Sufrir terrores nocturnos suele ser algo asociado con la infancia. Muchos niños y niñas padecen estos episodios, en los que se ponen a gritar, golpear y pasan muy mala noche, asustándose y preocupando a sus padres con sus sollozos.
Sin embargo, aunque no es habitual, algunos adultos pueden sufrir estos episodios. Suelen presentar los mismos síntomas que en los niños, aunque las causas pueden ser asociadas a problemas psicológicos y no desaparecen por sí solos, a diferencia de en la infancia.
A continuación vamos a hablar sobre los terrores nocturnos en adultos, cuáles son las principales causas que pueden estar detrás de ellos, qué consecuencias tienen en la vida de la persona quien los presenta, su tratamiento y sus síntomas clave.
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¿Cómo son los terrores nocturnos en adultos?
Los terrores nocturnos constituyen un trastorno del sueño en el que la persona que los padece se despierta bruscamente, aterrorizada y angustiada.
Está tan asustada que grita fuerte, alertando a las personas que se encuentren en su misma unidad doméstica. Nota como el corazón le va a mil, está empapada en sudor y se siente confundida porque no recuerda qué ha pasado.
Lo normal es que, cuando se vive uno de estos episodios, no se sea consciente del entorno, aunque se puede dar patadas y golpes, haciéndose daño a uno mismo y a los demás. Estos episodios suelen tener una duración de 10 a 20 minutos y, nada más haberlos pasado, quienes lo han sufrido se vuelven a dormir. Estos episodios suelen aparecer durante la fase profunda del sueño y se dan con mayor frecuencia durante la primera mitad del sueño.
¿Qué causa estas alteraciones del sueño?
Los terrores nocturnos son un problema del sueño que se suele dar durante la infancia y acaban desapareciendo a medida que se va creciendo. Sin embargo, también pueden darse durante la adultez y no acaban desapareciendo por sí solos.
A menudo, estos problemas se manifiestan cuando el paciente ha pasado por un período de mucho estrés o está manifestando algún problema psicológico, tanto asociado a su personalidad como a experiencias recientes. Las principales causas detrás de estos episodios son:
- Estrés y tensión emocional
- Ansiedad
- Depresión
- Trastorno bipolar
- Fatiga y ausencia de sueño
Muchas personas que padecen trastorno de estrés postraumático sufren este tipo de episodios. También se pueden dar en personas que tengan otros trastornos de la ansiedad y los relacionados con traumas y factores de estrés. También pueden manifestarse en períodos de muchos cambios y alta tensión, como son la pérdida de un ser querido, haber vivido un accidente, estar pasando por una separación o haber recibido recientemente el diagnóstico de una enfermedad.
Otra de las causas que pueden explicar la aparición de los terrores nocturnos en adultos son los antecedentes familiares. Se sospecha que podría haber una causa hereditaria en su manifestación, dado que tener a parientes directos que los han vivido incrementa la probabilidad de sufrir este problema.
Por último, como causa de estos episodios tenemos también la fiebre alta y el consumo de sustancias, sean medicamentos o drogas. Los fármacos, sustancias como el alcohol y la fiebre pueden alterar las fases del sueño, haciendo que sean más profundas e incrementando la probabilidad de que se den terrores nocturnos en adultos.
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Síntomas
Son varios los síntomas de los terrores nocturnos. Para poder saber si se están viviendo estos episodios es necesario comprobar si se han dado alguno de los siguientes síntomas:
- Despertarse de repente gritando, aterrado y muy angustiado.
- Despertarse con sensación de estar en peligro.
- Sentirse confundido al despertar
- No recordar lo que ha pasado durante la noche
- Nos han intentado tranquilizar y despertar pero no lo han conseguido.
Si se han dado alguno de estos síntomas se pueden tener sospechas de episodios de terrores nocturnos. Igualmente, son otros muchos los síntomas que se asocian a este trastorno del sueño. Habitualmente, en un episodio de terror nocturno la persona siente sensaciones muy desagradables, visualiza imágenes negativas mientras está dormida y puede hablar, gemir, gritar, sollozar y llorar.
Otro de los síntomas asociados a esta problemática es que la persona se mueva en exceso mientras duerme. Esto hace que corra el riesgo de lesionarse, hacerle daño a la persona que duerma a su lado e, incluso, caerse de la cama. Al despertar se encontrará gritando, muy angustiada y aterrorizada, estando toda sudada, hiperventilando y con ritmo cardíaco acelerado. Se sentirá confusa y desorientada.
Pueden darse episodios de sonambulismo. El afectado puede que duerma con los ojos abiertos e, incluso, se ponga a caminar dormido. No reacciona a los intentos de las personas de su alrededor para despertarle y tranquilizarlo. Al despertar, lo más seguro es que no se acuerde de nada de lo que ha sucedido.
Consecuencias
Los terrores nocturnos, al tratarse de un trastorno del sueño, afecta a la calidad del mismo. La persona no duerme bien, lo cual se nota al día siguiente en forma de cansancio, falta de ánimo y fatiga. Esto causa mucha frustración, lo cual puede derivar en depresión y otros probelmas psicológicos al querer descansar y no poder.
La persona puede desarrollar insomnio porque teme que, al dormirse, tenga otro episodio y se haga daño a sí misma o a un ser querido.
Este insomnio y la somnolencia diurna propias de los terrores nocturnos no solo afectan al afectado, sino también a su entorno más cercano. Cuando sufre los episodios, al ponerse a gritar, moverse violentamente e incluso caminar hace que las personas que se encuentren en casa se despierten, hagan esfuerzos por tranquilizarla y pasen la noche en vela con miedo a que el afectado se haga daño.
¿Cuándo se debe pedir ayuda?
Los episodios de terror nocturno, en caso de presentarse de forma esporádica y asociados a problemas temporales no tienen por qué constituir una señal de alarma. En cambio, si empiezan a ser frecuentes, como afectan a las energías del afectado, es necesario acudir a un profesional para tratar de solucionar este problema.
Además, la integridad física del paciente y su entorno más cercano está en peligro, con lo cual es necesario en algunos casos ingresar en clínicas del sueño para monitorizar el episodio en un entorno seguro.
Tratamiento de los terrores nocturnos en adultos
Lamentablemente no existe un tratamiento específico para curar los episodios de terrores nocturnos en adultos. El tratamiento se enfoca en mejorar la calidad del sueño del paciente, tratando de reducir la frecuencia de los episodios y sus efectos sobre el ánimo en el afectado. La psicoterapia y el uso de fármacos suelen ser la primera opción con la intención de abordar este problema.
El psicoterapeuta intentará averiguar cuáles son los problemas psicológicos que explican la aparición del episodio, como lo son el estrés, la depresión, haber sufrido un trauma o cualquier problemática mental y emocional que se pueda relacionar con este trastorno del sueño. Los fármacos se pueden usar para reducir los síntomas asociados con esta condición, como la falta de energía y el insomnio.
Aunque no son tan efectivas como la psicoterapia y la psicofarmacología, el uso de técnicas como la hipnosis, diferentes tipos de meditación y el yoga podrían reducir la frecuencia y gravedad de los episodios. Realizar deporte también ayuda, tanto para prevenir estos episodios como para suavizarlos, aunque no son una vía terapéutica tan efectiva como lo la terapia psicológica y los medicamentos.
Es fundamental que, tanto si se han experimentado este tipo de episodios como si no, se tenga una buena higiene del sueño. Hay que irse a dormir entre las 10 y las 12 de la noche, durmiendo de 7 a 9 horas y no consumir sustancias estimulantes a partir de la tarde. Se debe evitar el consumo de alcohol y otras drogas que pueden afectar a la calidad y regularidad del sueño.
Referencias bibliográficas:
- Guzman,, C.; Wang, Y (2008). Sleep terror disorder: A case report. Revista Brasileira De Psiquiatria 115 (11): 169. doi:10.1590/S1516-44462008000200016.
- Szelenberger, W.; Niemcewicz, S., & Dąbrowska, A. (2005). Sleepwalking and night terrors: Psychopathological and psychophysiological correlates. International Review of Psychiatry 32 (12): 263-270. doi:10.1080/09540260500104573
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