La pérdida de un ser querido conlleva un impacto psicológico que casi siempre va acompañado de dolor emocional. Incluso cuando en los primeros minutos tras conocer la noticia de la muerte no se reacciona expresando sentimientos de un modo muy intenso, esto termina por suceder tarde o temprano a las siguientes horas o días.
Todo esto resulta natural: el sentirse extremadamente triste por la muerte de un padre, una hermana o una hija es algo esperable y que no indica la presencia de un trastorno psicológico. Sin embargo, este malestar puede llegar a desarrollarse tanto que termine derivando en un auténtico problema.
Justamente de este tema hablaremos en los próximos párrafos: acerca de cómo saber cuándo se pasa del duelo normal al duelo patológico.
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¿Qué es el duelo en psicología?
En el ámbito de la psicología, el duelo es un fenómeno caracterizado por una serie de sensaciones y conductas ligadas al malestar psicológico que aparecen después o poco después de ser conscientes de la pérdida de algo con lo que experimentábamos una fuerte conexión emocional afectiva o incluso de amor.
Esto significa que aunque el duelo se da típicamente al saber que un amigo o familiar ha muerto, también puede surgir ante una gran variedad de situaciones: al sufrir una amputación, al mudarse y perder el trato diario con los amigos, al sentir que se envejece rápidamente, al separarse de un coche que hemos tenido desde nuestra juventud, etc.
Pasado un tiempo, las personas se acostumbran a vivir en un mundo en el que aquello o aquellos a quienes echan de menos ya no existen más que como recuerdos, pasan página y aprenden a tener la capacidad de sentir alegría y, en general, de ser felices. De esta manera, el duelo normal (el que se produce en la gran mayoría de los casos y que desemboca en una fase de recuperación y desaparición de los síntomas) puede expresarse a través de estos síntomas típicos:
Crisis de llanto
Es muy común experimentar momentos en los que no se puede dejar de llorar por varios minutos.
Añoranza
Los pensamientos de la persona se centran en la rememoración de experiencias pasadas junto a esa persona u objeto que se ha perdido y que se echa de menos. Muchas veces los recuerdos se mezclan con la imaginación.
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Bajo estado de ánimo
En general, se experimenta poca motivación para involucrarse en tareas, a pesar de que algunas personas intenten centrarse en una actividad para evitar pensar en aquello que les produce tristeza.
Patrón de sueño irregular
Las personas que están pasando por una etapa de duelo normal manifiestan frecuentemente problemas para dormir dentro del horario normal, ya sea porque tardan en conciliar el sueño o porque se duermen en seguida a causa del agotamiento pero se despiertan demasiado temprano o varias veces durante la noche.
La transición del duelo normal al duelo patológico: cómo reconocerla
Ahora que ya sabemos en términos generales qué es el duelo, veamos una serie de ideas clave para reconocer aquellos momentos en el que el duelo normal se transforma en duelo patológico. Hay que tener en cuenta que estas solo son pautas orientativas, y el verdadero diagnóstico solo puede ser llevado a cabo por profesionales de la salud mental tanto en psicología como en psiquiatría.
En cualquier caso, hay que precisar que aunque nos refiramos a este fenómeno como “llanto patológico, esto no significa que se trate de un hecho que ocurra de manera aislada en la persona, tal y como podría ocurrir con el sangrado de una herida real, ni tampoco que quien sufre esta alteración emocional sea una persona “loca” y mucho menos una persona que vaya a permanecer así toda su vida.
1. Las crisis de llanto son incontrolables y no desaparecen
Cuando pasadas unas dos semanas las crisis de llanto ocurren casi cada día y son totalmente incontrolables, de manera que se dan de manera involuntaria e inesperada incluso en una reunión de empresa o al ir a recoger a los niños a la escuela, podemos estar ante un duelo patológico que requiere de atención profesional.
2. Problemas para dormir que se repiten
Si pasadas dos semanas hay problemas para dormir cada noche, esto puede estar dañándonos física y psicológicamente y por lo tanto puede ser una señal de que el duelo sigue un curso excesivamente intenso y perjudicial.
3. Aparecen ideas de suicidio
La ideación suicida es siempre una señal de alerta que revela la presencia de posibles complicaciones psicológicas capaces de evolucionar en trastorno mental. Por supuesto, esto depende de la carga emocional de esos pensamientos: no es lo mismo pensar en el suicidio como concepto abstracto que imaginarse a uno mismo suicidándose, fantasear con las diferentes alternativas en las que uno se puede quitar la vida, e incluso buscar por Internet maneras de hacerlo para que la muerte sea rápida e indolora.
4. Las relaciones sociales empiezan a dañarse
Todo el mundo entiende que en una fase de duelo resulta normal buscar un cierto grado de soledad (si bien en algunos casos se busca lo contrario). Sin embargo, si este aislamiento dura varias semanas y la actitud hacia los demás es de indiferencia u hostilidad, estamos ante uno de los síntomas del duelo patológico.
¿Qué hacer?
La principal recomendación a seguir en caso de que sospeches que estás experimentando duelo patológico es que acudas al psicólogo. De hecho, esto es algo que se puede hacer también en el caso del duelo normal, teniendo en cuenta que los beneficios de la psicoterapia se hacen notar exista o no una alteración emocional que pueda ser considerada un trastorno.
Pero la importancia de recibir ayuda profesional se vuelve más evidente cuando el duelo daña de una manera intensa nuestra calidad de vida y amenaza con volverse un malestar crónico. En estos casos, atajar rápido este fenómeno ayuda a evitarnos pasar por experiencias muy dolorosas y que nuestro estado de tristeza y añoranza afecte durante meses a otras áreas de nuestra vida.
En el Instituto de Psicología Psicode es habitual realizar tratamiento a personas que pasan por un duelo demasiado intenso, y por ello sabemos que non las herramientas adecuadas es perfectamente pasar de creerse condenado a la infelicidad, en un primer momento, a aceptar la pérdida y seguir hacia adelante con mentalidad constructiva, tras el paso por terapia.
Referencias bibliográficas:
- Worden, W.J. (2004). El tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia. Barcelona: Paidós.