Tienes molestias en la boca desde hace tiempo, te sangran las encías, llevas posponiendo la limpieza bucal anual más de tres años y se te está acumulando el sarro, crees que puedes estar empezando a desarrollar periodontitis, y sabes que solo hay una manera de solucionar todo esto, no te queda otra... pero sólo con imaginarlo te entra el pánico, el miedo insuperable, te intentas autoconvencer de que realmente no es tan necesario ir y estás dispuesto a soportar esta situación antes que entrar en una consulta de un dentista.
En este artículo vamos a hablar de una fobia mucho más común de lo que se cree: la odontofobia, el miedo irracional a ir al dentista, un problema que puede desencadenar varias complicaciones serias de salud.
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¿Qué es la odontofobia? Diferenciar entre la ansiedad y la fobia
Como hemos comentado anteriormente, la odontofobia es el miedo irracional y persistente a ir al dentista. Para ser considerado como una fobia, este miedo se debe prolongar durante al menos seis meses.
Debemos matizar que no es lo mismo hablar de la ansiedad que podemos sentir todos antes de ir al dentista (algo muy común en la sociedad, no solo en niños) y otra cosa es hablar de fobia al dentista (odontofobia). Queramos o no, en ocasiones ir al dentista es incómodo por la intervención invasiva que suelen hacer, ya que la boca es una zona muy sensible. Es normal y adaptativo que de alguna manera nuestro organismo detecte que hay un “peligro”, y que como consecuencia se active la ansiedad para “huir” o para “luchar”. Sin embargo, la odontofobia es algo mucho más serio para la persona que la padece, ya que afecta muy negativamente a su calidad de vida.
Un elemento diferenciador de tener un simple estado de ansiedad y tener odontofobia será la medida en que la persona evita de forma activa ir al dentista a pesar de que le es realmente necesario ir. Una analogía muy adecuada para entender esto es compararlo con la fobia a los aviones. Muchas personas sienten ansiedad antes de volar, pero no va más allá y suben al avión sin necesidad de medidas alternativas. Las personas con fobia a volar evitarán en la medida de lo posible subir a un avión, y siempre que puedan cogerán transportes alternativos, aunque ello les perjudique objetivamente (a nivel económico, tiempo, etcétera).
En el caso de la persona con odontofobia, en la medida que le sea posible evitará a toda costa ir al dentista, mientras que la persona con ansiedad se enfrentará a ello sin darle mayor importancia, a pesar de la incomodidad o dolor que pueda llegar a sentir.
Síntomas del miedo extremo al dentista
Las personas con odontofobia tienen miedo, en general, a los procedimientos invasores (a que les pinchen, cirugía, extracción de dientes, anestesia, taladro…). Experimentan gran ansiedad, lo que puede conducir a aumentar la sensibilidad al dolor. Algunos autores relacionan la odontofobia o fobia dental con la fobia a la SID (Sangre-Inyección-Daño).
Tienen miedo a padecer dolor, y en algunos casos tienen miedo de tener un ataque de pánico en el momento de la intervención. Como consecuencia al miedo, los pacientes suelen tensar los músculos, incluso los de la cara. A veces puede existir una hipersensibilidad al reflejo de ahogo, sobre todo en el caso de los hombres. El ahogo se produce al intentar introducir objetos en la boca de la persona o al presionar la garganta, dificultando o impidiendo la intervención médica.
En los casos más graves de odontofobia con hipersensibilidad al reflejo de ahogo los estímulos que generan el ahogo se amplían: pensar en el dentista, el olor a utensilios propios del dentista, lavarse los dientes, llevar cuellos altos, etcétera.
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Causas
En general las causas de cualquier fobia específica, como la odontofobia, se explican por tres factores importantes (Barlow, 2002): vulnerabilidad biológica, vulnerabilidad psicológica generalizada y vulnerabilidad psicológica específica. Nos vamos a centrar de forma especial en la vulnerabilidad psicológica específica, ya que suele ser la que mayor protagonismo tiene en la odontofobia.
Ésta estaría relacionada con una experiencia de aprendizaje negativa directa, basada en el condicionamiento directo. Más concretamente, sería la típica escena de un niño que atraviesa una experiencia negativa en el dentista y que a partir de entonces condiciona el dentista con el dolor o estímulo fóbico, y que se generaliza a otros estímulos (p. ej., bata blanca, el olor a dentista, ver los materiales…).
Lógicamente, la gravedad y la frecuencia de estas experiencias negativas (sentir que cada vez que se va al dentista se tiene una experiencia muy desagradable o medianamente negativa) y una exposición poco frecuente a la situación tras la experiencia negativa (ir ampliando cada vez más la frecuencia con la que vamos al dentista por la aversión y el miedo que nos genera: evitación) son las variables más importantes para el desarrollo de esta fobia específica.
Afortunadamente, hoy en día las intervenciones de los dentistas son menos invasivas y dolorosas que hace unos años, fruto de la innovación tecnológica y del uso de utensilios más finos e indoloros.
¿Cómo se supera? Tratamiento
La Exposición en Vivo es uno de los tratamientos más eficaces para la fobia dental u odontofobia. Si la persona tiene un miedo incontrolable puede ser útil empezar con ejercicios de exposición en imaginación o ver vídeos sobre dentistas, para proseguir con la exposición en vivo cuando el paciente se sienta más preparado.
Durante la exposición en vivo es importante que el paciente sienta que tiene la posibilidad de controlar el estímulo temido a través de señales pactadas previamente con el dentista (p. ej., decidir cuándo quiere que le pinchen, detener el taladro). Es importante que exista un alto grado de predecibilidad, es decir, que sea el paciente quien controle la situación y que sepa lo que va a ocurrir en todo momento.
Obviamente, es mejor que el cliente elija a un dentista de confianza y que tenga especial empatía hacia la situación difícil que está atravesando la persona, pues seguramente su intervención requerirá de paciencia y especial cuidado. El dentista le tiene que explicar los procedimientos a seguir, cuál será el siguiente paso, y que aplique la anestesia adecuada para cada caso.
En los casos de odontofobia también es útil entrenar al paciente en respiración controlada o en relajación aplicada, sobre todo cuando las reacciones somáticas del miedo intenso producen tensión muscular o tensión en la garganta).
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