Uno de los trastornos psicológicos más frecuentes es la fobia específica; sin embargo, no es necesariamente incapacitante porque las personas que lo sufren tienden a evitar aquello que les provoca miedo, o bien es difícil que lo encuentren en su entorno habitual. No obstante, no todos los estímulos fóbicos pueden ser evitados con facilidad.
En este artículo analizaremos el miedo al agua, también conocido como hidrofobia o acuafobia. Explicaremos en qué consiste, cuáles son sus causas y cómo se aplica la exposición en vivo, el tratamiento más eficaz para las fobias específicas, en el caso de la hidrofobia.
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¿En qué consiste la hidrofobia?
La hidrofobia o acuafobia es un tipo de fobia específica, es decir, un trastorno de ansiedad en que la exposición a un estímulo concreto provoca miedo y malestar intensos que inducen a la persona a la evitación y al escape de la situación. En este caso, el objeto del miedo es el agua.
Dentro de las fobias específicas encontramos el subtipo ambiental o natural; la hidrofobia se puede englobar dentro de esta categoría, junto con el miedo a las alturas (acrofobia), a la oscuridad (nictofobia) o a las tormentas (astrafobia).
Las personas con hidrofobia presentan distintos síntomas relacionados con la evitación del agua. Lo más habitual es que tengan miedo a ahogarse al nadar, pero también puede que no quieran ingerir líquidos o que eviten ducharse y bañarse por tal de no entrar en contacto con el agua, especialmente si la fobia es muy irracional.
Así, el miedo al agua puede interferir en la vida de quienes lo sufren de múltiples maneras. Por ejemplo, las personas con hidrofobia que no se duchan pueden tener problemas higiénicos y sociales, y las que evitan beber agua pueden sufrir deshidratación, que causa cansancio, dolor e insuficiencia cardíaca.
Lo más habitual es que el miedo al agua aparezca en la infancia y remita de forma espontánea a medida que el niño crece. No obstante, si el temor es muy intenso o persistente (y por tanto cumple los criterios diagnósticos de la fobia específica) conviene consultar con un especialista, puesto que las fobias tienden a agravarse con el paso del tiempo.
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Causas del miedo al agua
Desde la psicología se han ofrecido muchas hipótesis sobre las causas de las fobias específicas. En la actualidad predominan los modelos conductuales y cognitivo-conductuales, si bien la perspectiva evolucionista también ha hecho aportaciones relevantes en este campo.
La teoría de la preparación de Seligman plantea que, a medida que nuestra especie evolucionaba, los humanos consolidamos mediante la herencia predisposiciones biológicas a asociar determinados estímulos y respuestas porque estas favorecieron nuestra supervivencia.
En el caso de la hidrofobia, temer el agua habría podido prevenir muertes por ahogamiento, principalmente. En la actualidad muchas personas conservarían esta “asociación preparada” en mayor o menor medida, lo que explicaría en parte los distintos grados de hidrofobia.
Exista o no una preparación biológica, durante nuestra vida podemos asociar mediante condicionamiento clásico el miedo con cualquier estímulo a través de experiencias ansiógenas. Además, si no se produce una exposición estos temores se intensifican por reforzamiento negativo, tal y como plantea el modelo de los dos factores de Mowrer.
Sin embargo, también es posible adquirir una fobia sin una experiencia negativa directa, sino mediante la observación o la transmisión de información. Por ejemplo, una niña o un niño podrían empezar a tener miedo al agua después de ver a una persona ahogándose en una película o de escuchar un relato similar.
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Rabia e hidrofobia
Es muy habitual que aparezca miedo al agua en las fases avanzadas de la rabia porque los espasmos faríngeos característicos de esta enfermedad provocan dolor al tragar. De hecho, en ocasiones se utiliza la palabra “hidrofobia” como nombre alternativo de esta enfermedad.
La rabia es una enfermedad vírica que afecta a todos los mamíferos. Provoca una inflamación del encéfalo (encefalitis) que acaba matando al animal o persona afectado. En la actualidad existen vacunas que permiten prevenir y eliminar el virus de la rabia.
En este caso la hidrofobia surge como una consecuencia natural de los síntomas físicos de la enfermedad, por lo que tiene unas características distintas a las de la hidrofobia psicógena. Lo mismo se aplica al miedo al agua producido por otras causas orgánicas.
Tratamiento de la acuafobia: exposición en vivo
Cuando la hidrofobia se debe a causas médicas, corregir la afección suele hacer que los síntomas remitan. En cambio, si el miedo está explicado por factores psicológicos se aplicarían tratamientos para la fobia específica, basados principalmente en la técnica de la exposición en vivo.
La exposición en vivo consiste en permanecer cerca del estímulo fóbico (el objeto del miedo) hasta que la ansiedad se reduzca. Mediante este procedimiento la persona aprende a manejar la ansiedad y comprueba que sus temores no se cumplen.
Generalmente son necesarias muchas sesiones de exposición: la práctica por parte del paciente es uno de los mejores predictores del éxito de este tratamiento. Lo más habitual es que se hagan jerarquías de situaciones fóbicas y se progrese desde las que causan un miedo ligero hasta las que provocaban verdadero pánico al inicio de la terapia.
Dado que la mayoría de personas con hidrofobia temen caer al agua y ahogarse, las situaciones temidas a las que deberán exponerse suelen estar relacionadas con permanecer cerca del agua y nadar, o aprender a hacerlo. En casos en que el miedo sea distinto, como ahogarse, las situaciones de exposición pueden variar.
También es probable que quienes tienen esta fobia interpreten las sensaciones normales que aparecen al nadar, como la falta de aliento, como signos de que su vida corre peligro. En estos casos puede ser recomendable utilizar exposición interoceptiva a las sensaciones físicas para facilitar la reestructuración cognitiva.
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