¿Qué debo tener en cuenta antes de empezar una terapia psicológica?
Iniciar una terapia psicológica puede ser una experiencia muy positiva, pero también implica un compromiso emocional y personal que conviene valorar antes de empezar. Tener claras ciertas ideas desde el principio puede ayudarte a aprovechar mejor cada sesión, reducir la ansiedad inicial y generar expectativas más realistas sobre el proceso terapéutico. Todo seguido, te detallamos algunos aspectos fundamentales que deberías tener en cuenta antes de comenzar:
Tener claro por qué quieres acudir a terapia: Aunque no siempre es fácil identificar exactamente qué nos pasa, sí es importante que tengas una motivación general. Puede ser ansiedad, tristeza, estrés, conflictos familiares, baja autoestima o simplemente necesidad de entenderte mejor. Esta claridad inicial guiará el enfoque del terapeuta y te permitirá ir observando tu progreso.
Aceptar que es un proceso y no una solución rápida: La terapia no es una píldora mágica ni una charla ocasional, sino un trabajo constante en el tiempo. Algunas personas experimentan cambios desde las primeras sesiones, pero en muchos casos se necesita paciencia, apertura y constancia para ver resultados profundos y duraderos. Es importante ir sin prisas y con una mentalidad abierta al proceso.
Estar dispuesto a implicarte activamente: La terapia no se basa solo en lo que dice el psicólogo, sino también en lo que tú aportas: reflexiones, ejercicios, sinceridad y esfuerzo. Cuanto más te involucres y trabajes dentro y fuera de las sesiones, más útil y transformador será el proceso. Es un camino compartido donde tu participación es clave.
Buscar un psicólogo con el que te sientas cómodo: La confianza y la conexión con el terapeuta son esenciales. Si no te sientes escuchado, respetado o comprendido en las primeras sesiones, no dudes en valorar otras opciones. Encontrar a la persona adecuada puede marcar la diferencia entre una terapia superficial y una que realmente impacte en tu vida.
Establecer objetivos, aunque sean flexibles: Tener una idea general de lo que esperas conseguir con la terapia (sentirte mejor, gestionar emociones, tomar decisiones, superar un trauma…) puede ayudarte a enfocar tu proceso y a evaluar tu evolución con mayor claridad. Estos objetivos pueden cambiar con el tiempo, pero sirven como guía inicial.
Tener en cuenta la parte práctica: horarios, precios y modalidad: Asegúrate de que puedes mantener cierta regularidad en las sesiones, ya sean semanales, quincenales o adaptadas a tus posibilidades. También es útil saber si prefieres sesiones presenciales u online y si el precio por sesión es sostenible a medio plazo. Esta parte logística influye mucho en tu continuidad.
Estar preparado emocionalmente para remover ciertas heridas: Hablar de tus emociones, recuerdos o relaciones puede despertar sentimientos intensos o incómodos. Es normal y forma parte del proceso terapéutico. Ir con una actitud valiente y abierta te ayudará a transitar esos momentos con mayor claridad y menos miedo.
Antes de empezar una terapia psicológica, es importante preparar tanto tu mente como tus expectativas. Reflexionar sobre lo que buscas, encontrar un profesional adecuado y comprometerte contigo mismo son pasos fundamentales. Cuanto más consciente y abierto estés al proceso, más profunda y beneficiosa será la experiencia terapéutica.