Sheldon Cooper, uno de los personajes de la serie “The Big Bang Theory”, es muy conocido por su gran afición a los trenes, rozando casi lo obsesivo, aunque no es la única peculiaridad que lo define.
En el artículo de hoy vamos a hablar de una fobia, la siderodromofobia que se podría ver como justo lo contrario a lo que este personaje siente. Esta consiste en el miedo irracional hacia los trenes, vehículos similares y montar en ellos.
Es un miedo relativamente frecuente, especialmente relacionado con las noticias sobre catástrofes ferroviarias y leyendas urbanas en las que los trenes tienen protagonismo. Veamos más a fondo qué características definen a esta fobia específica.
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¿Qué es la siderodromofobia?
La siderodromofobia (del griego “sidero”, “hierro o férreo”; “dromo”, “carreras, circuito”; “phobos”, “miedo, temor”) es el miedo a los trenes, los ferrocarriles y al metro, además de los viajes con estos vehículos. Quien padece esta fobia específica se siente incapaz de viajar en tren y, en los casos más graves, acercarse a uno, hablar o ver imágenes sobre ellos.
La siderodromofobia está relacionada con otras fobias asociadas a viajar, ya sea de forma general o en vehículos específicos, como es el caso de la motorfobia (miedo a los automóviles) la amaxofobia (miedo a conducir de noche), la aerofobia (miedo a los aviones y a volar) o la navifobia (miedo a navegar).
Sintomatología
Al igual que sucede con otras fobias, la persona siderófoba siente unos niveles de ansiedad muy altos cuando se encuentra frente el estímulo fóbico, en este caso los trenes, o si está inmersa en una situación relacionada con ellos, como el estar montado en uno de estos vehículos.
Los síntomas fisiológicos coinciden con los de cualquier otra fobia, siendo principalmente palpitaciones, temblores, exceso de sudoración, latido irregular, sequedad y pastosidad en la boca, náuseas y dificultades para respirar. En cuanto a los psicológicos se encuentran alta ansiedad, pensamiento de que el tren va a descarrilar, miedo a tener que coger uno...
Las personas con miedo a los trenes llevan a cabo conductas con la intención de evitar toda situación que tenga relación con ellos. Esto puede implicar el evitar montarse en uno de ellos, visualizar películas o series en los que aparezcan, no acercarse a la estación de tren, entre otros. Esto puede suponer un grado de intromisión en la vida del paciente muy variable, dado que es habitual que existan otros medios de transporte que realicen la misma ruta, cabe decir que dependiendo de donde se viva, el tren es quizás la única opción de transporte o la más rápida, con lo cual evitarlo supone perder mucho tiempo buscando trayectos alternativos.
Posibles causas
Las causas detrás de la siderodromofobia pueden ser muy variadas, siendo una combinación de eventos externos, como el haber tenido una mala experiencia con un tren, junto con unos rasgos de personalidad que sirven para que se asiente un trastorno fóbico, especialmente si se es muy neurótico. Se ha tratado de dar varias explicaciones para comprender por qué aparece el miedo a los trenes y vehículos relacionados.
Desde el psicoanálisis, empezando por el mismo Sigmund Freud, las sensaciones con viajar en tren se han relacionado con la sexualidad. En 1906 Freud explicó que la relación entre viajar en tren y el deseo sexual está relacionado con la sensación placentera que genera el viaje, especialmente con el movimiento del vagón. La persona que reprima su sexualidad podría ver los viajes en tren como algo inapropiado y, por lo tanto, tenerles miedo, viéndolos como algo obsceno. Esta explicación no tiene fundamento científico.
No obstante, sí que es importante mencionar que en tiempos de Freud no era poco habitual que se cometieran crímenes en los trenes, además de que este medio de transporte podía sufrir accidentes fatales. Aparecían en los periódicos todo tipo de noticias acerca de catástrofes ferroviarias, con lo cual no es de extrañar que en aquella época, siendo el transporte más rápido, también se viera como el más peligroso.
Esto también sucede hoy en día. Si bien los trenes y los metros son transportes que han mejorado su seguridad con respecto a antaño, de vez en cuando ocurren accidentes, algunos fatales, que hacen que la sociedad se estremezca de miedo. Esto puede transformarse en la causa por la cual una persona empiece a temer estos vehículos, evite tomarlos hasta llegar al punto de que le sea imposible volver a acercarse a uno.
Otra causa interesante a mencionar es la forma en cómo son vistos los trenes en la cultura popular, especialmente cuando se habla de historias de miedo y leyendas urbanas. Son muchas las historias de personas que se han suicidado tirándose a las vías del tren, o que han sido atropelladas accidentalmente cuando cruzaban la vía. Si bien estas desgracias suceden en la vida real, es la forma en cómo se transforma en una historia de miedo lo que haría que se tuviera mucho pavor a estos vehículos.
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Tratamientos
En función del cuánto miedo se tenga a los trenes, la persona puede o no atreverse a montar en uno, aunque lo más probable es que no sea así. Es por ello que se hace necesaria la ayuda de un profesional para tratar este tipo de fobia específica, además de utilizar un programa organizado en pasos que, progresivamente, permiten que la persona puede montar en un tren o metro.
Esta fobia tiene ciertas similitudes con la fobia a los aviones, solo que tiene una diferencia que hace que sea más fácil el tratamiento del siderodromófobo: viajar en tren (p. ej., cercanías) o metro es mucho más barato y asequible que el coger un vuelo. Es por este motivo que el terapeuta puede trabajar acompañando al paciente para entrar en la estación, adentrarse en el vehículo y permanecer a su lado mientras dure el trayecto.
No obstante, y pese a que tren y metro son transportes más comunes que los aviones, el paciente no siempre estará dispuesto a empezar a ser expuesto a su fobia de forma tan directa, ni siquiera acercándose a la estación de tren. Es por ello que, y al igual que se ha hecho con el miedo a los aviones, existen tratamientos que usan la realidad virtual que permiten trabajar la siderodromofobia sin necesidad de abandonar la seguridad que ofrece estar en la consulta del psicólogo.
Además de tratamiento psicológico, hay la opción farmacológica, aunque cabe destacar que los fármacos no contribuyen a eliminar la fobia. Entre los más utilizados para las fobias, y comunes también en el tratamiento de otros trastornos de la ansiedad, están los ansiolíticos, que se utilizan para evitar que se den ataques de pánico, y antidepresivos, que no únicamente resultan útiles en la depresión.
Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders: DSM-5. Washington, D.C: American Psychiatric Association.
- Bados, A.(2009). Fobias específicas: Naturaleza, evaluación y tratamiento. Publicación electrónica.