En el mundo de los servicios de psicoterapia existen varios enfoques o modalidades de intervención; se trata de paradigmas que parten de técnicas y propósitos diferentes a la hora de ayudar a los pacientes.
¿Cómo saber por cuál de ellos decantarse si eres alguien que está buscando apoyo psicológico profesional? Veamos un resumen de estos diferentes enfoques terapéuticos.
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Los diferentes enfoques de la terapia psicológica
Si te has planteado la pregunta de cómo elegir la especialización de terapia que más te conviene, lo primero que debes saber es que no hay motivo para preocuparse: mientras el profesional o el equipo de profesionales cuenten con formación para intervenir en el problema que te afecta, ya es suficiente.
La tarea de elegir la forma de intervención y las técnicas a utilizar forma parte del trabajo de los profesionales de la salud mental, y tú debes poner el foco en aquello que quieres superar.
Dicho esto, si te interesa hacerte una idea acerca de cuáles son los enfoques terapéuticos más utilizados, sigue leyendo: aquí encontrarás un repaso de sus características principales.
1. Terapia cognitivo-conductual
Tal y como su nombre indica, la terapia cognitivo-conductual pretende llevar al paciente hacia la mejoría permitiéndole adaptarse a través de cambios en su manera de comportarse y de pensar.
Esta es una de las formas de intervención psicológica más utilizadas y eficaces ante una amplia variedad de problemas, y parte de los métodos de la terapia de conducta desarrollada a mediados del siglo XX, aunque añadiéndole herramientas para actuar también en los procesos mentales más ligados a la subjetividad.
2. Terapias contextuales
Las terapias contextuales se basan en las propuestas de la terapia cognitivo-conductual aunque llevan más allá sus planteamientos, motivo por el que también son conocidas como terapias de tercera generación.
Aunque en esta categoría quedan agrupados varios tipos de terapia con sus propias herramientas y objetivos, por lo general tienen en común la idea de no aspirar siempre a la completa eliminación de los síntomas, sino que lo más importante en ellas es potenciar el bienestar del paciente llevándolo a no intentar evitar a toda costa el dolor emocional (dado que esto le da más poder a esa fuente de malestar) y también la idea de que buena parte de la solución a un problema pasa por ir más allá del individuo y fijarse en su contexto social y cultural. Uno de los representantes más importantes de este grupo es la Terapia de Aceptación y Compromiso.
3. Mindfulness
El Mindfulness, o Atención Plena, es un recurso terapéutico muy versátil y relativamente sencillo de aprender y de aplicar. Por eso, es utilizado en contextos muy diferentes, e incluso es habitual que las terapias contextuales se apoyen en él.
Se trata de un conjunto de prácticas que favorecen un estado de consciencia de calma en el que, a la vez, aprendemos a no rechazar los sentimientos que normalmente consideraríamos “negativos”, y aprendemos también a no obsesionarnos con aquello que queremos conseguir a toda costa. Son ejercicios inspirados en la milenaria meditación Vipassana, aunque en este caso la naturaleza de lo que se hace no es de carácter religioso, sino que tiene como meta llegar a objetivos terapéuticos (por lo que su uso es también más sistemático que la meditación tradicional).
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4. Terapia Gestalt
La terapia Gestalt es una de las variantes de las terapias basadas en la psicología humanista. Esta última se inspira en dos corrientes psicológicas que se complementan: la filosofía humanista, por un lado, y la existencialista, por el otro.
Debido a esto, el enfoque humanista parte de la idea de que cada uno debe trabajar en darle significado a su proyecto de vida, en los buenos momentos y también en los malos, ya que no debemos esperar a que “desde fuera” nos llegue un plan sobre qué hacer.
Así, este conjunto de formas de intervención psicológica pone énfasis en la importancia de la subjetividad del paciente y en su capacidad de dar significado a lo que le ocurre. Por ello, la terapia Gestalt se caracteriza por ofrecer herramientas con las que tomar consciencia de las propias emociones y resignificarlas para darles salida de una manera constructiva según el contexto en el que uno vive y los propios valores e intereses.
5. Terapia psicodinámica
La terapia psicodinámica recibe influencias del modelo psicodinámico de la mente desarrollado inicialmente por Sigmund Freud, aunque tiene objetivos más concretos y a corto y medio plazo que la propuesta de intervención del padre del psicoanálisis. Esta forma de intervención se ha mostrado eficaz, entre otras situaciones, con los casos de Trastorno Límite de la Personalidad y con ciertos cuadros de depresión.
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Referencias bibliográficas:
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- Olivares, J. Y Méndez, F. X. (2008). Técnicas de Modificación de Conducta. Madrid: Biblioteca nueva.
- Siegel, D. (2010). Cerebro y mindfulness. Barcelona: Paidós.