Criar a un bebé es algo que para la mayoría de las personas es hermoso, pero definitivamente no es fácil. Al fin y al cabo estamos hablando de un ser completamente vulnerable y dependiente con múltiples necesidades que debemos de ser capaces de suplir, y que al menos inicialmente no es capaz de expresarlas de una forma específica, a menudo siendo el lloro la única manera de comunicar sus necesidades o la existencia de malestar o algún tipo de deprivación (como por ejemplo el hambre o el deseo de contacto) que conocen.
Cada bebé tiene su propia manera de ser, su propio temperamento: los hay que lloran mucho o poco, más curiosos o temerosos, más activos y más dormilones. Y algunos de ellos resultan especialmente demandantes, motivo por el que algunos autores han llegado a proponer el término de bebés de alta demanda para designarlos.
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¿Qué es un bebé de alta demanda?
Se entienden por bebés de alta demanda a aquellos niños y niñas se caracterizan por requerir y pedir atención de manera continuada, llorando frecuentemente y despertándose durante el sueño con más frecuencia de la habitual. Este término fue creado por William Sears, a partir de la observación del comportamiento de una de sus hijas.
Además de las anteriores características existen otras muchas que resultan definitorias. Entre ellas está el hecho de que no suelen poder calmarse solos y presentan un elevado nivel de angustia ante la separación de sus cuidadores, con quienes son absorbentes y a quienes les exigen cuidados. Asimismo, suelen precisar de contacto físico continuado. Habitualmente estos bebés buscan mamar a menudo, algo que además tiende a relajarlos en gran medida.
Es frecuente que presenten cierto nivel de hipersensibilidad sensorial, de tal manera que parecen captar con mayor intensidad la estimulación proveniente de los diferentes sentidos. Asimismo, suele tratarse de niños despiertos y atentos, ligeramente hiperactivos (no en el sentido de un trastorno sino en el de altamente vigilantes y movidos). También en muchos casos puede observarse un elevado nivel de curiosidad, sociabilidad y creatividad, así como una elevada capacidad de motivación. Y es que una de las características que más destacan en ellos es el elevado nivel de insistencia y energía en aquello que hacen. Es frecuente también que puedan parecer muscularmente tensos. Para considerar a un bebé como de alta demanda, es necesario que se cumplan al menos la mayoría de estas características.
Finalmente, aunque no es algo definitorio, lo cierto es que muchos de estos bebés tienen capacidades cognitivas elevadas y en ocasiones cierto nivel de precocidad, aprendiendo antes y con mayor facilidad que otros. Dicho de otro modo, se trata de niños inteligentes cuyas características iniciales pueden (aunque no necesariamente, depende de cómo se gestionen) terminar por evolucionar hacia capacidades y habilidades muy valoradas en la adultez.
De hecho, un elevado porcentaje de niños con superdotación han sido de pequeños bebés de alta demanda o con características semejantes a ella. Eso sí, ello no quiere decir que la relación sea bidireccional: no todos o la mayoría de bebés de alta demanda van a ser superdotados.
Una cuestión muy importante
Al margen de las características de este tipo de bebés, resulta fundamental remarcar un hecho. Estamos hablando de bebés que presentan características comunes, pero no estamos ante bebés que presenten ningún tipo de patología por sí. Eso sí, es posible que el motivo de un bebé llore sea el dolor producido por algún tipo de patología y esto genere que terminen demandando más ayuda.
Cuidado con las expectativas
A menudo se considera que la alta demanda de estos bebés es un aspecto debido únicamente a la manera de ser del niño. Sin embargo, el hecho de considerar que un bebé es o no de alta demanda a menudo se deriva de la opinión o de las expectativas de los padres. Es necesario tener en cuenta que cada uno de nosotros tiene una imagen o expectativa de cómo y cuándo debería requirnos un niño, expectativas que no tiene porqué ser realistas.
Si por ejemplo un bebé llora todas las noches a las cuatro de la mañana no es porque sea especialmente demandante, sino que estamos hablando de un comportamiento habitual en todos o casi todos los bebés. Todos los bebés demandan atención, lloran y tienen diferentes frustraciones y comportamientos complejos que a menudo podemos no entender.
Además de ello tenemos que tener en cuenta que en algunos casos la presencia de una elevada demanda puede deberse a que no somos capaces de entender las necesidades de nuestro bebé. No se trata de que seamos malos padres, sino de una posible incomprensión de la manera de ser de nuestro bebé que dificulta que respondamos con el tipo de estimulación y afecto que el menor necesita.
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Algunas pautas de actuación
Los bebés de alta demanda se caracterizan, como hemos dicho, por requerir de una atención continuada por parte de los progenitores. La alta exigencia de estos niños puede confundir y llegar a provocar incertidumbre respecto a cómo actuar a muchos padres. Es por ello que no está de más ofrecer alguna breve pauta de actuación.
Lo primero es tener en cuenta que el bebé de alta demanda es un ser vulnerable que está expresando una necesidad real, siendo algo no intencional por su parte y que no es una manera de manipularnos o lograr algo de nosotros.
Si bien existe controversia respecto a si deben responderse o no a su búsqueda de contacto, lo cierto es que se ha demostrado que el hecho de responder a ellos tiende a generar que crezcan pensando en que el mundo es un lugar más seguro y que tengan mayor capacidad de autoestima y de defensa de sus derechos. Es importante que el bebé se sienta querido y aprenda a reconocer emociones positivas. Asimismo, también nosotros deberemos trabajar en nuestras emociones.
Además de ello resulta importante tener en cuenta que no tenemos porqué sentirnos culpables por sus lloros. Generalmente la causa de estos no va a ser nada que hayamos hecho o dejado de hacer, sino simplemente una manifestación de alguna de sus sensaciones o del surgimiento de alguna necesidad.
Como hemos dicho estos niños son movidos y curiosos, de manera que la estimulación puede llamarles mucho la atención. Pero también son altamente sensibles a ella, de manera que debemos procurar vigilar el tipo de estímulos que les llegan. Será de utilidad calmarles cuando existan estimulaciones inesperadas, como ruidos fuertes. Mostrar un comportamiento calmado ante ellos, e incluso ante sus demandas de atención, les puede servir de ejemplo y relajarles.
Algo que puede parecer lógico pero que puede rondar por la cabeza de muchos padres y generar dudas es el hecho de que también es normal sentirse desbordado. Un aspecto muy relevante que tenemos que trabajar es el de cuidarnos a nosotros mismos y de vez en cuando realizar alguna actividad agradable sin tener que estar encima del niño. No somos peores padres o madres por desear tener un momento de tranquilidad, y va a haber ocasiones en que tal vez necesitemos de ayuda externa (por ejemplo, por parte de los abuelos o tíos) por tal de rebajar el nivel de tensión.
Crítica a esta denominación
La consideración de lo que es un bebé de alta demanda y el hecho de clasificarlo ha generado numerosas críticas a nivel general. Y es que aunque es cierto que existen niños que tienen este tipo de temperamento, más demandante en comparación con otros, etiquetarlos podría ser considerado una forma de patologizar (si bien no es lo que pretende la categoría) un comportamiento que por otro lado es normal en una criatura que depende de los cuidados parentales para sobrevivir.
Otra crítica a esta categoría es el hecho de que no se establece un límite entre lo que es y lo que no es un bebé de alta demanda: cualquiera de nosotros podemos considerar que nuestro hijo es hipersensible, absorbente y en definitiva demandante dado que no se establece un límite o frecuencia temporal clara que difiera de lo que otro bebé haría. Es decir, es posible detectar que un niño es demandante o no, pero no tanto en determinar dónde estaría el límite.
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