La importancia del Autocuidado Emocional en tiempos de estrés

Una expresión que utilizamos cuando queremos referirnos a la época actual es «en los tiempos que corren». Y qué irónico, ¿no? Las rutinas del siglo XXI nos llevan de aquí para allá al trote; las demandas y necesidades de nuestros familiares, amigos y compañeros de trabajo son exigentes e inmediatas. Las nuestras también: no somos tolerantes a emociones incómodas o pensamientos desagradables, y tardamos unos pocos segundos en suplir el malestar con gratificaciones intensas y fugaces, como ver algo en la televisión o consumir redes sociales. Además, a pesar de que la sociedad contemporánea tienda a la comodidad y al menor esfuerzo, muchos valores exitistas todavía persisten.

Las nuevas cadenas de embalaje son las apps que nos atrapan, mostrándonos vidas perfectas y consejos sobre cómo ser más eficientes, productivos o felices. Es frecuente que ante un mundo caracterizado por esta multiplicidad de estímulos muchos resulten ser sumamente aversivos, y por qué no, estresantes.

Sin embargo, ya que las mencionamos, así como existe contenido en las redes sociales que puede ser nocivo para nuestro bienestar, también se puede hacer un buen uso de ellas. Son muchos los sitios o cuentas que divulgan información acerca de cómo cuidarnos a nosotros mismos de manera responsable y rigurosa, enfatizando en la importancia del autocuidado. Una de las formas de autocuidado es el autocuidado emocional, un concepto que desarrollaremos en este artículo en tanto es de vital importancia en tiempos donde el estrés prima.

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El estrés: ¿es siempre malo?

Antes de abordar la importancia del autocuidado emocional, consideramos necesario aclarar que el estrés, en sí mismo, se trata de una reacción normal de un organismo frente a un estímulo que es considerado aversivo o estresante. Y decimos normal en tanto poseer la capacidad de experimentar estrés, por más desagradable que sea, supone una cualidad adaptativa.

El estrés nos permite asegurarnos la supervivencia a nivel biológico; pero también nos brinda la posibilidad de cambiar, de dar nuevas respuestas creativas ante los desafíos que la vida nos presenta; en definitiva, tomar decisiones acordes a qué es importante para nosotros y al contexto que nos rodea.

Las circunstancias que nos generan estrés nos obligan a movilizarnos. El problema está cuando los mecanismos de adaptación que ponemos en juego no son suficientes para poner fin a las situaciones estresantes; en otras palabras, que a lo largo del tiempo no seamos capaces de lidiar con lo que percibimos como una amenaza. La prolongación de la situación estresante puede tener efectos tanto físicos como cognitivos indeseados en una persona, pero también conducir a alteraciones a nivel comportamental.

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Autocuidado emocional: ¿por qué es importante?

Teniendo en cuenta el supuesto de que en los tiempos que corren nos encontramos cada vez más expuestos a estímulos que podrían estresarnos, podríamos sostener que el autocuidado es una práctica sumamente útil para responder ante los desafíos cotidianos que muchas veces nos abruman. Cuidarnos a nosotros mismos nos permite perseguir una mejor calidad de vida, fortalecer los vínculos más significativos que nos rodean y comprometernos con ellos, en pos de alcanzar una mejoría en la salud física y mental.

En este último plano, a nivel psicológico, concretar prácticas de autocuidado contribuye a que una persona experimente un mayor bienestar emocional aún cuando se enfrenta a eventos que repercutan en él o ella de manera negativa. Esto no quiere decir que mediante prácticas de autocuidado podamos eliminar las situaciones estresantes. De hecho, en algunos casos sería contraproducente evitar los eventos que nos generan estrés. Por ejemplo, un examen oral podría ser un acontecimiento que fácilmente genera estados emocionales desagradables como miedo, estrés o ansiedad.

Sin embargo, evitar el examen podría alejarnos de algo valioso para nosotros (finalizar nuestros estudios), por lo que lo importante no es quitar el estrés, sino poder lidiar con él. Es este el propósito de las prácticas de autocuidado emocional: darnos un momento para estar con nosotros mismos, con cómo nos sentimos ante determinada situación, pudiendo identificar las señales físicas del malestar o del agotamiento emocional.

Llevarlas a cabo, además, podría brindarnos cierta claridad o perspectiva para que nos sea más sencillo establecer límites entre el trabajo y la vida emocional. Las estrategias de autocuidado permiten una mayor regulación emocional, saber reconocer las propias necesidades y evidenciar cuándo deberíamos pedir ayuda.

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Algunas prácticas de autocuidado emocional.

En general, existen muchas prácticas de autocuidado emocional que pueden servir para sentirnos menos sobrepasados por el estrés cotidiano y dar respuestas más conscientes a los retos del mundo que nos rodea. Muchas de ellas se fundamentan en reducir los tiempos de exposición a situaciones estresantes que sean innecesarias, mientras que otras apuntan a poder ser llevadas a cabo en la práctica frente a situaciones actuales de estrés.

A continuación, te dejamos algunos ejemplos de prácticas de autocuidado emocional que podrían ser útiles ante distintos contextos o escenarios. Puede que exista alguna actividad que esté por fuera de estas sugerencias y que incluso así suponga una práctica de autocuidado; por lo que no dejes que estas ideas te limiten. Lo importante es que escojas la que más se adapte a tu rutina diaria para que puedas poner el autocuidado emocional en práctica.

• Llevar un diario o hacer journaling, para ejercitar un mayor estado de conciencia sobre los propios pensamientos y estados emocionales.
• Reducir el tiempo en pantalla, además de traer muchísimos beneficios, para prevenir que la utilicemos como estrategia de evitación a situaciones importantes aunque difíciles
• Técnicas de respiración diafragmática como la respiración de la caja o box breathing (inspirar, retener, exhalar y retener; cada paso durante 4 segundos) antes de lidiar con situaciones estresantes como una conversación difícil
• Meditación o prácticas Mindfulness, en tanto aumentan nuestro campo atencional y nos permiten vincularnos a la experiencia con mayor consciencia del momento presente. Puede ser útil antes de lidiar con una situación compleja.

• Hacer actividad física o practicar algún deporte, que entre sus tantos beneficios, nos conecta con nuestro cuerpo y alivia estados emocionales intensos
• Darse un baño de inmersión o ducha relajante para estar presentes antes de acudir a algún evento que consideremos estresante o difícil.