Pselismofobia (miedo a tartamudear): síntomas, causas y tratamiento

El temor a tartamudear puede llegar a desarrollar un malestar que requiera tratamiento.

Pselismofobia
Un trastorno de ansiedad vinculado al tartamudeo.Unsplash.

La pselismofobia es el miedo intenso y persistente a tartamudear. Se trata de un miedo que suele agravar y prolongar el propio tartamudeo. Así mismo se trata de un temor relacionado con fobias sociales.

A continuación veremos qué es la psellismofobia, cuáles son algunas de sus principales características y causas, así como el tratamiento más común de las fobias sociales.

Pselismofobia: miedo al tartamudeo

La palabra “psellismofobia” o “pselismofobia” se compone del término “psellismo” que quiere decir “tartamudeo” y “fobos” que significa “miedo”. En este sentido, la pselismofobia es el miedo persistente e irracional al tartamudeo (al trastorno de la fluidez del habla). Se trata de una fobia relacionada con distintos miedos a entablar interacciones verbales, como la glosofobia, lalilofobia o lalofobia.

Por lo anterior, la pselismofobia es frecuentemente considerada un tipo de fobia social o bien, una característica de esta última. La fobia social, por su parte, se caracteriza por un miedo intenso, persistente y excesivo ante o más situaciones sociales, así como ante la obligación de realizar actuaciones delante de los demás.

Lo anterior puede ocurrir ante gente conocida o desconocida, pero el miedo no es la gente o a la interacción en sí misma, sino a la humillación, la incomodidad y la posibilidad de ser comparado o evaluado.

Principales síntomas

En la fobia social, las situaciones temidas más comunes son hablar en público, iniciar o mantener conversaciones con gente nueva, hablar con figuras de autoridad, ser entrevistado e ir a fiestas. La exposición a estas genera ansiedad y su correlato fisiológico correspondiente: sudoración, aumento de la frecuencia cardiaca, hiperventilación, disminución de la actividad gastrointestinal, etcétera, y en ocasiones ataques de pánico.

Otras de las manifestaciones más frecuentes son boca seca, contracciones nerviosas y rubor. Con frecuencia dichas respuestas se generan de manera anticipatoria, es decir, antes de la exposición a las interacciones sociales. Así mismo, dichas respuestas son consecuencia de la actividad de distintos sistemas como el sistema nervioso autónomo, el sistema cognitivo y el sistema conductual.

Para contrarrestar la respuesta de ansiedad, la persona genera distintas conductas de evitación a la interacción social. Esto último termina por repercutir significativa y negativamente en sus actividades cotidianas. De hecho es este último criterio (el malestar que interfiere marcadamente en la vida de la persona), el que hace la diferencia entre una fobia social y una ansiedad social (también llamada timidez).

Cuando se trata de personas adultas, la intensidad y la desproporción del miedo son fácilmente reconocidas, pero cuando se presenta en niños este reconocimiento no ocurre.

Causas

Las fobias sociales suelen desarrollarse en la adolescencia (frecuentemente alrededor de los 15 años). Eso último puede esta vinculado precisamente con dicha etapa del desarrollo, en donde aumentan significativamente las situaciones que implican una evaluación externa. Lo anterior aunado a las demandas generadas por nuevos entornos y la necesidad de establecer determinados roles en un sistema social más allá de la familia.

Además, las fobias sociales se presentan con mayor frecuencia entre las mujeres, lo que puede estar relacionado con valores occidentales donde la timidez es incompatible con el rol masculino, pero es socialmente aceptado en el femenino. Por otro lado, es más común que se presenten en personas de menor nivel socioeconómico, cuestión que puede indicar malestares relacionados con jerarquías y relaciones de poder desiguales (Bados, 2009).

En el caso específico de la pselismofobia es importante considerar que el propio temor a tartamudear es una de las principales causas de que el tartamudeo persista. Como tal, puede desencadenar una evitación constante a hablar e interactuar con otras personas, especialmente si se trata de las situaciones descritas anteriormente.

En este sentido, más allá de ser una fobia particular, la pselismofobia es, por un lado uno de los causantes del tartamudeo, y por otro, es una de las manifestaciones de la fobia social. Así pues, para conocer las causas específicas de miedo a tartamudear es necesario explorar el temor persistente a situaciones sociales más amplias.

Tratamiento

Entre los tratamientos más utilizados para las fobias sociales se encuentra la exposición en vivo en el entorno natural, la exposición por imaginación, el entrenamiento de habilidades sociales, la reestructuración cognitiva, el entrenamiento autoinstruccional, las técnicas de relajación aplicada, la realidad virtual y la simulación (Bados, 2009).

Así mismo, recientemente se han utilizado técnicas de reducción del estrés propias del modelo cognitivo conductual como la terapia educativa de apoyo con explicaciones, demostraciones y discusiones sobre los determinantes de la fobia. En cuanto a programa de mantenimiento también se han realizado enfoques de terapia grupal, una vez que la ansiedad ante la interacción social ha disminuido (ibídem).

Finalmente y considerando la prevalencia, puede ser importante explorar y trabajar el empoderamiento desde la crítica a los valores de género y las desigualdades socioeconómicas, de manera que las interacciones sociales puedan fluir con mayor seguridad y asertividad.

  • Bados, A. (2009). Fobia social. Facultat de Psicología. Departament de Personalitat, Avaluació i Tractament Psicològics. Universitat de Barcelona. Recuperado 27 de septiembre de 2018. Disponible en http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/6321/1/Fobia%20social.pdf.
  • Psellismophobia. Common-phobias.com. Recuperado 27 de septiembre de 2018. Disponible en http://common-phobias.com/Psellismo/phobia.htm.

Psicóloga | Redactora especializada en Psicología Social

Licenciada en Psicología por la Universidad de las Américas Puebla (México). Máster en Investigación e Intervención Psicosocial por la Universitat Autònoma de Barcelona, con experiencia profesional en inclusión social y educativa así como docencia en psicopedagogía. Cuenta con estudios en política pública y derechos humanos y actualmente es doctoranda en Psicología Social en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde trabaja temas relacionados con metodologías cualitativas, salud pública, salud mental, diversidad funcional y perspectiva de género.

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