Una de las funciones del logopeda, el profesional especialista en trastornos de la audición, deglución, comunicación y desarrollo del lenguaje —también llamado fonoaudiólogo— es la evaluación logopédica. A partir de este procedimiento, el profesional realiza una valoración de las alteraciones con las que acude el paciente a la consulta, y en caso de contar con los requisitos suficientes, puede a partir de la evaluación arribar a un diagnóstico.
La importancia de diagnosticar a los pacientes reside en que sólo así es posible decidir qué tratamiento es el más adecuado para solucionar su problema, ateniéndose siempre a la evidencia científica. Para llevar a cabo los procesos de evaluación y diagnóstico, el logopeda despliega una serie de herramientas y enfoques efectivos y diseñados específicamente para esta clase de problemas. Veamos cuáles son.
- Artículo relacionado: "Las 6 principales ramas de la Logopedia"
¿En qué consiste la evaluación logopédica de un paciente?
Existen diversos motivos por los cuales una persona puede acudir al logopeda. Aunque este tipo de profesionales pueden intervenir en las alteraciones del habla y del lenguaje en cualquier etapa del ciclo vital, es cierto que mayoritariamente son familias las que acuden a consulta preocupadas por la conducta de su hijo/a. En general, los padres de los niños manifiestan que su hijo/a presenta alguna de las siguientes características:
- No habla
- No muestra interés en la comunicación con otros niños o adultos
- No se relaciona
- No responde cuando es llamado/a por su nombre
- Intenta expresarse pero no se le entiende
Por lo tanto, la evaluación es el método mediante el cual el profesional debe proceder siempre que presuma la presencia de algún tipo de alteración y/o malestar en un paciente.
Es importante que la evaluación sea llevada a cabo por el profesional lo más rápido posible, en especial si el paciente es un niño/a en edad preescolar, ya que es durante este período cuando el niño comienza a desarrollar el habla. Además, el logopeda debe ser capaz de diferenciar si el problema al que se debe la consulta está enraizado en dificultades de la comunicación, de la comprensión, del habla o de la expresión, puesto que el diagnóstico y abordaje debe ser llevado a cabo en función a las particularidades del paciente.
Las herramientas necesarias para una evaluación logopédica
1. Recolección de información
En primera instancia, el logopeda necesita recoger información proveniente de otros profesionales si es que el/la paciente fue atendido con anterioridad y derivado al logopeda. Dichos profesionales pueden provenir del entorno educativo (maestros, pedagogos, orientadores, psicólogos) o del ámbito médico (pediatras, neurólogos, otorrinolaringólogos, foniatras, etcétera).
- Quizás te interese: "¿En qué consiste una evaluación psicológica?"
2. Anamnesis
La anamnesis es el procedimiento a partir del cual el profesional recoge datos sobre la historia clínica del paciente. Este procedimiento se lleva a cabo durante una entrevista. No obstante, es importante resaltar que no consiste en un interrogatorio. El logopeda debe posicionarse desde un enfoque sumamente humano, asumiendo que la entrevista es una situación donde se encuentran dos o más agentes en relaciones de poder asimétricas (poseedor de un saber profesional - no poseedor).
En la anamnesis, el profesional debe indagar en los antecedentes de la vida del paciente, los antecedentes familiares, su alimentación, el sueño, cómo se desarrolló el lenguaje en las etapas anteriores de la vida, entre otros datos; pero también debe asegurarse de reunir esta información con proximidad afectiva, calidez, empatía y respeto. Esto, asimismo, asegura que los pacientes regresen a la consulta y puedan adherirse a un tratamiento a posteriori en caso de necesitarlo. Requiere de un trabajo de contención de los pacientes o familias. El logopeda debe transmitir que está interesado por el dolor y malestar del paciente y que se ocupará de él con empatía y responsabilidad.
- Quizás te interese: "10 características esenciales de un buen psicólogo"
3. Observación
Tras la recolección de datos provenientes de otros profesionales y la anamnesis, el logopeda lleva a cabo la observación del niño en una primera sesión para captar qué es aquello que obstruye el desarrollo del lenguaje en condiciones normales. El logopeda debe observar la actitud del niño en relación a los materiales presentados o personas presentes y realizar una valoración en relación a su edad y sus capacidades. Se llevan a cabo actividades para observar si está tenso, inhibido, tranquilo o participativo; atendiendo en simultáneo a su nivel de comprensión de las consignas, al modo en el que se expresa, a si es capaz de asociar objetos con sus nombres, a su gesticulación y expresión facial, a la motricidad fina, etcétera.
4. Evaluación orofacial
Si el niño logra llevar a cabo las actividades propuestas durante la observación, el logopeda puede proceder a la evaluación orofacial, con el objetivo de detectar si el niño tiene alteraciones anatómicas en los órganos a partir de los cuales lleva a cabo la fonación o se alimenta, según corresponda con su problema.
5. Aplicación de pruebas o tests
Por último, en una evaluación se aplica a los pacientes pruebas o tests para evaluar distintos aspectos que podrían brindar indicadores para conocer más acerca de su problema. Por ejemplo, se suele llevar a cabo una evaluación de la discriminación auditiva y fonológica en la que se le presenta al niño un sonido y cuatro imágenes, debiendo ser capaz de identificra qué imagen corresponde con el sonido; también se le hacen pruebas idénticas pero en las que se le presenta no uno sino dos sonidos en simultáneo, u otras en las que debe discriminar fonológicamente las palabras presentadas. También existen otras pruebas que evalúan el dominio de los fonemas.
La importancia de considerar la evaluación para arribar a un diagnóstico
Una vez realizada la evaluación del paciente, es posible que el logopeda arribe a un diagnóstico para poder proceder a la aplicación de un tratamiento o a la derivación a otro profesional de la salud o el lenguaje en caso de necesitarlo. Para facilitar la tarea del diagnóstico, es importante que el logopeda haya adoptado un enfoque tanto cualitativo como cuantitativo. Es decir, que concilie la recolección de datos numéricos obtenidos en las pruebas con las particularidades que presenta aquél caso, concibiendo cuál es la historia del paciente, con qué dificultades o facilidades aconteció su desarrollo temprano en relación al habla, su contexto socioeconómico —para analizar si un tratamiento es viable o no—, cuál es su lugar en esa familia, etcétera.
Poca utilidad tiene contar con un cúmulo de pruebas realizadas y datos presuntamente objetivos si son obviados los datos de índole cualitativa y viceversa. Por esta razón, no podemos pensar ambas fases por separado: el diagnóstico va de la mano con la evaluación en toda valoración logopédica.