Se puede considerar que la ansiedad es uno de los síntomas que más afectan hoy en día a la salud emocional de las personas.
Es una patología o “enfermedad” muy común, típica de la sociedad occidental, derivada del ritmo frenético de vida, la autoexigencia, nuestros miedos e inseguridades, falta de recursos y estrategias de afrontamiento y de estar expuestos repetidamente a situaciones estresantes, entre otros aspectos.
- Artículo relacionado: "Tipos de Trastornos de Ansiedad y sus características"
¿A qué se debe que sintamos ansiedad en el día a día?
La ansiedad se puede conceptualizar como un sentimiento de angustia, estrés, preocupación o miedo entre otros, siendo una reacción normal del organismo ante un cambio o desafío.
Se puede decir que la respuesta de ansiedad en sí es adaptativa y controlable, ya que nos pone en alerta ante situaciones que nos generan malestar o las percibimos como peligrosas, tales como: exponer un nuevo proyecto en la empresa, presentarnos a unas oposiciones, hacer un viaje largo a algún lugar desconocido, el diagnóstico de una enfermedad, etc.
Por ello, este sentimiento de ansiedad nos puede dotar de una capacidad de anticipación, respuesta y adaptación ante estas situaciones desconocidas o “amenazantes”.
Por lo tanto, podríamos decir que la ansiedad es un mecanismo de defensa del organismo que nos mantiene en alerta, preparándonos ante cualquier situación desagradable. Prácticamente la mayoría de las personas hemos sufrido o vamos a sufrir muchas respuestas de estrés o ansiedad a lo largo de nuestra vida, por lo que hay que entenderlo como algo normal dentro del proceso vital.
Algunos de los signos de estrés más comunes podrían ser:
- Dificultad para calmar la mente, tranquilizarnos o relajarnos
- Pérdida de la capacidad de concentración
- Sensación de pérdida de control
- Nos frustramos rápidamente sin motivo aparente
- No sentimos nerviosos o abrumados
- Interpretaciones negativas del entorno
La dificultad de tener estrés no radica en el sentimiento en sí o en la situación negativa que lo puede generar, sino en la sintomatología subyacente prolongada en el tiempo, cada vez más intensa, generándonos una sensación de angustia y de pérdida de control constante, bloqueos emocionales, somatizaciones o incapacidad para actuar y pensar con claridad, convirtiendo esa respuesta adaptativa en un síntoma limitante, pudiendo dañar nuestra salud mental y física.
Cuando estos signos de estrés aparecen repetidamente en nuestro organismo, podrían generar síntomas de ansiedad tales como:
- Nos alteramos rápidamente
- Pensamientos negativos rumiantes
- Sensación de agitación o tensión
- Respiración acelerada (hiperventilación)
- Dificultad para conciliar el sueño con normalidad
- Sensación de peligro constante
- Sudoración, náuseas y temblores
- Visión borrosa ante los mareos
La ansiedad aparece con una combinación de estos tres factores:
- Cognitivo-Emocional: son los pensamientos y sentimientos. Preocupaciones, percepciones negativas sobre nosotros mismos o el entorno, inseguridades, anticipaciones, etc.
- Fisiológico: reacciones del organismo como temblores, sudoración, mareos, presión en el pecho, dolor estomacal, fata de aire, etc.
- Conductual: hace referencia a nuestros comportamientos como comer en exceso, mordernos las uñas o el labio, fumar compulsivamente, abuso de cafeína, escapar de situaciones cotidianas, etc.
¿Qué hacer?
Para evitar que la ansiedad nos llegue a producir una patología o enfermedad más acusada, podríamos aprender a reconocer los componentes de estrés en nosotros mismos, como la irritabilidad, el dolor de cabeza, nervios, pensamientos rumiantes, pérdida de atención y concentración, mala alimentación, etc.
Además de poder identificar los disparadores externos que nos activan (situaciones estresantes), como sobrecarga laboral, problemas familiares, dificultades económicas, ámbito social negativo, etc. Así seremos mucho más conscientes de ellos, generando más facilidad para gestionarlos y controlarlos.
Para obtener un buen manejo de los síntomas de estrés y ansiedad, podríamos seguir las siguientes pautas:
- Reconocer y aceptar que tenemos ansiedad, sin juzgarnos
- Identificar por qué actuamos de una manera determinada, (que emoción hay detrás de la conducta)
- Validar nuestras emociones ¿Por qué me siento así?
- Identificar y confrontar nuestros pensamientos negativos y erróneos
- Identificar la intensidad de la ansiedad, para poder anticiparla y controlarla
- Aprender técnicas de respiración o Mindfulness
- Hacer actividad física o ejercicio para la mente-cuerpo como yoga o pilates.
- Generar conductas de autocuidado: alimentación equilibrada, rutinas para dormir bien
- Aceptar las cosas que no podemos cambiar y no dependen de nosotros
- Realizar actividades que nos conecten con la sensación de bienestar
- Cambiar el orden de prioridades, sin que las responsabilidades nos sobrepasen
- Aprender a poner límites acordes a nuestras necesidades
Si después entender estas claves y poner todas estas técnicas en marcha para el control de la ansiedad, todavía sentimos que no podemos gestionarlo por nosotros mismos, es recomendable acudir a un profesional de la psicología para que nos ayude a abordar estas dificultades de la forma más eficaz y positiva posible.