Los sofistas eran filósofos centrados en la enseñanza del arte de la oratoria y de la persuasión en el contexto de la Antigua Grecia. Consideraban importante la participación de los ciudadanos, que estaban formados, en la política, a través de la democracia parlamentaria.
Muestran distintas características que los distinguen de corrientes anteriores, presentándose contrarios al pensamiento de otros reconocidos filósofos como Sócrates. Proponen el subjetivismo, entendido como una postura filosófica que otorga especial importancia al sujeto.
En este artículo hablaremos de los sofistas y de sus características, explicando quién eran, en qué época surgieron, quiénes fueron los más reconocidos y qué forma de pensar sostenían.
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¿Quiénes eran los sofistas?
Los sofistas eran filósofos y maestros de la enseñanza de la sabiduría, que dominaban el arte de la oratoria y de la retórica. Surgieron en el siglo V a.C., en la Grecia clásica, concretamente en la ciudad de Atenas. Pese a considerarse en un primer momento hombres intelectuales y sabios, su discurso distaba de ser verdadero, utilizaban falacias, mentiras, para conseguir influir en la toma de decisiones del adversario.
De este modo, la mala reputación que tuvieron hizo que el término sofista se utilizara para referir a personas manipuladoras y farsantes, con una oratoria que se alejaba de la verdad. Asimismo, tuvieron diferentes detractores, entre los que destacan, Sócrates y posteriormente Platón.
Debemos tener presente que en este periodo histórico, en Grecia, había establecida una democracia parlamentaria, donde se procedía a aceptar las leyes mediante el debate entre los ciudadanos. Por esta razón, dominar la retórica era un punto clave para tener influencia en la política y lograr influir en los demás. Su discurso era persuasivo, que es el arte de convencer a alguien sobre un tema o cuestión.
Gracias a las habilidades que mostraban los sofistas en el discurso, tenían un dominio destacable de la oratoria, y eso les permitió enseñar a otras personas esta aptitud y convertirse así en los primeros filósofos profesionales, en los primeros que cobraban por transmitir sus conocimientos.
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Características principales de los sofistas
Así pues, los sofistas eran profesionales de la retórica, cuya práctica profesional consistía en transmitir el arte del discurso. Los seres humanos, los hombres que vivan en sociedad y la cultura eran los temas de interés de estos filósofos, quienes tenían como objetivo principal alcanzar el éxito en el debate, ganar e influir en el oponente.
Existen otras características destacables de los sofistas. Veamos qué rasgos eran señalables y definitorios de ellos.
1. El uso de la retórica
Como ya hemos mencionado, el modo más utilizado por los sofistas para transmitir su conocimiento era la retórica, que consiste en un conjunto de técnicas que permiten al sujeto expresarse y comunicarse mejor. El modo de impartir su enseñanza era unidireccional y cerrado, es decir, solo hablaban ellos y sus oyentes no los podían interrumpir. De igual forma, su discurso transmitía mucha información pero de manera sintetizada.
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2. Corriente subjetivista
Los sofistas fueron los primeros pensadores en plantear el subjetivismo, corriente que destaca por otorgar mayor importancia a los sujetos respecto a los objetos. De este modo, afirman que no hay una única realidad y que el conocimiento de esta depende de cada sujeto, de sus experiencias, valores, creencias y emociones. Dicho de otro modo, opinaban que la realidad no existe sin el sujeto, sin la intervención de su mente.
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3. El relativismo moral
Relacionado con el punto anterior, la inexistencia de la realidad sin el sujeto, sucede lo mismo con la distinción de bueno y malo. Una de las características de los sofistas es que para ellos no existe una normativa universal que dicte lo que está bien y lo que está mal, sino que dependerá de cada individuo, de sus valores y moral. Así, habrá distintas opiniones de lo que es bueno y malo, siendo todas ellas igual de válidas.
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4. La finalidad instrumental de la filosofía
Ya hemos visto que los sofistas eran filósofos profesionales que cobraban para enseñar sus conocimientos; etendiendo la filosofía como un modo de transmitir las técnicas necesarias para ser un buen orador, rasgo que valoraban como esencial para triunfar en política y conseguir influir en los adversarios, que era la finalidad de su actuación.
5. La finalidad del discurso
Como ya hemos avanzado, la última finalidad del discurso era convencer, sin importar las estrategias que se utilizaban ni la veracidad o sentido del discurso. Los sofistas enseñaban la técnica de persuasión y sus alumnos asimilaban la información de forma pasiva, es decir, no podían realizar contraargumentos o poner en duda el conocimiento planteado, no se debatía durante las lecciones.
6. La importancia de la democracia
El sistema de democracia parlamentaria permitió a los sofistas poner en práctica sus habilidades y participar en la política. La intervención de la ciudadanía en las cuestiones políticas, beneficiaba a estos filósofos cuya función era formar a los ciudadanos en persuasión y modo de debatir.
Eso sí, opinaban que solo podían ser partícipes en el debate democrático las personas que estuvieran formadas y tuvieran el conocimiento de las estrategias adecuadas. Vemos otra vez, cómo esta afirmación se relaciona con su función.
7. La felicidad del individuo
Valorando los rasgos más característicos que conocemos sobre los sofistas, destaca en ellos la necesidad de éxito, de sobresalir, de lograr vencer a sus oponentes… objetivos vinculados con ser el mejor.
Así pues, no es de extrañar que su modo de alcanzar la felicidad, de ser felices, se vinculara con conseguir el éxito, la fama, lograr influir a los demás y ser reconocidos por ellos.
La finalidad no es presentar un discurso válido o coherente, que sea útil en el ámbito de la política, sino conseguir el éxito mediante el discurso. Este es el motivo de la felicidad.
8. Las leyes se pueden modificar
La defensa de la democracia que plantean este grupo de filósofos mantiene relación con la afirmación de poder cambiar las leyes. En otras palabras, para poder aplicar su conocimiento y enseñanza, para poder participar en la política es necesario que esta se pueda modificar y sea variable y que no se establezca de modo permanente a lo largo de la historia.
Del mismo modo que no hay una realidad única y verdadera, tampoco podrá haber una política o leyes universales y únicas. Por este motivo, a medida que vaya progresando y cambiando la sociedad, también lo deberán hacer las leyes.
9. Estudio del individuo
Los filósofos anteriores a los sofistas se habían centrado especialmente, en estudiar la naturaleza, la creación y origen del cosmos. En cambio, los nuevos pensadores, los sofistas, rompieron con esa temática y se focalizaron en el estudio y conocimiento del hombre y de la sociedad, y de los distintos factores vinculados, como la política o la enseñanza.
El pensamiento sofista
Son dos los sofistas más destacados: Gorgias (483-375 a.C.) y Protágoras (485-411 a.C.), quien presenta algunas de las ideas más relevantes y destacables de esta corriente filosófica. Creen en el relativismo del pensamiento, que como ya hemos mencionado, afirma que la verdad, la moral y la distinción entre bueno y malo depende de cada individuo o sociedad. Para ellos no existe una verdad universal, para todo el mundo, y como tal no podemos establecer un modo de actuación correcto para todos.
Ante la idea de un dios o de varios dioses se muestran agnósticos; es decir, no niegan su existencia pero refieren que tampoco pueden confirmarla. Asimismo, destacan las diferencias de dioses presentes en cada cultura o sociedad, respaldando así la idea de la variación de pensamiento, de ideas e incluso creencias según el individuo y su entorno.
Otro rasgo destacable de los sofistas es el pragmatismo, entendido como la realización de una conducta, de una acción, con la finalidad de obtener el propio beneficio, es decir, por el interés de uno mismo. Como ya sabemos, plantean que lo bueno y lo malo es relativo, y variará según la interpretación o valoración que haga cada individuo. De este modo, no nos podemos guiar o actuar según esta distinción, el único motivo que nos debe mover es alcanzar nuestros objetivos, nuestra felicidad.
También es característica su postura escéptica sobre la realidad o qué es verdad. La realidad al ser cambiante y depender de quien la descubre o la conoce, del punto de vista que escojamos, hace imposible que creamos que existe una única verdad absoluta para todo el mundo. Por esta razón se muestran escépticos ante la verdad, puesto que dependerá de quien la interprete, nada nos asegura que no pueda ser mentira si valoramos otra perspectiva.
Vemos así una clara diferencia con otra corriente de pensamiento que surgirá más tarde, el objetivismo, que creen en una única realidad, verdadera y universal para todos los sujetos.