El perro es el mejor amigo del hombre, pero no lo ha sido siempre. En algún momento de la prehistoria, seres humanos y lobos salvajes establecieron un vínculo que se fortalecería durante miles de años.
Este fenómeno es la domesticación del perro, que ha implicado su evolución progresiva desde los salvajes lobos feroces primigenios hasta todas las razas de caninos que hoy conocemos.
La comunidad científica ha tratado de averiguar cómo, cuándo y dónde se dio este proceso por primera vez, planteando varias teorías en base a los hallazgos genéticos de diferentes fósiles y razas modernas. Veámoslo a continuación.
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¿Cuándo empezó la domesticación del perro?
La domesticación del perro fue un proceso gradual, del que la comunidad científica todavía no se ha aclarado sobre dónde, cuándo y cómo ocurrió. Lo que sí se sabe es que el Canis lupus familiaris moderno es una especie descendiente de un lobo primigenio, al igual que sucede con los lobos grises. En algún momento de la historia de la evolución, esos lobos y los mejores amigos de la humanidad se separaron, estableciéndose como dos especies diferentes. Este acontecimiento tuvo que ocurrir hará entre 15.000 y 40.000 años.
Los científicos han tratado de averiguar cómo un animal tan peligroso y feroz como lo es el lobo pudo, en algún momento de su existencia, acabar siendo la especie tan amigable que se puede encontrar en muchos hogares. Se han hecho muchos estudios genéticos a lo largo del globo, analizando razas modernas y restos óseos que se han encontrado en Asia y Europa para establecer cuál fue el momento en el que ocurrió la domesticación del perro.
El problema es que no se ha podido aclarar el asunto. Las fechas propuestas por la comunidad científica varían mucho, y el hecho de que no se tenga claro si fue en Asia, Europa o en algún lugar a medio camino no ayuda. Se ha acordado en aceptar que los primeros lobos domesticados debieron vivir hará entre 15.000 y 40.000 años.
¿Ocurrió varias veces a lo largo de los años?
Uno de los descubrimientos recientes más chocantes ha sido el de que se intentó domesticar al perro en más de una ocasión. Varios científicos han analizado el ADN mitocondrial de 59 restos de perros distintos que vivieron en Europa, de antigüedad varia, entre 3.000 años (tiempos cercanos a la Antigua Roma) hasta 14.000 años. Además se pudo analizar todo el genoma de un perro que vivió hará 4.800 años que fue enterrado cerca de un monumento prehistórico en Irlanda.
El genoma obtenido de estos perros se ha comparado con el de razas modernas de sus congéneres y con los lobos, sugiriendo que los perros fueron domesticados en Asia hará unos 14.000 años. Sus linajes se partieron en dos, en el período que iría de 14.000 años a 6.400 años atrás, formándose los grandes poblaciones: una en el lejano oriente y otra euroasiática.
Pero, y pese a esto, se han encontrado otros fósiles más antiguos que esos en Europa. Este hallazgo había dado a posiciones, como la del grupo de Thalmann, de que los perros surgieron en Europa y se fueron expandiendo desde ahí. Sin embargo, otros han encontrado que esa rama, que se supone que habrían sido los primeros perros de la historia, acabaron extinguiéndose en algún momento, siendo reemplazados por las razas euroasiáticas.
De estos hallazgos se puede extraer que, en realidad, las investigaciones que habían asegurado que los perros habían surgido en Europa o en Asia llevaban, ciertamente, la razón. Es decir, no es que los perros actuales desciendan de todas esas poblaciones primigenias, pero sí que es cierto que la domesticación del perro se dio en varios lugares en diferentes momentos de la historia.
Además, esto permite tener una mente más abierta, dado que permite aceptar la idea de que hubo más de dos domesticaciones, luchando contra posiciones un tanto recalcitrantes que se habían establecido en la comunidad científica con respecto a este asunto, especialmente entre expertos europeos.
¿Cómo se convirtieron en nuestros mejores amigos?
Las preguntas de cuándo y dónde fueron domesticados los perros todavía no se han respondido por completo, pero, aún así queda una tercera pregunta: ¿cómo el hombre prehistórico consiguió domesticar al lobo feroz?
Una de las teorías barajadas es la de la indefensión. Un lobo malherido fue encontrado por algún humano prehistórico quien, en vez de matarlo, lo cuidó. El lobo, agradecido por el trato, empezó a mostrarse más manso, aceptando la comida de su nuevo amigo y, pronto, empezó a tener una actitud más protectora y amigable con el ser humano, comportamiento que se debió trasladar a otros congéneres. Pero esta explicación es demasiado simplista y no tiene mucho respaldo científico.
Otra teoría sostiene que los humanos prehistóricos consiguieron capturar a crías de lobos, las conservaron como mascotas y consiguieron domesticarlas gradualmente. Este evento podría haber ocurrido más o menos durante el auge de la agricultura, hará unos 10.000 años. Los fósiles más antiguos de lo que parecen ser perros datan de hace 14.000 años, pero también se han encontrado fósiles casi el doble de antiguos de, aparentemente, algo parecido a un perro o algo que ya no debía ser un lobo primigenio.
Gracias a las investigaciones en genética más recientes, se ha sugerido que la fecha de la domesticación del perro debió ocurrir más pronto, dando apoyo a una nueva teoría. No debió ocurrir porque un lobo herido se volvió manso, ni tampoco porque se raptaran crías.
La explicación más plausible es la de que los lobos primigenios, al igual que con cualquier otra especie, mostraban diferencias de personalidad, habiendo algunos más simpáticos y otros más agresivos. Los más amigables se acercaban más a los humanos, sin hacerles daño, lo cual debió despertar una actitud menos defensiva por parte de los prehistóricos.
Viendo que las bestias eran beneficiosas para su protección, especialmente para depredadores de campos y cultivos, los humanos, poco a poco, fueron aceptando la compañía de los lobos y, eventualmente, domesticándolos.
Esta domesticación implicó cambios en la apariencia, volviéndolos más “adorables”, a opinión de Brian Hare, uno de los científicos expertos en el tema. Los lobos empezaron a desarrollar unas características más agradables para los humanos, características que debieron darse pasadas muy pocas generaciones, como orejas caidas, mayor pelaje en el pecho, colas rizadas y sensación de que sonríen cuando están respirando por la boca.
Pero no es únicamente lo físico lo que cambió con el paso de las generaciones. La propia conducta de los lobos se volvió cada vez más orientada a satisfacer a los seres humanos. Se volvieron más agradables todavía, centrando su atención a sus nuevos dueños y adquiriendo una conducta muy orientada a brindar protección a los humanos.
Evidencia genética de la teoría
Un estudio llevado a cabo por la evolucionista Bridgett M. vonHoldt, de la Universidad de Princeton, ofreció pruebas genéticas que apoyaban a esta teoría. Los perros, en comparación con los lobos, muestran mayores niveles de motivación a la hora de buscar interacciones con humanos. Esto demostraría que sí hay una tendencia genética, moldeada por el paso de miles de años, a fomentar un comportamiento beneficioso para con la especie humana.
Von Holdt vio que hay regiones en el genoma de perros y lobos que son compartidas, sólo que se dan modificaciones en los canes. Estas modificaciones en las regiones pero del genoma humano causan el síndrome de Williams-Beuren, una condición en la que la persona es extremadamente confiada y muy amigable.
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¿Cuánto han cambiado estos animales?
Aunque los orígenes exactos de cómo se formó la tan duradera relación entre el ser humano y los perros, sí que se ha descubierto cómo cada especie ha ido cambiando. Las diferencias entre los perros, como los pugs, los perros salchicha o los caniches son muy obvias en comparación con los lobos. Pero, además de ello, y como ya íbamos comentando, hay diferencias de personalidad y, lo que llama más la atención, su vínculo con los seres humanos y su respuesta hormonal.
Las investigaciones han descubierto que el lazo que se ha favorecido entre perros y humanos, aprendiendo a trabajar con los humanos, ha perjudicado al trabajo en equipo entre perros. Su estilo de vida y su mentalidad de trabajar en manadas se ha visto reducido en comparación con los lobos, incluso cogiendo a perros salvajes. Sin embargo, parecen haber desarrollado la capacidad de solucionar problemas mediante la petición de ayuda a sus dueños humanos.
Un ejemplo de ello es la experimentación sobre resolución de problemas entre perros y lobos. Por ejemplo, si se coloca un problema a resolver, como por ejemplo el abrir una caja por medio de un puzzle, perros y lobos responden de forma diferente. Los lobos intentarán, por regla general, obtener la solución por medio del ensayo y el error. En cambio, los perros primero se quedan mirando lo que tienen que solucionar y, después, se giran mirando a los ojos de su dueño, como pidiéndole ayuda. Esto es una conducta social interespecífica muy interesante que difícilmente se puede observar en otras especies.
Y hablando de mirar a los ojos. Se ha visto que los cerebros de perros y humanos están sincronizados. Si un perro y su dueño humano se miran a los ojos, los cerebros de ambos empiezan a secretar oxitocina, una hormona vinculada al amor materno y a la confianza. La oxitocina no es única de perros y humanos, dado que se encuentra en otras especies y tiene una muy importante función estableciendo vínculos entre la madre y su cría o con los iguales, pero el caso de los perros con los humanos es algo que no se ha encontrado en otras especies.
Desde luego, la forma, el momento y el lugar en el que se estableció el primer vínculo humano y perro ha sido de gran importancia en la historia de la evolución de la humanidad. Es impensable una vida sin perros, algo que bien pudiera haber ocurrido si sus tatarabuelos (por ahorrarnos millones de “tátaras”) no hubiera tenido la genial idea de acercarse a un grupo de cazadores-recolectores. ¿Cómo sería la vida sin perros? Desde luego, demos gracias a lo caprichoso de la evolución de que los hicieran así.
Referencias bibliográficas:
- Thalmann, O., Wahlberg, N. (2013) Complete Mitochondrial Genomes of Ancient Canids Suggest a European Origin of Domestic Dogs. Science. DOI: 10.1126/science.1243650.
- B vonHoldt, J Pollinger, D Earl, et al. (2012) Identification of recent hybridization between gray wolves and domesticated dogs by SNP genotyping. Mammalian Genome 12 (1-2), 80-88
- M Thompson, B vonHoldt, S Horvath, M Pellegrini (2017) An epigenetic aging clock for dogs and wolves. Aging 9(3), 1055-1068.
- MacLean, E. L., et al. (2017) “Individual differences in cooperative communicative skills are more similar between dogs and humans than chimpanzees.” Animal Behaviour, vol. 126, pp. 41–51. Scopus, doi:10.1016/j.anbehav.2017.01.005.