Si cogiéramos los apuntes de un universitario lo más probable sería encontrarnos con libros, artículos y demás documentos subrayados con todo tipo de colores florescentes: amarillo, verde, naranja, rosa, azul… Es amplia la gama de colores que podemos encontrar en las tiendas, colores que tienen una amplia demanda en el mundo educativo.
Subrayar es de las técnicas más recurridas entre la población estudiantil, sobre todo en el instituto, bachillerato y universidad. La premisa detrás de esto es que subrayando las ideas clave se destacan y, por lo tanto, se facilita tanto el repaso como la memorización de esas ideas.
Pero, realmente, ¿subrayar ayuda a estudiar mejor? A continuación veremos si esta estrategia de estudio sirve realmente o no para asentar mejor el temario.
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¿Subrayar es una medida eficaz para estudiar mejor?
No falla. Si nos vamos a la biblioteca más cercana y nos damos un paseo por ella veremos a todo tipo de estudiantes con sus apuntes en la mesa, libros y demás documentos que además de tener alguna que otra anotación tendrá, también, una amplia gama de colores. Hay estudiantes coquetos que lo hacen en colores pasteles, otros prefieren los clásicos fluorescentes más chillones y algunos prefieren ir a lo simple y subrayan con lápiz o bolígrafo. Sea como sea, los estudiantes, casi por instinto, necesitan subrayar sus apuntes.
Subrayar es una de las técnicas más recurridas entre los estudiantes de todos los niveles educativos, especialmente en secundaria (ESO), preuniversitaria (bachillerato) y universidad. No lo hacen porque sí, naturalmente: el objetivo es facilitar el aprendizaje y memorización del contenido, resaltando las ideas clave y hacer que, durante el repaso, se pueda recurrir más fácilmente a estas sin necesidad de leerse toda la página de arriba a abajo.
Debido a su popularidad no son pocas las investigaciones en ciencias de la educación que han tratado de averiguar si realmente subrayar ayuda a estudiar mejor. Esta estrategia ha sido estudiada tanto en un contexto de laboratorio, controlando todas las variables posibles, como en situaciones reales en el aula, es decir, trabajo de campo. Ambos tipos de investigaciones han coincidido en comparar el subrayado con otras estrategias también recurridas por la población estudiantil y leer sin subrayar.
Investigación científica
De las tantas investigaciones que se han centrado en estudiar la eficacia de subrayar como técnica de estudio tenemos una clásica, realizada en el año 1974 por Robert L. Fowler y Anne S. Barker. De forma resumida, su estudio implicó dar un texto de 10 páginas a sus alumnos, los cuales estaban divididos en tres grupos cada uno de ellos con una de las 3 siguientes condiciones:
- Leer sin subrayar
- Leer subrayando
- Leer el texto ya subrayado
Los alumnos se leían el texto y hacían lo que los investigadores les dijeron. Los que estaban en la condición 1 simplemente leían, sin subrayar. Los de la 2 tenían que leerse el texto subrayándolo por su propia cuenta y como era de esperar cada uno subrayaba aquello que consideraba relevante, lo cual podía variar de persona en persona. Los de la 3 recibían un texto que ya estaba con las ideas clave subrayadas.
La siguiente sesión del experimento se realizó al cabo de una semana y consistía en realizar la prueba en la que se les preguntaba los contenidos que estaban explicados en el documento de 10 páginas. Antes del examen los alumnos tenían la oportunidad de repasar unos 10 minutos usando el mismo documento que usaron la vez anterior, es decir, los de la 1 recibieron el mismo documento sin subrayar, los del 2 recibieron aquel que ellos mismo habían coloreado y los del 3 recibía el documento con las ideas subrayadas.
Al comparar los resultados de la prueba contestada por los estudiantes de las tres condiciones los investigadores no encontraron diferencias estadísticamente significativas entre estas condiciones. Por sorprendente que pueda parecer, otras investigaciones en la misma línea que esta o que tomaban inspiración de ella tuvieron resultados similares, dando a entender de primeras que subrayar no sirve.
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¿De verdad que no sirve para nada?
Sin embargo, asumir de primeras que subrayar no tiene ningún tipo de beneficio para el estudio es una interpretación precipitada y poco profunda. Aunque de forma un tanto sutil, el hecho de haber subrayado activamente o de recibir un documento ya subrayado se relacionaba con un mejor rendimiento en comparación con solo leer el texto, lo cual sugiere que realmente de algo sí que sirve subrayar.
Cuando vemos una palabra subrayada de diferente color en una página en blanco y negro es inevitable fijarse en ella. Esa palabra destaca por encima de las demás porque no tiene las mismas características visuales, es decir, perceptivas, que el resto del texto que no está coloreado. Esta palabra nos habrá llamado la atención y aunque no hayamos hecho el esfuerzo la vamos a recordar más fácilmente que el resto del texto.
Esto es el efecto Von Restorff o de aislamiento, y se produce cuando una información sobresale semántica o sensorialmente. Al sobresalir hay más probabilidades de que se recuerde en comparación con el resto de la información que era más homogénea en estos dos aspectos. Por ejemplo, leyendo las dos siguientes listas de palabras y esperando 5 minutos ¿qué palabras es más probable que no nos olvidemos?
- Lista 1: manzana, pera, plátano, kiwi, ciruela, orangután, sandía, melón, naranja, mango
- Lista 2: coche, autobús, avión, motocicleta, bicicleta, barco, yate, tren, metro, ferrocarril
Tomando estos dos ejemplos podemos ver que el efecto de aislamiento va a darse haciéndonos recordar la palabra “orangután” de la lista 1, que destaca semánticmaente, y la palabra “motocicleta”, la cual destaca perceptivamente. La primera lo hace porque a diferencia del resto de la lista no es una fruta, sino un animal, y la segunda destaca porque está en negrita y subrayada.
Entendido esto, ¿qué pasaría la lista 2 se presentara de la siguiente forma? Si fuera la primera vez que nos la enseñan ¿qué palabras creemos que serían las que más probablemente se recordarían?:
Lista 2: coche, autobús, avión, motocicleta, bicicleta, barco, yate, tren, metro, ferrocarril
Aquí todas las palabras están subrayadas y en negrita, además de que todas hacen referencia a medios de transporte. Ninguna de ellas destaca porque todas ellas reunen las mismas características. En principio, todas ellas implicarán el mismo esfuerzo cognitivo a la hora de intentar memorizarlas y recordarlas, puesto que ninguna por sí sola tiene ningún aspecto especialmente llamativo.
Esto es lo que pasa cuando se subrayan unos apuntes. Cuando se subrayan palabras concretas del texto es más probable que, al repasar, nos fijemos rápidamente en ellas porque llaman la atención por ser distintas visualmente al resto de la página. Como nos han llamado la atención, las recordamos mejor. Sin embargo, si toda la página o casi toda está subrayada lo que nos va a llamar más la atención en términos visuales va a ser lo blanco, que bien puede ser los márgenes o una palabra suelta que no hemos coloreado. Así no se produciría el efecto Von Restorff y, por lo tanto, subrayar no nos habría servido de mucho.
Si se subraya bien, es decir, solo lo que son ideas y palabras clave, se está agilizando mucho el proceso de estudio. A la hora de repasar se recurrirá a las ideas clave y se podrá poner en práctica una estrategia estudiantil que ha mostrado ser de las más efectivas: la evocación. Por medio de obligarse a recordar los contenidos los estudiantes ponen en práctica algo que van a tener que hacer el día del examen, que no es más que explicar en la hoja de papel aquello que se les pregunta.
Si tienen las ideas clave señaladas en el libro, cuando pongan en práctica la evocación, en caso de que no se acuerden de los contenidos simplemente tendrán que ir a la página de lo que no se acuerdan, leer lo subrayado e intentar evocarlo de nuevo, en vez de tener que leerse toda la página entera y perder tiempo. Haber subrayado las ideas clave adecuadamente y tratar de recordarlas en voz alta hace que subrayar sí ayude a estudiar mejor, puesto que facilitará su memorización y posterior evocación.
¿Cómo hacer que subrayar nos sea útil?
Visto lo anterior queda claro que subrayar, aunque no sea una técnica tan potente como la evocación, si se hace bien puede sernos de ayuda en el estudio. Para que subrayar nos resulte ser algo útil es necesario que se haga bien, es decir, subrayando las ideas clave y evitar cometer el error más clásico que todos los estudiantes han cometido más de una vez: pintar toda la página con el subrayador. No es que a más subrayado más vayamos a aprender, sino que menos cosas nos van a llamar la atención y más difícil nos resultará encontrar las ideas clave.
A continuación vamos a ver algunos consejos para subrayar bien, haciendo que esta estrategia sea realmente provechosa en nuestro estudio y sin que abusemos de los rotuladores.
1. Hacer una primera lectura
Lo primero que hacen muchos estudiantes nada más abrir el libro es armarse con su subrayador, empezar a leer el temario e ir subrayando sobre la marcha. Este es el error más extendido entre la población estudiantil, y la que convierte la acción de subrayar en una total pérdida de tiempo.
Para poder subrayar las ideas clave primero hay que saber cuáles son, y esto no lo podemos saber en la primera lectura. Aunque vayamos párrafo por párrafo, no nos sirve de nada si no tenemos una idea global de qué va el tema. Como no lo sabemos y no hemos leído todos los contenidos, nuestro filtro de cosas a tener en cuenta es muy amplio, dejando pasar toda idea que no nos sabemos que es prácticamente todas.
Es por sto muy importante hacer una primera lectura sin subrayar. Debemos tomarnos nuestro tiempo y leer de forma profunda todo el tema, sin pintar las páginas. A medida qe vayamos leyendo iremos conectando unas ideas con otras, estableciendo cuáles son más importantes y cuáles son más sencillas o ya nos sabíamos de antes.
2. Hacer una lectura activa
Aunque algunos digan que les basta con hacer una primera lectura a modo de contacto, sí que es importante hacer una segunda lectura. En esta nos va a sonar un poco más el tema, puesto que de algo nos acordaremos de la primera lectura. Hacer una lectura activa teniendo algunas ideas interiorizadas nos puede permitir establecer mejor qué ideas son importantes, además de relacionarlas más fácilmente entre ellas.
Es durante esta segunda lectura que es especialmente recomendable fijarse en detalles que, quizás, durante la primera nos hemos saltado o no hemos prestado mucha atención por ser más de tipo visual que escrito. Es ahora un buen momento para tratar de entender las imágenes, gráficos, mapas, figuras o cualquier elemento no escrito que dé sentido al texto.
3. Identificar la información relevante
Una vez hechas las dos primeras lecturas toca identificar la información que es imprescindible que nos aprendamos de cara al examen, aquella que es relevante y que vamos a subrayar. Realmente este es el momento de mayor reflexión del repaso, puesto que estamos haciendo un esfuerzo cognitivo activo para discernir entre lo importante de la paja.
4. Subrayar
Ahora es el momento de colorear el libro. Subrayamos la información y conceptos más importantes tras haberlos identificado, como pueden ser títulos, conceptos, definiciones, fechas y demás contenidos del tema. Es muy importante no subrayar más de 3 palabras seguidas ni tampoco más de 5 en un mismo párrafo, puesto que corremos el riesgo de echar por tierra el efecto Von Restorff como hemos mencionado antes.
Lo que sí que podemos hacer es combinar formatos de subrayado. Por ejemplo, podemos subrayar el nombre de una idea (p. ej., el romanticismo español) y rodear con subrayador toda su definición, marcarla con un corchete o indicarla con una flecha. Siempre y cuando no se coloree casi toda la página y las ideas clave destaquen visualmente estaremos haciendo un buen subrayado.
Por último está comentar el tema de los colores. Es muy buena idea usar varios colores distintos, especialmente más de 4 puesto que así podemos identificar usando nuestro propio código cromático diferentes tipos de contenidos clave (p. ej., amarillo = idea clave, azul = autor, verde = fecha importante, rosa = categoría...) Es preferible usar colores tono pastel antes que fluorescentes, sobre todo si nos vamos a pasar muchas horas estudiando puesto que estos segundos colores son menos cómodos para nuestra vista.
Resumen
Si bien la evidencia científica ha apuntado que no hay diferencias estadísticamente significativas entre subrayar y solo leer un texto, cabe decir que hay ciertos matices en ello. No es lo mismo subrayar sin saber lo que se está subrayando que hacerlo tras haber leído, identificado, seleccionado y señalado las ideas clave. Al repasar, si se han marcado solamente las ideas clave la vista irá a aquello que sea importante, prestándole mayor atención y aprendiéndolo más fácilmente.
Siempre y cuando se haga de la forma apropiada subrayar es una técnica útil. Combinada con la evocación, es decir, tratar de recordar aquello que hemos aprendido, señalar visualmente aquello importante ayuda a estudiar mejor puesto que en caso de que no tengamos claro algo bastará con buscarlo en el libro, releer el contenido importante e intentar de nuevo ver si nos ha quedado en la memoria.
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