En la década de 1970, el filósofo francés Michel Foucault analizó cómo se habían transformado las formas de gestionar la vida individual y social en occidente, con lo cual, desarrolló tres conceptos que han sido especialmente populares e influyentes en las ciencias sociales durante las últimas décadas: Biopolítica, Biopoder y Gubernamentalidad.
En términos generales, la Biopolítica es el conjunto de cálculos y tácticas que intervienen sobre una población mediante la gestión de la vida. Es un concepto que nos han aportado una forma de comprender cómo se ha generado la organización y el gobierno de nuestras sociedades hacia promover unos modos de vida, y no otros; especialmente desde el fin del régimen de la soberanía.
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Biopolítica: la gestión y el poder sobre la vida
Michel Foucault explicó que durante la Edad Media, y hasta aproximadamente los inicios del siglo XVIII, la gestión de las sociedades estaba dominada por el paradigma de la soberanía. En este paradigma, ‘el arte de gobernar’ estaba centrado en la figura del soberano; y su autoridad se ejercía principalmente a partir de la gestión de un territorio.
Por ende, el soberano tenía también la autoridad de imponer leyes o castigos, así como de dar muerte a los habitantes de ese territorio que no acataran sus normas. De ahí que, según Foucault, el poder del régimen de la soberanía operaba mediante la siguiente fórmula: “hacer morir, dejar vivir”.
No obstante, es partir del XVIII, con la entrada de las tecnologías liberales de gobierno, entre otras cosas, cuando la vida dejó de estar sometida a las decisiones de la figura del soberano para incorporarse en el centro de la gestión política de una nueva autoridad: el Estado. En esta nueva gestión, la intención ya no es sustraer la vida, sino producirla, regularla, hacerla eficiente.
Así, el poder de las tecnologías liberales de gobierno, nos dice Foucault, ocurre mediante la operación inversa a la del régimen de la soberanía: “hacer vivir, dejar morir”; cuestión que se manifiesta a través de la gestión de la vida como una forma de gobernar y de organizar a las poblaciones. Foucault llamó a esto el Biopoder, incluso bautizó a esta época como “la era de biopoder”.
Fue entonces cuando el filósofo dejó de oponer ‘soberanía’ a ‘biopolítica’, y traslada sus estudios hacia la conversión de la ‘soberanía’ al ‘gobierno’. Aquí, pone especial atención a cómo es que ocurre ese ‘gobierno’ y qué lugar ocupa ‘la vida’ (bios) en él. Por ejemplo, mediante el análisis de las las normas sobre la salud, la higiene, la natalidad o la raza.
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La población: un nuevo objeto de gobierno
El Biopoder, según Foucault, opera de dos maneras principales: 1. hacia la gestión y el adiestramiento de los cuerpos a nivel individual (por ejemplo, hacia maximizar sus fuerzas para integrarlas al sistema de producción capitalista); y 2. la regulación del cuerpo en términos más bien globales, por ejemplo a través del control de la natalidad, la mortalidad, la salud, la sexualidad, etc..
En contraposición al “territorio”, que era el objeto de intervención del régimen del soberano, en el nuevo régimen se trata de regular la relación entre el territorio y las personas que lo habitan. Así, emerge un nuevo objeto de gobierno, estudio e intervención: la población.
Esta población no solo es un conjunto de personas, sino que es también un proceso, con lo cual, el ‘arte de gobernar’ consiste en generar técnicas que permitan conducir ese proceso. Por un lado, mediante la economía política, la estadística, la medición social, etc.; y por otro, hacia moldear las acciones individuales, ya que son las personas (a través de sus hábitos, sus costumbres e intereses) quienes hacen uso del territorio en gestión.
El Biopoder entonces, consiste en desplegar técnicas de gobierno que permitan que esas personas conduzcan por sí mismas sus acciones, hacia el aumento de las riquezas y la conservación de las lógicas del Estado.
Hacer que circule libremente el deseo
A diferencia del régimen del soberano (donde se trataba de imponer leyes); en la tecnología liberal de gobierno, se trata de que sean las mismas personas quienes “libremente” orienten sus decisiones y sus formas de vida hacia los intereses políticos del nuevo régimen. Régimen que, además, despliega una serie de mandatos para promover unas formas de vida y descartar otras.
En otras palabras, se trata de crear las condiciones necesarias para que la población pueda gestionarse a sí misma, y para esto, hay que asegurar la libre circulación del deseo. Es decir, ya no se trata prohibir o de buscar la forma de decir “no” al deseo (como lo era en el régimen soberano); se trata de encontrar la forma de decir “sí”.
De esta manera, la técnica de gobierno se traduce en la autoproducción del sujeto, que se vuelve un ‘empresario de sí mismo’, incorpora las lógicas del consumo en una dinámica de exigencia personal que se disfraza de ‘libertad’. Es el propio sujeto quien tiene el encargo de satisfacer sus necesidades y deseos individualmente en beneficio de la razón de Estado, lo que rompe de manera definitiva con las viejas tecnologías de poder soberanas.
Tres claves del Biopoder
El concepto de Biopoder ha sido retomado por varios filósofos contemporáneos que le han dado usos y aplicaciones con distintos matices. Entre ellos se encuentran Rabinow y Rose (2000), quienes sugieren que el ejercicio del Biopoder incluye al menos estos tres elementos:
1. Discursos de verdad
La existencia de uno o más discursos de verdad sobre el carácter vital de los seres humanos, y un conjunto de autoridades que son consideradas competentes para hablar de esas verdades.
Esos discursos de verdad pueden ser biológicos, pero también demográficos o incluso sociológicos, por ejemplo cuando se articulan nociones referentes a la genética y al riesgo.
2. Normas sobre la vida y la salud
Se trata de crear y desplegar una serie de estrategias de intervención hacia las formas de existencia colectiva en nombre de la vida y la salud, inicialmente dirigidas a las poblaciones que pueden o no estar territorializadas sobre la nación o sobre comunidades predeterminadas, pero también pueden especificarse en términos de emergencia biosocial; emergencias muchas veces marcadas por categorías como la raza, la etnia, el género o la religión
3. El autogobierno
Se refiere al despliegue de modos de subjetivación, a través de los cuales los individuos se gobiernan a sí mismos bajo ciertas formas de autoridad, en relación con discursos de verdad y en nombre de su propia salud o de la salud de la población. El autogobierno es el componente esencial del biopoder y de las formas de gobierno contemporáneas.
De la Biopolítica a la Gubernamentalidad
Como hemos visto, mientras Foucault intentaba responder cómo es que la vida se había convertido en un objeto político (un objeto central en el gobierno y la gestión de las sociedades humanas), comenzó a esbozar el concepto de Biopolítica y Biopoder.
Pero, se da cuenta de que primero había que esclarecer el contexto en el que el gobierno de la vida estaba ocurriendo. Con esto, se movió hacia el estudio de la ‘Gubernamentalidad’, entendida como la forma mediante la cual se conduce la conducta en distintos dispositivos (p.ej. el hospital, la cárcel, la escuela o también el Estado).
En otras palabras, Foucault comenzó a priorizar el concepto de Gubernamentalidad ante el de Biopolítica. Incluso declara la “era de la gubernamentalidad”, en contraposición con la “era del biopoder”.
A grandes rasgos, para Michel Foucault la Gubernamentalidad es el conjunto de las instituciones, los procedimientos, análisis, reflexiones, cálculos y tácticas que permiten ejercer una forma de poder sobre una población específica. En otras palabras, la Gubernamentalidad es la tendencia que llevó a occidente a ejercer el poder a través del gobierno sobre “la población”, lo que incluye la soberanía, disciplina y los aparatos de saber.
Referencias bibliográficas
- Castro-Gómez, S. (2010). Historia de la gubernamentalidad. Razón de Estado, liberalismo y neoliberalismo en Michel Foucault. Siglo del Hombre Editores: Bogotá.
- Foucault, M. (2006). Seguridad, territorio y población (1977-1978). Fondo de cultura económica: Buenos Aires.
- Vargas-Monrroy, L. & Pujal i Llombart, M. (2013). Gubernamentalidad, dispositivos de género, raza y trabajo: la conducción de la conducta de las mujeres trabajadoras. Universitas psychologica, vol. 12 (4), pp. 1255-1267.
- Rainbow, P. & Rose, N. (2006). Biopower today. BioSocieties, London School of Economics and Political Science. vol. 1, pp. 195-217.
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