La infancia es una fase de la vida en la que somos más sensibles a lo que nos rodea, para lo bueno y para lo malo.
Es por eso que durante los primeros años es importante garantizar el correcto desarrollo psicológico de los pequeños, tanto para que sean felices como para prevenir problemas que podrían dejar en ellos una huella profunda, difícil de superar o que incluso puede seguir expresándose en la etapa adulta.
En este artículo veremos en qué consiste uno de los elementos psicológicos con mayor capacidad de frenar y perjudicar el desarrollo psicológico de los niños y niñas: el apego inseguro.
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¿Por qué el apego es importante en el desarrollo de la mente infantil?
En la manera de hablar que utilizamos habitualmente, el apego hace referencia a una predisposición emocional a reaccionar con emociones positivas ante la presencia de alguien, y a buscar esta última para sentirnos bien. Sin embargo, en el ámbito de la psicología, este concepto es un poco más complejo.
Así, cuando desde la psicología del desarrollo (una de las ramas de la ciencia de la conducta) hablamos sobre el apego, nos estamos refiriendo a un elemento perteneciente a la teoría del apego, planteada por el psiquiatra John Bowlby a mediados del siglo XX. Este investigador investigó acerca de cómo las dinámicas relacionales entre los padres y/o madres, por un lado, y los/las hijos/as, por el otro, dan forma al modo en el que estos últimos aprenden a interactuar con el entorno y con los demás.
Así, dependiendo del grado en el que los pequeños se acostumbren a buscar la proximidad de esas figuras de apego (normalmente, padres y madres), interiorizarán una manera más o menos sana de explorar su entorno o el mundo en general, a medida que vayan creciendo. De hecho, una de las implicaciones de la teoría del apego es que este proceso se plasma en las acciones de esos niños y niñas, pero también en las acciones que realizarán en el resto de sus vidas. Por ello, lograr que establezcan un apego adecuado será un factor de prevención y protección psicológica ante ciertas alteraciones comportamentales y emocionales.
Así pues, en este sentido el apego no es tan solo un fenómeno emocional del aquí y ahora, sino un conjunto de predisposiciones psicológicas con un amplio recorrido y evolución de la niñez, y que surge de su relación con sus figuras de apego de referencia, que son los cuidadores primarios.
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¿Qué es el apego inseguro?
Como hemos visto, el apego es un aspecto clave en la evolución de las capacidades psicológicas de los niños y niñas a la hora de interactuar con el mundo. Esto es así porque disponer de una buena relación con la figura de apego permite disponer de un equilibrio entre la libertad para explorar el entorno, por un lado, y contar con la seguridad de poder volver al “refugio” del cuidador, por el otro.
Esto ya nos da una pista de cómo es el tipo de apego más adecuado para el desarrollo infantil, y que recibe el nombre de “apego seguro”. Los pequeños que lo interiorizan desarrollan desde sus primeros años de vida un nivel de autoestima equilibrado y que les anima a seguir aprendiendo por su cuenta, sin sufrir problemas de ansiedad ni otros desajustes emocionales generados por la incertidumbre acerca de lo que ocurrirá.
El apego inseguro es, pues, la otra cara de la moneda. Los niños y niñas que lo desarrollan no logran encontrar un buen ajuste entre los retos que les plantea su entorno y su confianza en uno mismo o su capacidad para anticipar consecuencias y planificar acciones, por el otro, y sufren problemas emocionales con frecuencia. Se trata de un tipo de apego que surge facilitado por modelos de crianza inadecuados o directamente negligentes por parte de padres, madres y/o tutores.
A su vez, el apego inseguro se divide en dos posibles tipos: apego evitativo y apego ambivalente. En el primero el niño ignora o se evita a la figura de apego, dándole casi el mismo trato que a una persona a la que conoce poco, como resultado de un modelo de crianza poco comprometido o casi inexistente. En el segundo, siente ansiedad ante la ausencia de la figura de apego, pero al tenerla al lado también siente malestar y se resiste a mantener un contacto cercano, muchas veces expresando enfado, lo cual es facilitado por la falta de consistencia y de previsibilidad en las acciones del/a cuidador/a.
Ambos tipos de apego inseguro suelen dar lugar a maneras disfuncionales de establecer relaciones con los demás, tanto en el trabajo como en las amistades e incluso las relaciones de pareja. Por eso es importante tanto aplicar un modelo de crianza equilibrado y ajustado a las necesidades de los pequeños, como ir a psicoterapia si existen alteraciones derivadas de estas situaciones problemáticas en la etapa infantil.
En las sesiones de terapia psicológica trabajaremos aspectos como:
- La reparación de la autoestima.
- El entrenamiento en habilidades sociales.
- El cuestionamiento de las creencias desadaptativas acerca de los peligros a los que uno mismo se expone, y lo que las relaciones pueden ofrecer.
- La gestión de la ansiedad ante situaciones de incertidumbre.
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Referencias bibliográficas:
- Bowlby, J. (1977). The making and breaking of affectional bonds. The British Journal of Psychiatry, 130(3): 201-210.
- Bowlby, J. (1988). A Secure Base: Clinical Applications of Attachment Theory. Londres: Routledge.
- Madigan, S.; Bakermans-Kranenburg, M.J.; Van Ijzendoorn, M.H.; Moran, G.; Pederson, D.R., Benoit, D. (2006). Unresolved states of mind, anomalous parental behavior, and disorganized attachment: a review and meta-analysis of a transmission gap. Attachment & Human Development, 8(2): pp. 89 - 111.
- Main, M.; Cassidy, J. (1988). Categories of response to reunion with the parent at age 6. Developmental Psychology, 24(3): pp. 415 - 426.
- Shaffer, D. (2000). Psicología del desarrollo. Infancia y adolescencia. Editorial Thomson: Madrid.
