La depresión atípica es un tipo de depresión que da cuenta de la complejidad de este grupo de trastornos mentales. Es una muestra de que aquello a lo que popularmente solemos llamar “estar deprimido” es un fenómeno psicológico complejo que puede expresarse bajo una gran variedad de síntomas clasificables de diferentes maneras.
A continuación veremos cuáles son los síntomas de la depresión atípica, qué características la diferencian de otros tipos de depresión y qué clase de tratamientos se han mostrado eficaces para intervenir en estos casos.
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¿Qué es la depresión atípica?
La depresión atípica es un trastorno depresivo que, pese a presentar muchas de las características de la depresión mayor, también expresa otros síntomas atípicos y poco frecuentes en esta clase de alteración psicopatológica.
Por ejemplo, si bien en la depresión atípica están presentes los síntomas principales de este grupo de trastornos, como la tristeza o la anhedonia y la abulia, también aparecen otros signos y síntomas, como una reacción exagerada ante acontecimientos percibidos como negativos, un aumento extremo del sueño y de la necesidad de dormir, etc.
En términos generales, la depresión atípica es considerada poco prevalente, es decir, rara y pocas veces diagnosticada. La mayoría de casos de depresión reciben otro diagnóstico.
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Síntomas de la depresión atípica
Los síntomas de la depresión atípica pueden llegar a ser muy variados, especialmente teniendo en cuenta la poca frecuencia con la que se diagnostica. Entre los signos y síntomas más relacionados con este tipo de depresión están los siguientes.
1. Hipersomnia
La persona siente una profunda necesidad de dormir, lo cual le produce problemas psicosociales y laborales, ya que interfiere en su trabajo. Esto también produce un mayor aislamiento, y repercute negativamente en la posibilidad de desarrollar proyectos motivadores.
Al final, los problemas para organizarse un horario, así como la falta de vida social que es consecuencia de la hipersomnia, hacen que el día a día de la persona con depresión atípica se vuelva cada vez más monótono, falto de estímulos novedosos.
2. Hipersensibilidad
Muchas personas que presentan depresión atípica sienten que cualquier indicio significa que se da una situación negativa para ellas. Por ejemplo, una reacción ambigua de otra persona es interpretada como una muestra de rechazo o burla, o un fracaso relativo, como por ejemplo no llegar a tiempo a un autobús que ya ha arrancado, es visto como un signo de que el día será catastrófico.
Sin embargo, esta reactividad suele aparecer también ante acontecimientos positivos, aunque en menor grado que la que se expresa ante situaciones desagradables. Esta capacidad para reaccionar de forma relativamente alegre ante situaciones positivas es algo que no ocurre en la mayoría de casos de depresión, y es una de las características distintivas de la depresión atípica.
3. Aumento extremo del apetito
En la depresión mayor es típìco que los pacientes experimenten una disminución significativa de la sensación de hambre, sumada a una actitud general de pasividad y falta de iniciativa.
En la depresión atípica, sin embargo, es relativamente frecuente la hiperfagia, muy asociada a los estados psicológicos marcados por un exceso de ansiedad. Por eso, pueden llegar a aparecer atracones y visitas frecuentes a la nevera, que aparecen como forma de conducta de compensación, para distraerse de aquellos pensamientos que generan ansiedad.
4. Cansancio extremo
Muchos de los pacientes con este tipo de depresión sienten un abatimiento que las lleva a mantenerse mucho tiempo en estado de reposo en una cama o sofá. Esto, a la vez, contribuye a que se sientan más aisladas y solas, lo cual alimenta el círculo vicioso de la depresión. La falta de energía se expresa en todas las facetas de la vida, desde la vida laboral hasta la vida social y la atención de las necesidades básicas de alimentación, higiene y cuidado del hogar.
5. Estados ansiosos
Este es un grupo de síntomas relacionados con los estados de ansiedad típicos de otros trastornos mentales y que, en el caso de los trastornos depresivos, resultan mucho menos comunes. Por ejemplo, la persona con depresión atípica puede sentir ansiedad al ser consciente de su mal estado, o bien puede preocuparse mucho por la imagen que está dando frente a los demás. Esta sensación de malestar se suma al daño a la calidad de vida producido por los síntomas típicamente asociados a la depresión.
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Sus causas
Tal y como ocurre en la mayoría de trastornos mentales el motivo por el que aparece la depresión atípica tiene que ver con fenómenos multicausales. Eso significa que en su existencia participan elementos biológicos y genéticos, pero también culturales y, además, factores asociados a las dinámicas aprendidas de interacción con el entorno y con el resto de personas.
Por ejemplo, un evento traumático puede desencadenar procesos biológicos latentes genéticamente, y el modo en el que se viva esta experiencia estará influida por la cultura que se haya interiorizado y por los aprendizajes y costumbres,. Ni el ambiente ni la genética son los responsables únicos de la depresión atípica.
Tratamientos
La intervención psicoterapéutica es muy relevante en el tratamiento de la depresión atípica, ya que permite entrenar a los pacientes en una gran cantidad de ha´bitos y de competencias sociales que les permitirán mejorar su calidad de vida (sin llegar a hacer desaparecer del todo los síntomas).
En concreto, las terapias cognitivo conductuales permiten actuar tanto en los hábitos comportamentales cotidianos como en las ideas, creencias y estilos de pensamiento, para lograr efectos tanto en las acciones vinculadas al movimiento y a la interacción con el entorno como en la mente y el modo en el que se percibe e interpreta lo que va ocurriendo.
En cuanto al tratamiento con psicofármacos, este también es frecuente en la intervención médica ante casos de depresión atípica, especialmente teniendo en cuenta la gravedad de este trastorno y el modo en el que afecta prácticamente a todos los ámbitos de la vida personal y laboral.
Los medicamentos más utilizados suelen ser antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores de la monoamino oxidasa (IMAO). Ambos son fármacos cuyo uso solo puede ser iniciado por prescripción médica, y su consumo debe ser monitorizado por personal experto en salud mental y psiquiatría.
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