La depresión es la mayor causa de discapacidad a nivel mundial. No se trata de estar un poco tristes, sino que es un problema de salud grave, un trastorno mental, una condición clínica y, al igual que tenemos claro que el cáncer o tener un hueso roto requieren de intervención, es el mismo caso para la depresión.
Existe otra palabra que está relacionada mucho con la depresión: la melancolía. Unos usan ambas palabras indistintamente, otros la meten a una dentro de la otra cual muñeca matrioshka. ¿Exactamente qué son? ¿Hay diferencias entre las dos?
Definir la relación entre depresión y melancolía es un tanto complicado, pero no imposible. A continuación veremos cuáles son las diferencias entre depresión y melancolía y de qué forma se relacionan.
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La relación entre la depresión y la melancolía
Antes de ver las diferencias entre depresión y melancolía debemos hacer una breve introducción de las dos. La depresión no necesita una gran carta de presentación, puesto que este trastorno es bastante común y conocido. De hecho, es tan común que se le atribuye ser la mayor causa de discapacidad a nivel mundial. La depresión clínica es un trastorno del estado anímico en el que aparecen sentimientos como tristeza, pérdida, ira y frustración que intervienen en la vida diaria por varias semanas, meses o años.
Definir a la melancolía es en sí un problema, puesto que su definición científica ha ido variando desde que fue conceptualizada y, de hecho, ha ido pasando de trastorno mental a estado dentro de otro trastorno mental según el período de la historia y el paradigma psicológico y psiquiátrico desde el que se la observe. Hoy en día la melancolía, dentro de la psicología clínica y la psiquiatría, es considerada un subtipo de la depresión, haciéndose distinción entre depresiones no melancólicas y depresiones melancólicas.
Las personas con depresión melancólica suelen sentirse extremadamente desesperadas y culpables, teniendo serias dificultades para sentir el más mínimo ápice felicidad, incluso para aquellas cosas que son objetivamente agradables. Se considera que la melancolía (o depresiones melancólicas) son de las más difíciles de tratar, aunque no imposible siempre y cuando se tengan las herramientas adecuadas para ello.
Historia de la melancolía
El origen de la palabra “melancolía” y su relación con la depresión lo encontramos en la Antigüedad Clásica. Cerca del 400 a.C. el filósofo griego Hipócrates teorizó que el cuerpo humano contenía cuatro fluidos principales: sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema; cuyo equilibrio, de ser alterado, provocaba enfermedades. Un exceso de bilis negra (“melas kholi”) hacía que la persona estuviera triste, abatida y sintiera miedo, estado el cual se le denominó “melankholia”. Es ese el primer término usado para la depresión y el primer registro que se tiene de su estudio médico.
El recorrido histórico de esta palabra es muy extenso, lo cual ha hecho que se haya convertido en una colección de ideas más o menos relacionadas con la tristeza patológica. También se ha relacionado con la genialidad en algunos momentos de la historia, como es el caso del Renacimiento y el Romanticismo, considerando al artista “melancólico” como una mente atormentada cuyo sufrimiento es la causa de su genialidad. Se tenía la idea de que el artista hundido y deprimido era genial en su buen hacer expresivo.
En el siglo XVIII el término fue adquiriendo poco a poco un trasfondo más puramente anímico, usado para describir a aquellas personas que o bien estaban deprimidas o tenían un estado de ánimo bajo. Ya entrados en el siglo XIX depresión y melancolía eran dos términos usados prácticamente como sinónimos. Sigmund Freud sería quien un poco más tarde modernizaría este concepto, dándole la definición actual en su ensayo “Duelo y melancolía”.
¿Es la melancolía un trastorno?
Una de las principales diferencias entre depresión y melancolía es, tal y como está organizado actualmente el DSM, la primera es un trastorno independiente mientras que la segunda no. La melancolía es considerada como un estado dentro de los trastornos del estado del ánimo, con lo cual no se da un diagnóstico de melancolía, sino el del trastorno con él como puede ser trastorno de depresión mayor con rasgos melancólicos o trastorno bipolar con fase depresiva con melancolía.
Pero pese a no ser un trastorno mental independiente sí que tiene criterios diagnósticos. Para que una persona sea diagnosticada con depresión melancólica debe presentar al menos uno de los dos siguientes síntomas:
- Pérdida de disfrute con prácticamente cualquier actividad.
- Baja o nula respuesta positiva ante eventos objetivamente agradables
Y, por lo menos, tres de los siguientes síntomas.
- La desesperación no está asociada a una pérdida o dolor
- Pérdida de apetito o pérdida de peso significativa.
- Cambios psicomotores: tanto inquietud física como movimientos más lentos.
- Levantarse dos horas antes de lo normal.
- Culpa excesiva.
Las diferencias entre depresión y melancolía, explicadas
Aunque no es un trastorno mental en sí, tal y como está categorizado en el DSM, sí que son varias las diferencias que podemos encontrar con respecto a las depresiones no melancólicas. Los síntomas suelen ser más graves, por ejemplo, mientras que en la depresión no melancólica suele haber fatiga y estado de ánimo bajo a niveles patológicos en las melancólicas la persona no siente capacidad alguna para sentir placer con tareas agradables, además de carecer por completo de energías.
1. Endógeno vs. exógeno
Pero de todas las diferencias que se pueden encontrar entre la depresión y la melancolía está lo que la causa. Si bien la mayor parte de la comunidad científica coincide en pensar que la depresión, sea cual sea, tiene que tener relación con algún tipo de alteración en los niveles de neurotransmisores en el cerebro, lo que provoca ese desajuste no tiene por qué ser de origen interno.
Se considera que las depresiones no melancólicas son de tipo exógeno, causadas por algún problema externo a la persona como puede ser la muerte de un familiar, ser víctima de abusos o experimentar un trauma. En cambio, a las melancólicas se les atribuye una causa endógena y directamente relacionadas con la genética y la biología. De hecho, las depresiones melancólicas tienen un alto componente hereditario, siendo común en quienes son diagnosticados tener historial familiar de depresión, trastorno bipolar y suicidios.
Pero pese a ser de origen endógeno no quiere decir que la depresión melancólica no se vea empeorada por factores ambientales. Este tipo de depresión puede manifestarse siguiendo un patrón estacional, haciendo que sus síntomas sean más comunes en invierno cuando hay menos luz solar y hace más frío, factores que incrementan la sintomatología depresiva. Los factores sociales y psicológicos pueden influir en la aparición de la depresión melancólica, pero no tanto como en las no melancólicas.
2. Estructura cerebral
También se ha abordado la estructura cerebral de las personas que padecen melancolía. Las investigaciones apuntan a que este tipo de pacientes suelen tener menos neuronas conectando su ínsula, una región del cerebro responsable de la atención. Además, este tipo de pacientes tienen alteradas también otras regiones cerebrales, entre ellas el hipotálamo, la glándula pituitaria y las glándulas adrenales (eje hipotalámico-pituitario-adrenal)
Otra de las características biológicas propias de las personas melancólicas es que tienen niveles de cortisol más altos. Estos cambios y alteraciones en el sistema nervioso y endocrino han sido asociados con inhibición del apetito y mayores niveles de estrés en la melancolía. A su vez, esta alteración en esta hormona estaría detrás de que se experimente una pérdida de peso mayor y también haya inflamación crónica.
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3. Ciclo sueño-vigilia
Las personas con depresiones de tipo melancólico tienen fases REM más altas, mientras que sus fases de sueño profundo son más cortas. Esto se traduce en una peor calidad del sueño. Su ciclo de sueño-vigilia está alterado, y esto se ve en el hecho de que las personas con melancolía suelen levantarse antes por la mañana. Que hayan problemas y cambios en los hábitos del sueño es común en todas las depresiones, pero es un rasgo distintivo de las melancólicas el despertarse más pronto, mientras que en las no melancólicas se puede tanto dormir más como menos, y despertarse en horarios diversos.
4. Problemas cognitivos
Algunos estudios apuntan que dentro de las depresiones, si bien es ya común encontrar alteraciones en las capacidades cognitivas, estarían especialmente presentes en las de tipo melancólico. Los problemas en la memoria de trabajo, de concentración, de atención, el aprendizaje visual, el aprendizaje verbal y la resolución de problemas y serían estos síntomas específicos de las depresiones de tipo melancólico.
5. Respuesta al placebo
La melancolía no parece responder al placebo, mientras que la depresión mayor tiene una respuesta al placebo que supera el 40%. La melancolía muestra una gran respuesta a tratamientos farmacológicos, especialmente ante antidepresivos que trabajan sobre un amplio número de neurotransmisores más que en uno solo. También parece tener buenos resultados ante la terapia electroconvulsiva.
Referencias bibliográficas:
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