en anorexia nerviosa y bulimia. También está la vigorexia, más común en hombres, al percibir que no se ven suficientemente fuertes. Muchas veces observamos que detrás de estas conductas hay bullying, un trauma, tendencia a la ansiedad o adolescentes atravesando dificultades durante sus cambios hormonales”.
Karen Carvalho indica los problemas que se esconden en muchas ocasiones detrás de un trastorno de imagen corporal: “La gente no solamente llega a la consulta por un trastorno de imagen corporal. En general, estas personas buscan ayuda por una depresión, crisis de ansiedad, problemas en sus relaciones sexuales, dependencia en las relaciones, etc. Cuando profundizamos, nos encontramos con este contexto. También hay que indagar en las creencias que hay detrás de esto y realizar un trabajo terapéutico para ver qué situaciones causan malestar”.
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El negocio de la búsqueda de la perfección
Vivimos en un entorno social en el que, en lugar de normalizar y visibilizar el envejecimiento, se nos empuja a retrasarlo o disimularlo. “En nuestra sociedad, la imperfección da dinero. La búsqueda de la juventud es un negocio. Se nos dice que debemos aceptarnos tal y como somos porque somos únicos y perfectos, pero no somos tan perfectos porque se nos incita a comprar productos para vernos mejor. Hemos asociado el físico con la calidad de vida. La trampa es creer que la salud se manifiesta con lo que vemos físicamente que se considera joven y bonito”.
Carvalho apunta al autocuidado para valorarnos y evitar caer en frustraciones innecesarias: “Autocuidarnos es poder mirarnos y tener empatía hacia nosotros. Es saber que no somos perfectos, tenemos problemas y límites, pero, aún y así, merecemos cuidarnos. Pensar bien de nosotros es importante, tener tiempo para nosotros y saber decir no. Nos ayudará a tener conciencia de nosotros mismos”.