Ya lo decía Ernst Gombrich en su inmortal obra Historia del arte: no existe el Arte con mayúscula, sino los artistas. El eminente historiador basaba su aseveración en el hecho de que cada época y cada cultura han tenido su propio concepto de lo que es el arte; no solo eso, sino que cada individuo tiene también sus propias ideas al respecto, por lo que podemos concluir que no, el arte en abstracto no existe.
Sin embargo, sí que hay un denominador común que enlaza el arte realizado por todas las comunidades de la historia: y es precisamente eso, el hecho de estar ligado, en exclusiva, al ser humano. Hasta hace muy poco era impensable concebir el arte como algo no vinculado a la naturaleza humana; se podía discutir cuáles eran sus características, qué era esencial para serlo considerado “arte”, pero siempre surgía de una mano humana.
Actualmente, esta idea ha experimentado un cambio, no exento de polémica, por cierto. Y es que en los últimos años hemos sido testigos del auge de la llamada inteligencia artificial y de todo lo que esto conlleva: desde facilitar enormemente el desarrollo de nuestra vida cotidiana a generar obras que pretenden emular al arte que se ha realizado durante milenios. La pregunta inevitable es: ¿realmente es arte la creación de imágenes con IA? Este es el tema en el que profundizaremos a lo largo del artículo.
¿La creación de imágenes con IA puede ser llamada arte?
Si el arte está vinculado a la expresión humana, podemos afirmar impulsivamente que no, que este tipo de “creación” no puede ser denominada arte. Pero, primero, definamos un poco en qué consiste la inteligencia artificial (IA) y el “arte” que se desarrolla a través de ella.
La inteligencia artificial y el GAN
La inteligencia artificial o IA (AI en sus siglas en inglés) es un conjunto de sistemas tecnológicos y máquinas que pretenden emular los procesos que sigue el cerebro humano, con el objetivo de facilitar el trabajo. Al menos, esta sería su definición en sus inicios, porque actualmente las posibilidades de acción de la inteligencia artificial se han ampliado hasta límites insospechados.
En concreto, la IA ha multiplicado sus ramas hacia el ámbito del arte. En esto tiene un papel crucial la invención, en junio de 2014, del sistema de Tecnología de redes generativas antagónicas (GAN por sus siglas en inglés: Generative Adversarial Network). Los responsables del invento fueron el informático Ian Goodfellow y su equipo, que idearon un sistema algorítmico organizado alrededor de dos redes neuronales antagónicas: un generador y un discriminador. Estas dos redes se compensan entre ellas: mientras que el generador crea imágenes a partir de una extensísima base de datos, el discriminador “valida” las creaciones a través de un proceso de identificación.
Esta revolucionaria técnica permitió al colectivo de artistas francés Obvious generar la primera “obra de arte” realizada con inteligencia artificial. Se trata del famoso cuadro Edmond de Belamy que, por cierto, debe su nombre al apellido de uno de los creadores de la técnica GAN, puesto que bel ami en francés se puede traducir como “buen amigo”, más o menos lo mismo que Goodfellow.
La obra se subastó en Christie’s en octubre de 2018 y se vendió por la nada desdeñable cifra de 432.500 dólares, todavía más impresionante si se tiene en cuenta que las valoraciones iniciales lo tasaban por sólo 10.000.
- Artículo relacionado: "¿Cuáles son las 7 Bellas Artes? Un resumen de sus características"
¿Una nueva realidad artística?
El Edmond de Belamy de Obvious no es, ni mucho menos, una obra culmen realizada con esta tecnología. Desde su aparición hasta el momento actual se han generado muchas más imágenes con la técnica GAN que han resultado ser mucho más convincentes. De todas maneras, la auténtica importancia de Belamy es que, por primera vez en la historia, situó una obra creada con inteligencia artificial en una prestigiosa casa de subastas y que, además, multiplicó su precio de salida. Esto hace que nos preguntemos: ¿está cambiando la realidad artística? ¿Está el futuro del arte inevitablemente ligado a este tipo de creaciones?
Es innegable que la inteligencia artificial ha enriquecido enormemente películas, publicidad y videojuegos, pero esta tecnología entraña unos peligros de los que es necesario ser consciente. Es muy probable que hayáis oído hablar de los deepfakes (literalmente, falsedades profundas, grandiosas), en los que aparecen personas conocidas ejecutando acciones que nunca han realizado en realidad. En este tipo de fakes, aparece, por ejemplo, un actor o una cantante perfectamente reconocibles diseñados a través de la inteligencia artificial.
Hoy en día, este tipo de técnicas están todavía en pleno desarrollo y es relativamente fácil descubrir el engaño, pero ¿qué pasará cuando la tecnología mejore de tal manera que sea imposible distinguir la verdad de la mentira?
- Quizás te interese: "¿Existe un arte objetivamente mejor que otro?"
El arte “mecánico”
Pero, debates éticos aparte, volvamos a la base de este artículo, que es considerar si las imágenes creadas con inteligencia artificial son o no arte. Está claro que el hecho de que este tipo de creaciones se estén imponiendo lentamente no justifica su apreciación como manifestaciones artísticas. Ya hemos comentado que, para que una obra sea considerada “arte”, es necesario que la realice una mente humana. Es cierto que detrás de la inteligencia artificial hay seres humanos. Pero, en última instancia, quien genera este tipo de creaciones, a través de algoritmos, es la máquina, por lo que es arriesgado llamar a este tipo de objetos “obras de arte”.
En general, se considera que el artista debe “sacar” lo que late dentro de él; o sea, que su obra es una expresión de su alma. Sin embargo, esta afirmación necesita también algunos matices, puesto que no en todas las épocas ni en todas las culturas el arte fue algo inherente al “alma”. En el románico, por ejemplo, los pintores y escultores eran meros artesanos, que se limitaban a reproducir lo que se les pedía y por lo que se les pagaba. Un artista románico difícilmente ponía toda su expresión en una obra, ya que cada uno de los motivos que tenía que plasmar estaban debidamente codificados.
En otras palabras, tenía claras instrucciones sobre qué tenía que pintar o esculpir y cómo debía hacerlo. Ello no quiere decir, por supuesto, que no existiera una cierta libertad, pero no debemos contemplar el arte de toda la historia de la humanidad con los ojos del XIX, que es precisamente el siglo en el que se empezó a valorar la figura del artista como alguien que expresa lo que “habita en su alma”.
O sea que, durante muchos siglos, el arte ha sido algo meramente “mecánico”, equiparable al trabajo de los demás artesanos. ¿Por qué no considerar entonces arte lo que realizan las máquinas de nuestra época?
- Artículo relacionado: "¿Qué es la creatividad?"
Conclusiones
Hemos analizado cómo, a través de la historia, el concepto de “arte” ha cambiado, y que no siempre fue la creación expresiva, nacida “desde dentro”, que todavía tenemos actualmente.
Existieron momentos históricos en que el arte y los artistas fueron meros artesanos, que podríamos equiparar, salvando las distancias por supuesto, a “máquinas” que se limitaban a realizar lo que se les pedía.
Sin embargo, ¿hasta qué punto puede un ser humano desvincularse de su yo interno, de sus creencias, de sus sentimientos? Una persona no es una máquina, por lo que siempre encontraremos en las obras de arte retazos de ese sentir interno y genuinamente humano. Algo que una máquina, al menos de momento, no puede hacer.
¿Es arte, pues, lo creado con inteligencia artificial? Desde mi punto de vista, no. Por la simple razón de que el “arte”, a pesar de resistirse a una definición concreta, está estrecha e inseparablemente vinculado al ser humano. Y una máquina no es un ser humano, y esperamos que nunca lo sea.
Newsletter PyM
La pasión por la psicología también en tu email
Únete y recibe artículos y contenidos exclusivos
Suscribiéndote aceptas la política de privacidad