El juego es fundamental para que los niños y las niñas puedan aprender sobre sí mismos, sobre su entorno y el mundo que les rodea. Sin embargo, vivimos en una sociedad en la que cada vez los niños tienen menos tiempo para jugar porque están más ocupado con actividades extraescolares, deberes y otras responsabilidades.
A lo largo de este artículo veremos las diferentes áreas en las que el juego tiene un papel crucial cuando hablamos de desarrollo infantil. Expondremos la relación entre juego y desarrollo mental, emocional y social. Además, también hablaremos sobre lo necesario que es para el aprendizaje. Por último, analizamos las consecuencias de la falta de juego.
¿Cómo influye el juego en el desarrollo cerebral de los niños?
El juego no es un simple pasatiempo infantil. Pese a que muchas personas adultas le quitan importancia, debemos tomar conciencia del papel fundamental que desempeña en el desarrollo de las personas. Además de influir en las emociones y el comportamiento de las criaturas, interviene en la estructuración y el funcionamiento cerebral.
El cerebro se está desarrollando sin parar y el juego permite que se establezcan nuevas conexiones neuronales y, por tanto, aprendizajes. La plasticidad neuronal y cerebral es mucho mayor durante la infancia y esto permite absorber todos los beneficios del juego.
Por un lado, jugar de forma estructurada puede ayudar a los niños a trabajar el autocontrol, la frustración, los turnos, etc. Los juegos de mesa suelen ser ideales para mejorar aspectos como la memoria, la velocidad de procesamiento, la atención y la concentración, entre otros. Por otro lado, el juego libre permite explorar sin límites y potenciar la creatividad, así como la imaginación.
Además, aquellos juegos que basan la exploración y el conocimiento del mundo, tanto interno como externo, mediante el movimiento son imprescindibles Estos permiten aprender y mejorar las habilidades motoras, la percepción espacial y la capacidad de respuesta y reacción.
El juego y el desarrollo emocional
En el ámbito emocional, el juego también desempeña un papel crucial. Es mediante esta actividad que las criaturas experimentan, regulan e integran sus experiencias emocionales. Esto les permite poder comprenderlas e ir desarrollando estrategias y herramientas para manejarse en diversas situaciones.
Las actividades que impliquen el desarrollo de su creatividad (dibujo, pintura, música, etc.), así como el movimiento del cuerpo y, especialmente, el contacto con la naturaleza van a ayudar a la regulación de las emociones más intensas que puedan estar sintiendo. Asimismo, ayudan a liberar tensiones, relajar el organismo y, de este modo, combatir el estrés y la ansiedad.
Mediante el juego los infantes se pueden permitir explorar diversos escenarios y esto les puede ayudar a estar más preparados para afrontar según qué situaciones. Además, mediante el juego se pueden procesar e integrar experiencias dolorosas. Sin duda, esto tiene un impacto tanto en su autoestima como en su autoconcepto.
Por último, hay determinados juegos que están diseñados para ayudar a los niños a aprender sobre inteligencia emocional. Estos se basan en el reconocimiento, la validación y aceptación de las emociones. La regulación emocional puede volverse una tarea compleja y es genial que puedan aprender a mejorar mediante un espacio seguro.
El juego y la socialización
Son muchas las personas que piensan que, desde pequeños, juego y socialización van de la mano. Debemos tener en cuenta ciertos matices en este sentido puesto que la forma en que los niños y las niñas juegan va cambiando en función de su etapa evolutiva.
Sin embargo, cuando ya han alcanzado ese punto del desarrollo en que el juego se vuelve cooperativo es una herramienta valiosa para aprender a relacionarse con el resto de personas. Las dinámicas sociales también se van interiorizando a raíz del juego compartido.
En esta línea, jugar con otras personas permite que los niños desarrollen habilidades sociales como la comunicación, la cooperación, la negociación, etc. Además, se potencia también que aprendan valores importantes relacionados con el trabajo en equipo, el respeto, la empatía, la igualdad, etc. Y, por supuesto, aprenden herramientas para resolver conflictos.
El juego como herramienta de aprendizaje
La exploración del entorno se da de forma natural durante la infancia mediante el juego. Así pues, es la principal vía de aprendizaje para las criaturas puesto que les permite experimentar, probar, errar, resolver, reinventar, volver a intentar, etc.
Cuando los niños y las niñas tienen tiempo suficiente para jugar de forma libre, se está potenciando su autonomía y su capacidad de decisión. Ellos inventan las normas, crean historias, cambian de opinión y de esta forma se potencia también su creatividad —altamente relacionada con la capacidad para resolver problemas—.
El juego permite que los infantes desarrollen sus habilidades lingüísticas. Las conexiones neuronales relacionadas con el lenguaje y la comunicación se ven fortalecidas, de la misma forma que sucede con el pensamiento crítico y el razonamiento lógico.
¿Qué pasa si las criaturas no juegan lo suficiente?
A lo largo del artículo hemos expuesto los numerosos beneficios que el juego, reglado o libre, aporta al desarrollo infantil. Por si todo lo expuesto anteriormente fuera poco, consideramos necesario destacar el peligro que la falta de juego supone para su bienestar físico y emocional.
Debemos recordar que el juego es una forma de expresar, entender, procesar e integrar experiencias emocionales. Así pues, la falta de juego puede incrementar problemas en este ámbito que van desde más estrés y ansiedad, menos tolerancia a la frustración, mayor irritabilidad y otros problemas emocionales que pueden derivar también en conductuales.
Además, pueden verse afectadas otras áreas de su desarrollo como la creatividad, la imaginación y la resolución de conflictos, entre otras. Tal y como se ha comentado anteriormente, puede verse impactada incluso la capacidad para relacionarse con otras personas, sus habilidades sociales. Sin lugar a dudas, todo este panorama afecta gravemente a la autoestima de la criatura.
Como conclusión, es necesario tomar conciencia de la importancia del juego en la infancia. Esto nos permite poder encontrar un equilibrio entre las responsabilidades, las actividades extraescolares y otras obligaciones del día a día con los espacios de juego libre, reglado, en compañía y también en solitario.