Luisa Roldán: biografía de esta gran escultora barroca

Apodada “La Roldana”, fue la única mujer que ocupó el cargo de Escultora Real.

Luisa Roldán

En 1927, una joven doctoranda de la Universidad Central de Madrid, María Elena Amat Calderón, defendió una tesis sobre Luisa Roldán, “La Roldana”, la escultora de Carlos II y Felipe V que, a principios del siglo XX, ya había sido borrada del recuerdo popular. Lamentablemente, la magnífica tesis de Amat, que se basaba en una exhaustiva investigación que había hallado, entre otros, el documento de defunción de la artista, ni fue publicada ni fue recordada. Hasta ahora.

Como suele suceder, la labor de las mujeres quedó soterrada en los siglos XIX y XX. Solo ahora empieza la historiografía a recuperar los nombres y la historia de todas aquellas artistas, científicas y escritoras que marcaron su tiempo y que han estado tristemente olvidadas durante siglos. Elena Amat es una de ellas; Luisa Roldán es otra.

En el artículo de hoy, repasamos la vida de “La Roldana”, la única mujer que ocupó el cargo de Escultora Real.

Breve biografía de Luisa Roldán, la Escultora Real olvidada

El Museo Nacional de Escultura de Valladolid dedica hasta el 9 de marzo de 2025 una magnífica exposición a Luisa Roldán (1652-1706), que abarca desde sus inicios en el taller paterno hasta sus últimas realizaciones, ya Madrid, que demuestran su enorme talento y su capacidad de recoger las mejores influencias para crear una obra única.

Una mujer escultora: ¿una excepción a la regla?

Luisa Roldán no fue la única mujer que trabajó en talleres artísticos. Esta excepcionalidad es una mentira que han querido vendernos durante demasiado tiempo. Porque, si bien es cierto que en los siglos XVIII, XIX y XX el estatus femenino decayó de forma considerable, no lo es menos que, en los siglos anteriores, las mujeres trabajaron codo con codo con sus padres, hermanos y esposos en los talleres familiares.

No pocos artistas educaron a sus hijas en su arte. En el siglo XVI, y en el ámbito de la pintura, encontramos a Sofonisba Anguissola (h. 1535-1625), ilustre pintora de la corte de Felipe II que aprendió con su progenitor, el también pintor Amilcare Anguissola. Más tarde, el insigne escultor Pedro de Mena (uno de los grandes del Barroco hispano) enseñó el arte de esculpir y policromar a sus tres hijas: Andrea, Juana y Claudia. Lo mismo hizo el padre de Francisco Salzillo, que trabajó en el taller familiar con su hermana, Inés Salzillo.

Por tanto, es justo admitir que, con anterioridad al siglo XVIII, era bastante habitual e incluso normal que las mujeres se formaran en los talleres familiares y que llegaran a ser tan importantes como sus parientes masculinos.

La Sevilla de la Contrarreforma

Luisa Ignacia Roldán Villavicencio nació en septiembre de 1652, en una Sevilla poderosa económica, demográfica y culturalmente que, como el resto del mundo católico, se había embebido de las normas de Trento y participaba de forma entusiasta en la Contrarreforma.

El Concilio de Trento (1545-1563) fue un concilio ecuménico que reunió a grandes dirigentes de la Iglesia para decidir qué hacer tras la vorágine de la Reforma protestante. Entre otras muchas cosas, se corroboró que el arte era un vehículo de aprendizaje y devoción, por lo que las escenas religiosas debían ser expresadas de una forma vívida y accesible, con el objetivo de que los fieles pudieran sentirse identificados y, en consecuencia, conmovidos.

El decorum en el arte fue escrupulosamente observado. Ciertas escenas solo se podían representar de una forma; rechazar estas directrices significaba estar en contra del decorum y, por tanto, la obra no podía ser admitida. Por ejemplo, en las escenas de la Crucifixión, la Virgen ya no podía desmayarse ni mostrar un dolor excesivo, sino la serenidad que comporta la fe y que apelaba, a su vez, a todos los cristianos a una calmada resignación.

En este ambiente contrarreformista, la escultura religiosa adquiere una popularidad sin precedentes. Y es el taller de Pedro Roldán, el padre de Luisa, el mayor productor de ingeniería barroca de la ciudad. En él se forma la joven Luisa, así como sus hermanas María Josefa y Francisca.

Una rebelión por amor

Luisa Roldán crece, pues, en el ambiente del taller de su padre, observando y copiando minuciosamente su obra y absorbiendo con detalle todas las enseñanzas paternas, así como las ideas artísticas que llegan al taller, especialmente por parte del pintor y policromador Juan de Valdés Leal (1622-1690), gran amigo de la familia.

A los diecinueve años, Luisa se enamora de uno de los ayudantes del taller de su padre, Luis Antonio de los Arcos y, a pesar de la oposición paterna, la joven se casa con su prometido. La historia resulta compleja, puesto que es necesario un documento judicial que obligue al padre, Pedro Roldán, a permitir que su hija, legalmente casada, abandone el hogar paterno para reunirse con su esposo.

¿Por qué Pedro Roldán estaba en contra del enlace? ¿Tenía pensado una “mejor opción” para su hija? La negativa paterna no deja de ser extraña, puesto que era bastante usual en la época que las hijas de los artistas desposaran con los ayudantes de estos. Uno de los casos más famosos lo encontramos en Diego Velázquez (1599-1660), que se casó con Juana, la hija de su maestro Francisco Pacheco.

Algunos autores apuntan a que Pedro Roldán no deseaba desprenderse de un talento como el de su hija. Si esto es cierto, significaría que, desde el primer momento, ella y su marido deseaban marchar del taller familiar y fundar uno propio. Es precisamente lo que hicieron en 1671, cuando, libre Luisa del yugo paterno, funda con su esposo un nuevo taller en la misma Sevilla en la que tanto había aprendido. En este taller les ayudaría su cuñado, Tomás de los Arcos.

Cádiz: hacia la cumbre

El joven matrimonio empieza a hacer fortuna con el nuevo taller. De 1671 data una cabeza de San Juanito que ya concentra lo que será el estilo característico de Luisa Roldán: una innegable ternura. Y es que el niño aparece sonriendo de una forma infantilmente deliciosa, poco habitual en la escultura barroca de la época.

La sociedad andaluza empieza a fijarse en el taller de los Roldán-De los Arcos. Ya en la década de 1680, Luisa es llamada por la Catedral de Cádiz para que realice unas imágenes para la Semana Santa. Con anterioridad, la ciudad ya le había encargado un espectacular Ecce Homo (concretamente, el convento de los Descalzos) que, además, posee la particularidad de contener el primer documento autógrafo de la escultora en el que esta acredita su autoría y que se descubrió durante una restauración.

El documento es importante por ser de los pocos que atestiguan, de puño y letra de Luisa, la acreditación de su obra. Lamentablemente, los numerosos contratos que firmó el taller fueron rubricados por Luis Antonio, su esposo, debido a las reservas legales de la época acerca de que una mujer casada cerrara un contrato legal.

También para la Catedral de Cádiz realizó la Roldán dos magníficas esculturas procesionales de San Servando y San Germán, patronos de la ciudad. En la cabeza de uno de los santos se halló también un documento que acreditaba la autoría de la escultora, que realizó la obra en estrecha colaboración con su marido y su cuñado Tomas. No cabía duda de que el taller iniciado por los Roldán -De los Arcos estaba llegando a la cumbre.

Escultora real: fama y miseria

En 1689, la pareja abandona Andalucía y se dirige a la Villa y Corte, Madrid, posiblemente aconsejados por Cristóbal de Ontañón, ayuda de cámara del rey Carlos II e importante mecenas. Es más que probable que el matrimonio apostara por las nuevas oportunidades que podía encontrar cerca de la corte. Allí, en Madrid, nace su hija María Bernarda, la pequeña de sus siete hijos que, igual que tres de sus hermanos, fallecería a muy corta edad.

Luisa y su marido anhelaban (y, posiblemente, esperaban con más o menos seguridad) el nombramiento de aquella como escultora de cámara del rey Carlos II. Sin embargo, el nombramiento tardaba en llegar y, mientras, la familia sobrevivía realizando encargos para la nobleza madrileña. El nombramiento llegó finalmente en octubre de 1692, pero no así la ansiada estabilidad económica, pues Luisa cobraba tarde y mal debido a la precaria situación del país.

El matrimonio dirigió numerosas cartas al rey y a su esposa, la reina Mariana de Neoburgo, solicitando ayuda para paliar su casi extrema pobreza. Una de estas cartas está fechada en 1698; en ella, Luis Antonio de los Arcos solicita al rey el puesto de “ayuda de la furriela” (algo así como ayudante de mayordomo), trabajo que se le denegó al no haber ningún puesto vacante. Los Roldán-De los Arcos se hundían en la miseria.

Mientras, Luisa sobrevivía ejecutando pequeñas esculturas de terracota policromadas que hacían la delicia de los aristócratas. En aquella época estaba muy de moda la devoción privada, y existía una demanda altísima de imágenes para los oratorios privados. De esta época son obras tan exquisitas como Niño Jesús con San Juan Bautista (1691-92), que recoge una escena apócrifa muy popular entre los fieles, según la cual, al regreso del exilio en Egipto, Jesús se había encontrado con su primo Juan y le había revelado su misión divina. Igualmente deliciosa es la terracota La educación de la Virgen (1691-1700), encargada posiblemente como regalo para la reina Mariana.

La educación de la Virgen

Cambio de dinastía. Hacia el fin.

En el año 1700 fallece Carlos II y, con él, el principal valedor de Luisa Roldán. Cuando accede al trono (guerra mediante), el nuevo monarca, Felipe V, es menester renovar el cargo de escultora real por el nuevo rey, cosa que sucede en 1701.

De esta última época son obras como un nuevo Ecce Homo (1689-1706), La Virgen Niña con San Joaquín y Santa Ana (1689-1706), y, sobre todo, la espectacular El tránsito de la Magdalena (1689-1696), una impresionante imagen en la que la santa, desfallecida en su penitencia y a punto de morir, es sostenida amorosamente por un ángel.

El nuevo nombramiento y la nueva dinastía borbónica no parecen mejorar la situación económica de Luisa y su familia. El 5 de enero de 1706, ya en las puertas de la muerte, redacta un documento en el que se declara en extrema pobreza y, por tanto, incapaz de testar. En dicho documento apela a la caridad de los fieles para sufragar su entierro, así como las misas en beneficio de su alma.

Se trata de un documento desgarrador. La gran escultora barroca, la que fue célebre en su Andalucía natal y luego fue nombrada escultora de cámara del rey, falleció paupérrima solo cinco días después, el 10 de enero. El mismo día de su óbito (¿ironía del destino o justicia postmortem?) la Accademia di San Luca de Roma la nombró académica de mérito.

  • Hall-Van Den Elsen, C. (2018), Fuerza e intimismo. Luisa Roldán, escultora (1652-1706), Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Universidad de California.
  • Pérez Sánchez, A. E., (1992), Pintura barroca en España 1600-1750, Ediciones Cátedra.
  • La Roldana, dentro del ciclo Españolas por descubrir, Instituto Cervantes, 22 de octubre de 2019: https://www.youtube.com/watch?v=l8KiSt0qSyc.
  • VV.AA., Escultora real. Luisa Roldán, Museo Nacional de Escultura de Valladolid, catálogo.

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Sonia Ruz Comas. (2025, enero 21). Luisa Roldán: biografía de esta gran escultora barroca. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/cultura/luisa-roldan-escultora-barroca

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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