Actualmente, ir al teatro es algo bastante usual, especialmente en las grandes ciudades, que cuentan con una suculenta cartelera con multitud de obras para escoger. Por supuesto, todos tenemos nuestras preferencias en cuanto a autores y estilos; la larguísima trayectoria de las artes escénicas ofrece mucho campo a la hora de decidir.
Lo que quizá no sabías es que, en sus orígenes, el teatro era una manifestación religiosa. Así es; nació en la antigua Grecia relacionado con las celebraciones en honor a los dioses, especialmente, a Dionisos o Dionisio, conocido popularmente como dios del vino, pero cuyo significado era entonces mucho más profundo, como veremos.
En este artículo vamos a adentrarnos en los orígenes del teatro griego, en su trayectoria histórica y en los autores y obras más representativos.
Orígenes del teatro griego: en honor al dios Dionisos
Muchos son los divertimentos actuales que tienen origen sacro, y el teatro no es una excepción. Aunque se desconoce cuándo y dónde nació exactamente el teatro griego, se cree que una de sus bases pudo ser las Grandes Dionisias de Atenas, es decir, las fiestas dedicadas al dios Dionisos. Durante estas celebraciones, que duraban días, la multitud se congregaba animadamente para beber, cantar y bailar y, por supuesto, para atender a ciertos espectáculos que representaban temas mitológicos.
Comprenderemos mucho mejor el origen religioso (y, especialmente, báquico) del teatro griego si tomamos la etimología de la palabra tragedia. Hoy en día, el vocablo hace referencia a una obra teatral de contenido triste y desgraciado, así como a un hecho real eminentemente doloroso. Pero, ¿qué encontramos si tomamos la raíz griega de la palabra?
Tragedia es una voz castellana que proviene del latín y que, a su vez, tiene sus orígenes en la tragoidía griega. Tragoidía está compuesta por dos raíces: tragos, “macho cabrío”, y oidé, “canto”. Por lo tanto, tragedia, en su significado original, se podría traducir como “el canto del macho cabrío”.
¿Sorprendente? Si analizamos el porqué del nacimiento del teatro griego, no nos resultará tan asombroso. Ya hemos comentado que los inicios hunden sus raíces en las celebraciones en honor al dios Dionisos (el Baco romano). Pues bien, el macho cabrío era uno de los animales-símbolo de la divinidad, en tanto que Dionisos era el dios de la fecundidad, la fertilidad y la abundancia.
Durante las primitivas festividades en honor al dios (anteriores a las Dionisias de Atenas), se sacrificaba un carnero para que, con su sangre, alimentara las cosechas y garantizara alimento y seguridad para el pueblo. Mientras este sacrificio sangriento acontecía, los trasgos, bailarines disfrazados de sátiros, danzaban en éxtasis (no olvidemos que Dionisos era también el dios de la embriaguez, el desorden y el desenfreno) y recitaban salmodias en honor al dios. Este tipo de liturgias se denominaban ditirambos, y son el primer claro antecedente del teatro griego posterior.
¿Cómo evolucionan estos ditirambos hacia las celebraciones de la época clásica (como las citadas Grandes Dionisias), donde el teatro ya es el principal protagonista? Los historiadores creen que a partir de los versos de los trasgos se originó la idea del coro, las voces que secundan a los actores. Por otro lado, el corifeo que, en el ditirambo, respondía a los danzarines, es el precedente del actor.
Porque en las primeras representaciones teatrales griegas (siglo VI a.C.), un único actor llevaba todo el peso de la representación. Más tarde, sobre todo gracias a Esquilo (525 – 456 a.C.), se añade un segundo intérprete. Ya en época clásica, el número de actores era variable (dependiendo de la obra y del autor), aunque lo usual era un máximo de cuatro.
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Características y evolución del teatro griego
Según cuenta la leyenda (pues no es seguro de que tal personaje existiera), Tespis fue el primer actor de la historia, que se separó del coro de los ditirambos para declamar sus propias líneas. Se dice que Tespis fue el ganador del concurso de teatro de las Grandes Dionisias de Atenas del año 536 a.C.
Leyendas al margen, lo cierto es que, en el siglo VI a.C., el teatro está consolidado como parte de las celebraciones religiosas griegas. Y ya no se trata de unos bailarines que cantan y un corifeo que les responde, sino de una representación completa, que cuenta con unos tres actores en escena (protagonista, deuteragonista y triagonista), más el coro que les apoya, que se sitúa simbólicamente en el lugar que antes ocupaba el altar de Dionisos.
Tanto los actores como el coro estaban formados exclusivamente por hombres, como sucedía con todos los demás actos públicos de la Grecia antigua. Pero, tal y como recoge Máximo Brioso Sánchez en su interesante artículo El público del teatro griego antiguo, no podemos afirmar con seguridad que las mujeres tuvieran vetado el asistir como meras espectadoras, a pesar de las restricciones sociales de las que eran víctimas. Por otro lado, los cargos públicos de la ciudad y los sacerdotes tenían el privilegio de ocupar los mejores asientos.
Las máscaras eran elemento esencial en el teatro griego, puesto que, además de ejercer una función ritual (Dionisos estaba relacionado con todo lo oculto y lo oscuro del ser humano), permitían a los actores caracterizarse para representar diversos papeles.
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Un nuevo edificio para un nuevo espectáculo
A medida que el teatro griego fue adquiriendo presencia en las fiestas religiosas, se fue haciendo necesario un lugar donde representar las obras.
Al principio, estos edificios estaban construidos con materiales efímeros, como la madera, por lo que no nos han quedado testimonios de su estructura y características. Más tarde, hacia el siglo VI, el koilon o cavea (las gradas) se empezaron a levantar con piedra en las faldas de una colina, como demuestran los restos del maravilloso teatro de Thorikos, al este de la ciudad de Atenas, el teatro griego más antiguo conservado.
Con el pasar de los siglos, la estructura de los teatros se fue modificando. Mientras que el teatro de Thorikos tiene forma elíptica y un graderío recto, en el período helenístico la morfología cambia considerablemente. Es la época de teatros como el de Epidauro, en la Argólida, construido en el siglo IV a.C. y que corresponde, siguiendo la clasificación que propone Jean-Charles Moretti a la tipología de teatro oriental helenístico.
Epidauro, diseñado por Policleto el Joven y destinado a las representaciones en honor al dios Asclepio, presenta ya un graderío semicircular, que en su época de esplendor podía acoger nada menos que a 14.000 espectadores. Famosa es la acústica del lugar; se dice que, si alguien deja caer una moneda en el escenario, las personas que se encuentran en las gradas más altas pueden oír el ruido.
No podemos concluir este apartado sin dar, al menos, una idea general de cuáles eran las partes principales del teatro en época griega. En el centro, de forma circular y con piso de arena, encontramos la orchestra, espacio donde se situaba el coro y donde, en épocas más arcaicas, se ubicaba el thymile o altar de sacrificio para Dionisos. El koilon o cavea era el graderío donde se sentaban los espectadores, usualmente en forma de medio círculo. Finalmente, al otro lado de la orchestra se situaba la scena o skené, el escenario donde los actores declamaban, generalmente encima de una tarima.
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Géneros y autores del teatro griego
Ya hemos comentado de dónde proviene la palabra tragedia, que corresponde también al primero de los géneros teatrales griegos. Las tragedias ponían en escena relatos mitológicos de dioses y héroes, y tenían un contenido altamente solemne y moralizante. Más tarde apareció la comedia, palabra que tiene su raíz en el vocablo komos, “desfile”, y oidé, “canción, oda”. Según otras fuentes, komos sería el nombre que recibirían los grititos de las bacantes, los adoradores de Dionisos.
Entre los principales autores de tragedia griega encontramos el ya citado Esquilo, con obras como Los persas (472 a.C.), la Orestíada (458 a.C.), compuesta por tres obras relacionadas con la maldición de la casa de Atreo, o Los siete contra Tebas (467 a.C.). Eurípides (484 – 406 a.C.), es también un representante importante, con obras como Las bacantes e Ifigenia en Áulide (ambas del 406 a.C.). Finalmente, Sófocles (496 – 406 a.C.) cierra la “tríada” de autores, con obras mundialmente famosas como la trilogía dedicada al héroe Edipo, la tragedia Áyax (450-430 a.C.) y Electra (418-410 a.C.).
La comedia griega (también llamada comedia artistofánica por ser Aristófanes su principal autor) tenía, por lo general, un carácter humorístico a la vez que crítico. Encontramos este estilo, concretamente, en las comedias de Aristófanes (444-385 a.C.), tales como Las nubes (423 a.C.), donde el autor critica a los filósofos que se creen novedosos, Las aves (414 a.C.), una ácida sátira al expansionismo de Atenas, o la famosísima Lisístrata (411 a.C.), sobre la “guerra de sexos” y la situación de la mujer.