Saber cuándo ha llegado el momento de ir al psicólogo no siempre es algo sencillo. A fin de cuentas, los problemas psicológicos pueden adoptar una gran variedad de formas, y difícilmente se puede hablar de un perfil determinado de persona que asiste a las consultas de psicoterapia.
Dependiendo del contexto social en el que vivamos, de nuestras necesidades y preferencias, e incluso de nuestra personalidad, los motivos por las que podemos necesitar ayuda profesional varían mucho.
Así pues, es relativamente normal que entre que se detecta un malestar y se va por primera vez a un centro de psicología pase un tiempo en el que el paciente se pregunta… ¿cómo saber si necesito un psicólogo? Veamos varios consejos e ideas clave para útiles a la hora de tomar la mejor decisión.
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Cómo saber si necesitas un psicólogo
La salud mental ha pasado de ser un ámbito en el que se estigmatizaba a “los locos” a uno en el que se entiende que la mente es demasiado complicada para ser clasificada en las categorías “sanos” y “enfermos”. Ahora entendemos que los problemas psicológicos, independientemente de su gravedad, entran dentro de la normalidad: lo raro sería no haber pasado por ninguno de ellos en algún momento de nuestras vidas.
Por eso, mucha gente no tiene claro cómo decidir cuál es esa línea que se supone que hay que atravesar para tener un buen motivo por el cual acudir a terapia. En las siguientes líneas veremos varias pautas para saber cuándo se necesita un psicólogo.
1. Pon el foco en el sufrimiento
Hay personas que se plantean si ir al psicólogo o no simplemente porque hacen o han hacho algo que alguien le ha dicho que está mal.
Sin embargo, este no es un buen criterio para plantearse si acudir a una consulta de psicoterapia, porque el foco de la terapia no está exactamente en las escalas éticas que sigue cada persona, sino en la idea de si hay o no hay sufrimiento asociado a un comportamiento. Sufrimiento en quien lo realiza o en las personas que rodean a quien lo realiza.
Por otro lado, una misma conducta puede ser tildada de inmoral por una persona, y de totalmente normal por otra. Los dilemas morales, aunque relevantes, no son la prioridad de la psicoterapia.
2. Asegúrate de que es psicológico
Los psicólogos tratan problemas cognitivos y emocionales, pero no aquellos que tienen que ver con el dolor físico. No, los dolores de cabeza tampoco cuentan.
Eso sí, en el caso de que exista un padecimiento físico que genere secuelas psicológicas, como por ejemplo el estrés o las ideas obsesivas, entonces sí es adecuado plantearse si ir a psicoterapia o no.
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3. ¿El malestar te aleja de una vida normal?
A la hora de decidir cuándo ir al psicólogo, esta pregunta es clave, ya que ayuda a entender la gravedad del malestar experimentado.
4. Delimita el tipo de problema que hay
En primer lugar, hay que procurar entender dónde empieza y dónde acaba el problema que nos hace sufrir o nos hace sentir mal.
Lo primero que hay que preguntarse es si el problema lo tiene principalmente uno mismo o no; si el problema tiene que ver claramente con el contexto, y no con uno mismo, no merece la pena asistir a terapia. Por ejemplo, si una persona homosexual lo es y a la vez se siente muy bien con su vida, no debe ir a terapia aunque ciertas personas la traten como a alguien enfermo, dado que en este caso el problema es solo la homofobia y esta no llega a causar un desgaste psicológico importante.
Ahora bien, la respuesta a la pregunta de si el problema está en uno mismo o en los demás normalmente no será muy clara, dado que la psicología tiene que ver también con el modo en el que las personas se relacionan con el entorno y este les afecta a ellas.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que es posible que uno mismo tenga un problema al experimentar mucho sufrimiento y que la responsabilidad del problema lo tengan otros. Un ejemplo de esto sería el malestar que se experimenta al sufrir acoso.
5. Pide consejo
Este es un recurso importante que muchas veces es poco aprovechado. Preguntar por la opinión de amigos y familiares ayuda a tener una perspectiva interesante, ya que aunque resulte paradójico, los demás son capaces de darnos más información acerca de lo que nos ocurre de la que tenemos nosotros mismos por el simple hecho de vivir esas experiencias. La implicación emocional puede hacer que nuestros conocimientos sobre nuestras vidas queden distorsionados.
6. Plantéate si el problema es recurrente
Si el malestar es cosa de unas pocas horas o de muy pocos días y crees que se irá en breves, en la mayoría de las ocasiones no necesitarás la ayuda de un psicoterapeuta. La excepción a esto tiene que ver con los sucesos traumáticos como la pérdida de un ser querido o el padecimiento de un accidente. En estos casos, es más posible que requieras ayuda por la posibilidad de desarrollar secuelas, aunque no siempre.
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