“La música amansa a las fieras”. Seguro que alguna vez has escuchado este dicho popular. Puede que parezca una exageración; probablemente, la música no te ayudará si te encuentras ante un león hambriento que pretende comerte. Pero, bromas aparte, si tomamos el concepto de “fiera” del refrán y lo identificamos con nuestras fieras de la vida cotidiana (como el estrés, el cansancio, la irritabilidad, el insomnio o el mal humor), la cosa empieza a tener más sentido.
La utilidad de la música se plasma en varios beneficios para el ser humano. Es por ello por lo que siempre ha estado presente, de una forma u otra. No ha habido sociedad que no haya incluido expresión musical en sus manifestaciones culturales; y es que la música va pareja, desde siempre y (probablemente) para siempre, con el ser humano.
¿Para qué sirve la música?
En un interesante experimento que realizaron la doctora Frances Rauscher y su equipo en 1993 y cuyo resultado se publicó en la revista científica Nature, se observó que los estudiantes que escuchaban la Sonata para dos pianos en Re mayor de Mozart (la K. 448), presentaban una mejora sustancial en sus habilidades espacio-temporales. Pronto empezó a circular la noticia de que la música del genial compositor austríaco, y en concreto esta pieza, estimulaban positivamente ciertas áreas del cerebro.
Más recientemente, el experimento se refrendó cuando se expuso a unas ratas a la misma música y los animales consiguieron resolver mucho más rápido los laberintos propuestos por los investigadores. En la década de 1990, el fenómeno se popularizó como “Efecto Mozart”, concepto que primero acuñó el otorrinolaringólogo Alfred Tomatis (1920-2001) con su obra Pourquoi Mozart? (¿Por qué Mozart?) y, más tarde, consagró Don Campbell con El efecto Mozart. A pesar de que no existe acuerdo entre los expertos sobre si, realmente, este “efecto Mozart” existe, no se puede negar que la música en general (y la música clásica en particular) tiene una serie de beneficios evidentes sobre nuestro organismo y en nuestra manera de comunicarnos con los demás.
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Una música para cada personalidad
A pesar de que en este artículo hablaremos de la música en general y sus importantes aportaciones en nuestra vida, no todos los tipos de música otorgan los mismos beneficios.
Por ejemplo, y más allá del “efecto Mozart”, está comprobado que la música clásica tiene, en general, una altísima capacidad sedante, además de contribuir a la mejora de la concentración y la memoria. Al menos, esto es lo que se deduce de otro famoso experimento, liderado por el doctor en medicina Hans-Joachim Trappe (1954).
El estudio concluyó que la música clásica activaba zonas cerebrales que se relacionan con la creatividad, además de sumergir al cerebro en el llamado “modo alfa”; es decir, lo induce a un estado parecido al de la meditación. La investigación del doctor Trappe también presentaba el efecto que causan sobre el organismo otros tipos de música: mientras que la música popular estimula el buen humor, la música heavy o la techno provocan una mayor agresividad y aceleran el ritmo cardíaco.
Del estudio se deduce, además de que no todos los tipos de música producen el mismo efecto en nuestro cuerpo, que existe una música para cada tipo de personalidad o para momentos concretos del día. Así, para realizar ejercicio puede que sea mejor opción la salsa o el mambo, que, según el experimento de Trappe, estimulan el movimiento corporal.
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7 propiedades importantes de la música
A continuación, resumimos las 7 propiedades más destacadas que posee la música, para que seas consciente de lo importante que es esta expresión cultural.
1. Modula las emociones
Muy relacionado con lo que hablábamos en la introducción acerca de “amansar a las fieras”, la música tiene una capacidad inigualable de modular nuestras emociones. Así, si nos sentimos inquietos o irritables, una pieza de música clásica o de música de meditación puede sumergirnos casi inmediatamente en un estado de relajación altamente beneficioso y placentero.
De igual forma, una música suficientemente rápida, con un ritmo acelerado y contundente, nos lleva en seguida a la acción, puesto que eleva las frecuencias cardíaca y respiratoria. Así, este tipo de música es ideal para acompañar competiciones deportivas, ejercicio físico personal u otras tareas que requieran un movimiento activo.
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2. Contribuye a la felicidad
Escuchar música hace que nuestro cuerpo segregue una serie de neurotransmisores que mejoran notablemente nuestra sensación de felicidad. Entre ellos, están la dopamina (que nos produce bienestar) y la oxitocina (llamada comúnmente “la hormona del amor”). Por otro lado, escuchar música que nos gusta es un placer que nos hace sentir a gusto y en paz.
3. Ayuda a reducir el estrés y el insomnio
Escuchar música sedante antes de ir a dormir es altamente beneficioso para mejorar nuestro descanso. La música relajante produce ondas cerebrales lentas (las ondas alfa, también llamadas ondas de la relajación) que inducen al sueño.
Por otro lado, la música es muy beneficiosa para combatir el estrés. De hecho, un estudio de la Sociedad Americana de Hipertensión concluyó que escuchar 30 minutos de música clásica al día reduce la presión arterial, lo que contribuye a disminuir el estrés. Es por ello por lo que, en los últimos años, el uso de la música para aliviar la tensión crónica (la musicoterapia) ha aumentado.
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4. Mejora las capacidades de aprendizaje
La concentración, la asimilación de conceptos y la memoria se ven notablemente beneficiadas por la música. Ya hemos comentado los efectos que tiene escuchar música de Mozart, pero cualquier tipo de música con una estructura suficientemente armónica tiene este efecto en nuestro cerebro.
5. Disminuye el dolor
Escuchar diariamente música relajante contribuye a disminuir el dolor crónico hasta en un 21%. Se ha comprobado, por ejemplo, cómo el contacto diario con música sedante o música clásica aliviaba considerablemente el dolor de los pacientes ingresados en la UCI.
Al escuchar música relajante, el organismo libera endorfinas, nuestro analgésico natural. Además, tiene un efecto inmediato en nuestro sistema nervioso parasimpático (es decir, el sistema que regula las funciones “inconscientes”, como la digestión o la salivación), que nos permite regresar al estado de reposo tras un episodio de estrés.
6. Permite expresar emociones
Como cualquier manifestación artística y cultural, la música permite expresar emociones de una forma fácil y directa, mucho más inmediata que otro tipo de arte. En su artículo sobre los beneficios de la música, la psicóloga y doctora en neurociencia Ana Asensio pone el ejemplo del pianista James Rodhes (1975) que, gracias a la música, consiguió “exorcizar” los miedos y los demonios que arrastraba de su tormentoso pasado.
7. Ayuda en tratamientos clínicos
La doctora Asensio sostiene en el citado artículo la importancia de la música en el tratamiento de enfermedades como el Parkinson o el Alzheimer, puesto que despierta nuevas conexiones neuronales en las personas afectadas y refuerza su memoria. Por otro lado, la música tiene un papel destacado en el tratamiento de trastornos como el TDAH o en trastornos del espectro autista (TEA).