Los rituales funerarios son parte de nuestra cultura. Nadie puede imaginar la muerte sin su respectivo funeral y la despedida del difunto por parte de sus allegados. Sin embargo, si nos paramos a pensar, esto es algo eminentemente humano, puesto que los animales no realizan ningún ritual en particular cuando fallece uno de los miembros del clan.
Sí que se han observado comportamientos curiosos por parte de grandes mamíferos como los elefantes, que acarician cuidadosamente el cráneo y los huesos de sus compañeros muertos; pero, aún así, y desde una perspectiva científica, no podemos considerar este comportamiento como un ritual funerario.
Así pues, ¿cuándo surgieron los primeros rituales funerarios? Hoy te proponemos un viaje a los primeros enterramientos humanos de los que se tiene constancia.
¿Los rituales funerarios surgieron con el hombre?
Para desarrollar un ritual funerario, es menester una capacidad de abstracción que solo el ser humano posee. En otras palabras: el ritual implica una conexión con un más allá del todo abstracto, por lo que se necesita un cerebro suficientemente potente y con las conexiones adecuadas para imaginar realidades intangibles.
Para la mayoría de especies de animales, esto queda fuera de su alcance. O, al menos, esto es lo que se desprende de las investigaciones realizadas hasta el momento. En la actualidad, solo el ser humano tiene la capacidad de abstracción necesaria para idear un ritual de la muerte que conecte al difunto con un mundo que, estrictamente hablando y desde una perspectiva de los sentidos, no existe.
Aquí surge otra pregunta. ¿Fue el hombre moderno, el Homo sapiens, el primero en elaborar rituales funerarios? ¿O puede que alguno de nuestros ancestros, pertenecientes también al género Homo, estuviera capacitado para realizar semejante actividad?
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Los Neandertales: ¿autores de los primeros rituales funerarios?
A la luz de las investigaciones, fueron nuestros parientes los Neandertales (Homo neanderthalensis) los primeros en inhumar cadáveres, a menudo, con sus respectivos ajuares, lo que constituye un ritual funerario en todos los sentidos. Los primeros enterramientos aparecen en el Paleolítico Medio (hace unos 130.000 años), y están formados por el cuerpo y su correspondiente ajuar, que suele componerse de herramientas de sílex e instrumentos para la caza.
Los ajuares funerarios son un terreno interesantísimo, tanto para arqueólogos como para historiadores y antropólogos. Y es que el hecho de inhumar a un miembro del grupo con utensilios habla de un sentido de pertenencia; es más, indica la creencia de que, allí donde viaja el difunto, va a necesitar los mismos objetos que ha utilizado en vida.
Por tanto, estos primeros enterramientos son testimonio de que los Neandertales creían, de alguna forma, en una vida en el más allá. O, al menos, sostenían la creencia de que todo lo tocado por el difunto debía marchar con él, lo que nos vuelve a indicar un fuerte sentido de la identidad y de la individualidad.
El Homo erectus y la manipulación de los cráneos
Aun así, la arqueología está en constante proceso y evolución, y paulatinamente van surgiendo hallazgos que obligan a revisar las teorías existentes. Por ejemplo, el hallazgo de un cráneo en Longhushan (China), correspondiente a un Homo erectus, una especie mucho más antigua que el Neandertal y que fue el primer ser humano en salir de África hace más de 1 millón de años.
¿Qué tiene de especial este cráneo? Pues que muestra evidencias de haber sido manipulado; en concreto, mediante unos cortes con herramientas líticas. Ahora bien, nada asegura que se tratara de un ritual funerario, y bien podría tratarse de canibalismo post-mortem, una actividad lógica si tenemos en cuenta que las posibilidades de encontrar alimentos no eran tan prolíficas entonces.
Más interrogantes: la cueva Rising Star, Sudáfrica
Hace unos diez años, el descubrimiento en la cueva Rising star, en Sudáfrica, del denominado Homo naledi arrojó más interrogantes sobre el asunto. Los investigadores hallaron diferentes huesos en cavidades muy profundas de la cueva. Del difícil acceso a las cámaras se desprendía la conclusión que los cadáveres fueron depositados allí ex profeso; es decir, fueron inhumados.
El "problema" era que la edad de los restos era demasiado antigua (hace unos 2,5 millones de años), lo que situaba al recién descubierto Homo naledi entre el Australopithecus y el Erectus. En resumen, la capacidad craneal de estos homínidos (500 cm3, frente a los 1.300 del hombre moderno) no admitía la posibilidad de abstracción necesaria para llevar a cabo un ritual funerario. Entonces ¿cómo llegaron los cadáveres allí? El interrogante sigue abierto.
Cráneos manipulados, esqueletos incompletos
De momento, la única teoría aceptada es que fue el Homo neanderthalensis el primero en efectuar rituales funerarios, ampliamente documentados por toda Europa. Los enterramientos neandertales son todavía primitivos, pero ya muestran una evidente intención de preservar los cuerpos de sus allegados e incluso de guardarlos para un "más allá" desconocido.
Estas tumbas neandertales suelen ser simples inhumaciones, a menudo en la misma cueva donde habitaban los grupos. La disposición de los huesos deja muy claro que la deposición fue claramente intencionada, lo que implica un concepto funerario evidente. Lo más curioso es que en algunos de estos cadáveres se han observado cortes craneales parecidos a los hallados en los yacimientos del Homo erectus. ¿Se trata de un ritual, al fin y al cabo? Por otro lado, muchos esqueletos muestran signos de manipulación, como demuestra que algunos de ellos se han hallado incompletos. Todo parece indicar que los Neandertales exhumaban los cráneos y algunos huesos de sus muertos, probablemente para algún tipo de ritual colectivo que pretendía unir al mundo de los vivos con sus ancestros difuntos.
El Neolítico y la proliferación de rituales funerarios
Ya en el Neolítico (hace 8.000 años), el Homo sapiens, el hombre moderno, fue sofisticando paulatinamente el ritual de la muerte, y los procedimientos y los ajuares se fueron complicando, especialmente con la sedentarización y el surgimiento de las jerarquías. A partir de entonces, la tumba se empezó a identificar con el estatus del finado, algo que, con más o menos modificaciones, continúa hasta nuestros días.
Los enterramientos neolíticos contienen ricos ajuares funerarios, que podían llegar a contener joyas y mobiliario perteneciente al fallecido. Por otro lado, las tumbas comienzan a ser grupales; se han hallado inhumaciones colectivas de hasta 50 individuos. La cultura megalítica fue otro paso en la cultura funeraria: los dólmenes (entre otras manifestaciones), que albergaban varios cuerpos bajo una estructura de piedra en forma de mesa, estuvieron presentes en toda Europa durante siglos.
Conclusiones
En resumen; para ejecutar rituales de cualquier tipo, y por supuesto los funerarios no son una excepción, se requiere una capacidad de abstracción que, en principio, solo es posible en el ser humano moderno. También la encontramos en otras especies de Homo ya extintas, como el Neandertal, del que se tiene constancia que inhumaba a sus muertos, todavía de forma muy primitiva. Si lo hacía como un ritual o, simplemente, para proteger los cuerpos de los animales carroñeros, es algo que todavía está por determinar.
Más intrigante aún es el caso del Homo naledi, ya expuesto, y los restos de varios individuos de esta especie que fueron hallados en cámaras muy profundas de la cueva de Rising Star. ¿Cómo llegaron allí los huesos? Y, por otro lado, ¿por qué en algunos cráneos de Homo erectus hallados en China se han encontrado manipulaciones craneales? ¿Se trata de canibalismo, o era ya un ritual funerario primitivo? Veremos cómo avanzan las investigaciones, y si debemos reformular algunas de nuestras teorías.


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