La amistad también es un tipo de amor, si bien este vínculo afectivo no es como el que está en la base de las relaciones de pareja, tradicionalmente asociadas al amor romántico, al que normalmente consideramos la forma de “amor” por defecto.
Sin embargo, el ámbito de las emociones es casi siempre complejo y difícil de prever. Tener una comprensión realista acerca de nuestros propios sentimientos es todo un arte, y conseguirlo es la excepción, no la regla. Por eso, hay quienes dudan a la hora de diferenciar entre el amor y la amistad. Justamente de este tema hablaremos en las siguientes líneas.
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Diferenciar el amor de la amistad: ¿cómo saber qué siento?
Lo primero que hay que entender a la hora de proponerse distinguir entre el afecto por amistad y el amor romántico, es que ambas experiencias están mediadas por el modo en el que nuestra cultura ha influido en nuestra manera de ser, de pensar y de sentir.
Eso significa entre otras cosas que lo que sientes no surge de tu cuerpo cifrado en categorías claramente separadas las unas de las otras, tal y como podríamos esperar si las emociones fuesen como los elementos de una tabla periódica. Parte de lo que sentimos consiste en cómo lo interpretamos, de manera que las preocupaciones y las creencias sobre lo que estamos experimentando afectan, a la práctica, a esa emoción.
Parte de la dificultad de distinguir entre amor y amistad es, entonces, saber distinguir entre lo que esa persona nos hace sentir y lo que nos hace sentir la experiencia de saber que estamos desarrollando un vínculo afectivo cuya naturaleza aún tenemos que entender. Las expectativas que nos genera el hecho de sentir algo por alguien juegan un papel en cómo queremos relacionarnos con ella y en cómo reacciona esa persona en caso de interactuar con ella.
Dicho esto, veamos varios consejos sobre qué hacer para distinguir entre amor y amistad.
1. ¿Hay química en la intimidad?
La intimidad es un aspecto clave de las relaciones amorosas de pareja. Sin embargo, no hay que confundirlo con la conexión sexual. Las personas asexuales no están por definición privadas de la experiencia de amar, pero sí que es cierto que no sienten una conexión sexual muy intensa hacia alguien en concreto.
Esta química en la intimidad típica del amor, pues, en la mayoría de los casos afecta también a lo sexual, pero no se limita a esta y está presente en muchas otras formas de relacionarse físicamente: abrazos, besos, caricias, cuidados mutuos… Normalmente, si lo que hay es amistad, gran parte de estas vivencias no son vistas como algo necesario, aunque siempre hay excepciones.
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2. ¿Hay voluntad de compromiso?
En las relaciones amorosas, las personas involucradas tienden a querer establecer unos mínimos de compromiso. Por eso, si pasa cierto tiempo sin que la otra persona haya intentado contactarlas, por ejemplo, aparece la decepción y la tristeza.
Este compromiso no equivale a lo que tradicionalmente ha sido considerado como “fidelidad” basado en un modelo monógamo, sino que tiene que ver con el significado más amplio de la palabra: realizar sacrificios y acuerdos para mantener vivo el vínculo y hacer que tenga su lugar en el futuro, en vez de dejarlo todo a la improvisación o a los encuentros esporádicos. Una persona que vea una imposición injustificada en esta idea de basar su relación con el otro en un cierto grado de compromiso, probablemente estará sintiendo amistad, y no amor convencional.
3. Asegúrate de que la lástima no juega un papel
Hay relaciones de pareja que empiezan porque uno de sus miembros siente una mezcla de cariño y compasión por una persona a la que considera desamparada y sola. Esta experiencia, aunque basada en la compasión, genera problemas evidentes. Por un lado, perpetua la idea de que una persona está sola a no ser que tenga una pareja con la que le une un vínculo de amor romántico, algo a todas luces equivocado, y por el otro, facilita que la otra se genere expectativas equivocadas.
Por eso, otra de las condiciones necesarias pero no suficientes para distinguir entre amistad y amor es asegurarse de que el tiempo y las actividades compartidas junto a esa persona no se basan en la lástima. Por ejemplo, podemos realizar pequeños experimentos basados en la imaginación, como imaginar que esa persona empieza a salir con otra con la que está claro que hay una conexión de amor correspondido. ¿Cómo nos hace sentir eso? Si la respuesta tiene algo que ver con el alivio, es muy posible que se trate de amistad.
4. Analiza la intensidad de la emoción
Normalmente, las amistades son vistas como algo flexible, que puede dejar de estar en escena durante un tiempo para, un tiempo más adelante, volver a aparecer. Sin embargo, en el caso del amor la emoción suele ser tan intensa que la idea de interrumpir la relación aunque sea temporalmente es vivida de manera dramática y claramente dolorosa, y sintiendo un fuerte duelo por esta pérdida.
Las emociones sentidas a través del amor son demasiado intensas como para que nos sea cómoda la experiencia de no saber si el día de mañana esa persona seguirá estando ahí para nosotros.
Esta “rigidez” en la manera en la que valoramos si nuestras expectativas se están cumpliendo o no es otra de las claves que nos pueden ayudar a distinguir entre amistad y amor.