La paranoia es uno de los conceptos asociados a los trastornos mentales que tienen que ver con los delirios, es decir, las ideas descabelladas en las que se cree con una intensidad que va más allá de lo razonable.
Por su naturaleza llamativa y enigmática, la paranoia, como fenómeno, ha despertado el interés de muchas personas que han pasado a utilizar el término como un componente más de su vocabulario. En estos casos, esta palabra es aplicada a situaciones del día a día vividas junto a amigos, familiares y conocidos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que es un concepto del ámbito clínico de la psicología y de la psiquiatría, y se usa solo en casos muy concretos. Veamos en qué consiste realmente.
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¿Qué es la paranoia?
La paranoia es un estilo de pensamiento asociado a los trastornos mentales que se caracteriza por dar forma a los delirios autorreferentes. Eso significa que quien expresa un comportamiento paranoico tiene una tendencia a creer que todo lo que ocurre y de lo que es consciente se da a causa de un mismo hecho, una verdad que normalmente intenta ser ocultada por entidades misteriosas (sobrenaturales o no) pero que uno mismo es capaz de ver.
Por ejemplo, la creencia de que alguien está insertando mensajes cifrados en los anuncios de televisión para lavarnos el cerebro es un delirio muy propio de esta clase de estados mentales. Otros ejemplos: hay alguien escuchándonos a través de los enchufes, nos sigue una paloma con un micrófono oculto entre las plumas, etc.
Los delirios de persecución son típicos de la paranoia, ya que, al reconocer todo tipo de indicios en los detalles de lo que nos rodea, se llega a la conclusión de que hay alguien muy interesado en seguir nuestros pasos de manera discreta, camuflando muy bien su rastro.
Hay que tener en cuenta que aunque el uso del término “paranoia” es relativamente laxo y se refiere a un tipo de pensamiento y comportamiento, en la práctica suele hacer referencia al trastorno delirante, o psicosis paranoica, un tipo de alteración relacionada con el grupo de trastornos próximos a la esquizofrenia.
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Funcionamiento de este pensamiento delirante
Las características básicas de la paranoia son las siguientes.
1. Hostilidad, actitud defensiva y manía persecutoria
Las personas que expresan paranoia ven constantemente motivos para no confiar en casi nadie, dado que cualquiera podría ser un potencial atacante o espía. Esto, además, hace que sea muy complicado atender a estas personas desde el ámbito clínico en los casos más graves.
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2. Adopción de rutinas de protección
Si bien no se da en todos los casos de paranoia, es muy frecuente que la persona adopte ciertos hábitos y rutinas características cuya finalidad es únicamente la defensa de las amenazas exteriores. Por ejemplo, envolverse la cabeza con papel de aluminio es una opción popular entre quienes creen que sus pensamientos pueden ser “leídos” o “robados” por alguien.
3. Rigidez cognitiva
Otra de las principales diferencias entre la paranoia y otro tipo de estados mentales no relacionados con trastornos es que la primera se basa en una clara rigidez cognitiva, o incapacidad de autocorrección.
Cuando las predicciones basadas en los delirios no se cumplen, simplemente se busca otra explicación, cuyo único requisito tiene que ser que no vaya en contra de la idea principal que estructura la paranoia.
Eso significa que, mientras se cumpla este criterio, las nuevas explicaciones pueden ser tan enrevesadas y poco razonables como las demás.
Las causas de la paranoia
La paranoia es uno de los síntomas asociados a la psicosis, pero este hecho, por sí solo, no dice mucho sobre sus causas. En realidad, como síntoma la paranoia puede deberse a diferentes tipos de alteración mental o por problemas puramente neurológicos. Hay diferentes teorías que intentan dar cuenta de por qué aparece este patrón de pensamiento.
1. Aparición por aprendizaje y contingencias
La influencia ambiental y social puede hacer que miles de personas expresen patrones de paranoia sin llegar a formar parte de casos clínicos muy severos. Diversas teorías de la conspiración, por ejemplo, pueden ser entendidas como esquemas explicativos que resisten todo tipo de evidencias en contra y que, por otro lado, se basan en una entidad (física u organizativa), que tiene sus propios intereses políticos y económicos, así como el poder de manipular a su antojo lo que ocurre en el planeta.
Así, el adoctrinamiento y la integración en algunos círculos sociales pueden, por sí solos, hacer que las personas se acostumbren a pensar a través de la paranoia o algo muy cercano a ella.
2. Por trastorno y complicaciones de tipo clínico
Normalmente, nuestra capacidad de pensar y de crear conceptos abstractos es concebida como una habilidad que nos convierte en seres inteligentes, altamente preparados para adaptarnos a los nuevos retos. La flexibilidad de nuestra cognición permite que habitualmente encontremos soluciones innovadoras por muy cambiante que sea el entorno.
¿Cómo conseguimos afrontar tan bien estas situaciones variables y hasta cierto punto imprevisibles? Para ello, utilizamos de forma automática una de las capacidades en las que somos más hábiles gracias al hecho de poseer un encéfalo muy desarrollado: la habilidad de reconocer patrones y regularidades en toda clase de estímulos. Gracias a ella ponemos orden en lo que de otro modo sería un caos de percepciones y de recuerdos.
Además, esta reorganización de la información se lleva a cabo tanto en los aspectos más concretos de la percepción como con los conceptos más abstractos, las ideas a través de las cuales interpretamos la realidad mediante lo que se conoce como esquemas cognitivos. Por ejemplo, es muy fácil, e incluso automático, detectar patrones de musicalidad en ciertos sonidos, o reconocer caras donde solo hay manchas, pero también es habitual reconocer intenciones en las acciones de los demás.
La paranoia es lo que ocurre cuando esta habilidad que mostramos a la hora de reconocer ideas y percepciones subyacentes que vertebren todas las demás se vuelve algo patológico, una señal de que imponemos un relato muy forzado para explicar la realidad, en vez de asumir que no lo podemos anticipar todo y limitarnos a experimentar nuestras vivencias dando por supuesto que siempre quedarán dudas por resolver.
Así, ciertos trastornos mentales pueden alterar el funcionamiento de los procesos cognitivos que ya existen en todo ser humano pueden “extralimitarse”, si bien no se sabe cómo ocurre esto.
3. Por fallo cerebral
Algunas lesiones cerebrales pueden estar relacionados con tipos concretos de pensamiento paranoico. El síndrome de Capgras, por ejemplo, consiste en una tendencia a creer que amigos y familiares han sido sustituidos por otras personas físicamente idénticas a los primeros, y se cree que es producido por daño en las conexiones entre el sistema límbico y áreas de la corteza cerebral.