Biocenosis: qué es, componentes y características

Veamos qué es la biocenosis y cuáles son sus diferentes estratos en la naturaleza.

Biocenosis

Un ecosistema es un sistema biológico constituido por los elementos vivos e inertes que se interrelacionan en una serie de cadenas e interacciones complejas. Así pues, un ecosistema concreto engloba a la biodiversidad que habita y se relaciona en un espacio físico, con propiedades químicas y ambientales características. En el mundo, existen un total de 8 tipos de ecosistemas diferentes.

A pesar de esta definición general, concebir a un ecosistema como un espacio cerrado y delimitado es un error. Cada ecosistema está constituido por prácticamente infinitos microecosistemas, con características y ambientes especializados. Sin ir más lejos, la corteza de un árbol podría considerarse un microecosistema, pues nada tienen que ver las condiciones de luz, humedad y disponibilidad de recursos en este pequeño espacio con la superficie del tronco o las ramas, por ejemplo.

Algo tan simple como la pisada de un gran mamífero puede formar un microecosistema para bacterias y pequeños artrópodos. Así pues, la palabra “ecosistema” nos sirve para compartimentalizar a grandes rasgos la variedad de ambientes en el mundo, pero no las necesidades biológicas reales de las distintas especies de seres vivos. Para ahondar más en este término y sus implicaciones, hoy te lo contamos todo sobre la biocenosis, o lo que es lo mismo, la parte viva del ecosistema.

¿Qué es la biocenosis?

Se conoce a la biocenosis (o comunidad biológica) como el conjunto de seres vivos que conviven, se desarrollan e interactúan en el mismo lugar. Dicho de otra forma, este término engloba a todas las poblaciones biológicas que coexisten en espacio y tiempo. Este concepto ligeramente abstracto es esencial a la hora de comprender el funcionamiento general del ecosistema, pues debes tener en cuenta lo siguiente:

Biotopo (espacio geográfico) + biocenosis (seres vivos)= ecosistema

Así pues, el biotopo hace referencia a un espacio físico con unas características fisicoquímicas concretas (temperatura, luz, humedad, pH y otras) y la biocenosis, a los seres vivos que aquí habitan.

Generalmente, a la hora de hablar de una comunidad biológica, lo primero en lo que se piensa es en grandes mamíferos y aves, llamativos por su tamaño y por su facilidad de observación. Nada más lejos de la realidad, pues podemos distinguir la biocenosis en 3 grandes categorías:

  • Zoocenosis: hace referencia a todos los animales del ecosistema, desde el invertebrado más básico hasta el superdepredador más grande.
  • Fitocenosis: la variedad de plantas.
  • Microbiocenosis: referente a los microorganismos, es decir, protozoos, bacterias, hongos microscópicos y otros seres vivos no observables de forma directa.

A continuación, te presentamos una serie de datos interesantes desde un punto de vista zoológico sobre los diferentes estratos que componen a la biocenosis. Vamos a ello.

1. Zoocenosis

Quizá te suene que en este nivel existe una relación concreta y fácilmente explorable: la pirámide trófica. Los seres vivos basan su existencia en 3 eventos: sobrevivir, comer y reproducirse.

Para llevar a cabo la segunda tarea, los animales se “organizan” (el entrecomillado es necesario, pues no se trata de una conducta consciente) a la hora de comer y depredar, con el resultado de que la biocenosis (y por tanto el ecosistema) se mantiene estable a lo largo del tiempo, al menos idealmente.

La pirámide trófica se concibe como una serie de eslabones, donde la base está representada por las plantas (productores) y los siguientes espacios por herbívoros, carnívoros y superdepredadores (el “pico”), que se alimentan de otros animales cazadores. Esta compartimentalización es bastante básica y general, pues en ella se quedan sin describir muchas estrategias alimenticias importantes, como los seres vivos detritívoros, parásitos, hematófagos, necrófagos y muchos más.

Así pues, los animales interactúan continuamente entre ellos para comerse, evitar ser comidos, competir por recursos y, excepcionalmente, ayudarse entre ellos. El nicho ecológico representa este “tira y afloja” continuo entre animales, pues cuando dos especies se superponen en lo que a hábitos, explotación de recursos y ocupación espacial se refiere, una de las dos está abocada a la extinción o a la expulsión de dicho nicho.

2. Fitocenosis

Si hablamos de fitocenosis, no podemos dejarnos en el tintero el término de biomasa. La biomasa se define como el peso de material vivo que se encuentra en un área y momento dados. Este parámetro se puede expresar en peso normal o seco, generalmente con medidas de tipo g/m2 y kg/m2. Si bien el concepto estricto debe abarcar a animales y microorganismos, uno de los indicadores más importantes de la productividad de un ecosistema es la biomasa representada por la fitocenosis, es decir, los seres vivos vegetales.

Para entender a la biomasa hay que conocer de forma general a la producción primaria neta, la tasa a la que se genera nueva biomasa en un ecosistema, generalmente en forma de fotosíntesis. Por ejemplo, un pantano presenta una capacidad productiva de 2.500 gC/m2/año, mientras que el valor en un desierto es ínfimo, de 3 gC/m2/año.

Esto está ampliamente relacionado con el concepto de cadena trófica previamente descrito, pues se estima que de un nivel a otro se produce una pérdida del 90% de energía aportado por la biomasa consumida. Así pues, desde un productor primario (planta) a un superdepredador, que está 4 niveles más “arriba”, se puede producir un cambio total de 1.000 g /m2 a 1 g/m2 de biomasa transferible.

3. Microbiocenosis

No nos olvidamos de la microbiocenosis, aquellos seres vivos que no se pueden percibir a primera vista, pero que no por ello dejan de ser de gran importancia para los ecosistemas. Sin ir más lejos, aproximadamente hay 50 millones de células bacterianas en un gramo de suelo y un millón de células bacterianas en un mililitro de agua dulce. Con estos datos, se puede calcular que el 15 % de la biomasa total del planeta corresponde a seres microscópicos, o lo que es lo mismo, unas 70 gigatoneladas en peso.

Poco más podemos decir de la microbiocenosis sin entrar en términos complejos, más allá de que nosotros también la presentamos, por extraño que suene. El microbioma que se asienta en nuestras mucosas e intestinos, por ejemplo, es un tipo de microbiocenosis compuesta por bacterias generalmente simbiontes y comensales.

La biocenosis no es estanca

El hecho de que existan un conjunto de comunidades biológicas en un mismo espacio y tiempo en una comunidad no significa que vayan a hacerlo en un futuro. El biotopo cambia y, por tanto, los seres vivos deben habituarse a los nuevos desafíos fruto de variaciones ambientales (físicas o químicas).

Las comunidades pueden sufrir variaciones en el tiempo, algo que se conoce como sucesión. Estas suelen suceder a escalas muy lentas, y gracias a ellas se producen cambios en las poblaciones, es decir, modificaciones en la propia biocenosis del ecosistema.

Además de todo esto, existen factores externos que limitan la distribución biológica de una especie, es decir, que forme parte de una biocenosis y no de todas las del planeta a la vez. Este concepto está muy interrelacionado con el de nicho ecológico, que hemos tocado de forma somera en líneas previas. Algunas de estas barreras son las siguientes:

  • Barreras físicas: tierra, ríos, accidentes geográficos, acantilados y otras muchas formaciones más del paisaje.
  • Barreras climáticas: los seres vivos se desarrollan y adaptan a condiciones climáticas concretas. Por ello, no pueden extenderse más allá de un rango concreto sin morir.
  • Barreras biológicas: por ejemplo, la ausencia de alimento. Quizá una vaca pueda aguantar el clima del desierto, pero sin hierba, no duraría en las dunas mucho tiempo.

Estas barreras entre comunidades o biocenosis crean lugares complejos pero extremadamente interesantes desde un punto de vista biológico: los ecotonos. Esto es una zona de transición, donde todos los componentes biológicos están en tensión. Aquí se producen las mayores tasas de intercambio de energía y, por tanto, suelen ser los lugares con una mayor riqueza de biodiversidad.

Resumen

Como habrás podido comprobar, todo término zoológico conlleva una serie de conceptos previamente asentados ampliamente interconectados. No podemos entender una biocenosis, por ejemplo, sin tener en cuenta el nicho ecológico de las especies, las pirámides tróficas, las barreras, la biomasa y la capacidad productiva de un ecosistema, por ejemplo.

Al fin y al cabo, todos estos términos condicionan la variedad de poblaciones de seres vivos que se asientan sobre un espacio físico. El biotopo y la biocenosis crean un ecosistema, pero no olvides que ninguno de estos dos términos es inamovible e infinito: los ecosistemas cambian continuamente a pequeña o gran escala, razón por la cual la biocenosis puede experimentar muchas variaciones a lo largo de su recorrido evolutivo.

Referencias bibliográficas:

  • Biomasa, mendoza.org. Recogido a 31 de enero en https://www.mendoza.conicet.gov.ar/portal/enciclopedia/terminos/Biomasa.htm#:~:text=La%20cadena%20de%20biomasa%20representa,energ%C3%ADa%20estimada%20en%20un%2090%25.
  • Comunidad biológica, aitanatp.com. Recogido a 31 de enero en http://www.aitanatp.com/nivel6/ecosist/comunidad.htm
  • Gosset, A., Ferro, Y., & Durrieu, C. (2016). Methods for evaluating the pollution impact of urban wet weather discharges on biocenosis: a review. Water research, 89, 330-354.
  • La biosfera, UM.es. Recogido a 31 de enero en https://www.um.es/sabio/docs-cmsweb/materias-may25-45/tema_5.pdf
  • Tema 2: Ecología, factores ambientales y relaciones en los ecosistemas, apuntesmareaverde.org.

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Samuel Antonio Sánchez Amador. (2021, febrero 1). Biocenosis: qué es, componentes y características. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/cultura/biocenosis

Graduado en Biología por la Universidad de Alcalá de Henares (2018). Máster en Zoología en la Universidad Complutense de Madrid (2019). Durante su carrera estudiantil, se especializó en comportamiento animal, evolución, parasitología y adaptaciones morfológicas animales al medio. En su estancia en el Máster profundizó en mecanismos evolutivos y comportamientos. También formó parte de un equipo del Museo Nacional de Ciencias Naturales durante dos años, donde realizó investigaciones de índole evolutiva. Aquí adquirió extensos conocimientos sobre genética, heredabilidad y otras cuestiones relacionadas con el ADN. A día de hoy, se dedica a tiempo completo a la divulgación científica, realizando artículos de evolución animal y psicología y medicina humana.

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