Las adicciones están entre las patologías psicológicas más extendidas entre la población, hasta el punto de que el abuso de determinadas sustancias con potencial adictivo está muy normalizado (a pesar de sus nefastas consecuencias para la salud física y mental).
Pero, por suerte, la investigación en Psicología Clínica y Ciencias de la Salud ha permitido desarrollar recursos terapéuticos valiosos y muy versátiles para ayudar a quienes sufren estas alteraciones. Además, buena parte de la eficacia y flexibilidad de estas formas de intervención en pacientes se debe a que hoy en día el tratamiento de las adicciones no es visto como algo que deba pasar siempre por el trabajo con personas adictas como entidades individuales, sino que involucran también a otras personas.
En este artículo vamos a ver en qué consiste uno de estos planteamientos de terapia en las que existe la participación de varias personas: el tratamiento en grupo de las adicciones.
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Superar una adicción no es un proceso individual
Las adicciones tienen como parte de sus causas modificaciones en el sistema nervioso; cambios en el cerebro que han sido inducidos por el consumo de determinada droga o por la realización repetida de una conducta adictiva (por ejemplo, apostar dinero a las máquinas “tragaperras”.
Estas transformaciones de algunas estructuras del sistema nervioso hacen que la persona esté mucho más predispuesta a seguir alimentando esa adicción (o incluso ir desarrollando otras nuevas adicciones de manera paralela), y a la vez participan en la aparición del síndrome de abstinencia: cuando la persona lleva más tiempo del habitual sin saciar la adicción, empieza a sentirse muy mal rápidamente, e incluso puede sufrir síntomas psiquiátricos de severidad variable.
Sin embargo, más allá de la faceta biomédica de las adicciones, también existe una faceta psicosocial. La persona adicta no solo se limita a sufrir alteraciones orgánicas generadas por la patología (temblores al pasar mucho tiempo sin consumir, mayor sensibilidad a los estímulos, etc.), también va construyendo una manera de vivir, de pensar y de sentir que contribuye a la adicción. Por ejemplo, es muy habitual que las personas con una adicción muy arraigada en sus vidas vayan dirigiendo su vida social hacia la interacción con otras personas que también son adictas, dejando en segundo plano las amistades, las relaciones con la familia, etc.
Este elemento social y contextual, las actividades, personas y entornos a los que se expone la persona, participan en el mantenimiento de la adicción… pero eso significa que a través de esta vía también es posible ayudar a la persona que quiere superar su enfermedad.
Es por ello que a lo largo de las últimas décadas han ido surgiendo procesos de intervención terapéuticas en pacientes que van más allá del individuo. Por ejemplo, a través de lo que se conoce como comunidad terapéutica, se fomenta que el paciente quede involucrado en una dinámica de actividades realizadas colectivamente y en el apoyo mutuo en un espacio abierto e inclusivo de personas con problemas similares.
Pero en este artículo vamos a centrarnos en un contexto específico de intervención terapéutica basada en los grupos: la psicoterapia grupal para ayudar a las personas con adicciones.
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Las 5 claves del tratamiento de las adicciones
Estas son las características del tratamiento en grupo de las adicciones que hacen de esta modalidad de intervención un recurso eficaz para dejar atrás la dependencia de las drogas o del comportamiento de tipo adictivo.
1. Los participantes se motivan mutuamente
No hay que olvidar el componente humano de las sesiones de terapia en grupo; en ellas, es más fácil encontrar a personas que se muestran comprensivas con quienes sufren una adicción, y se genera empatía. A partir de esa empatía surgen las ganas de que el compañero o la compañera de terapia de grupo vaya saliendo de su adicción, y esto se plasma en el modo en el que los participantes se relacionan entre sí.
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2. Los pacientes disponen de información teórica y práctica
En la terapia de grupo aplicada a las adicciones fluye mucha información valiosa acerca de cómo afrontar esa patología. Esta información es aportada tanto por los terapeutas como por parte del resto de asistentes, que aportan su punto de vista experiencial.
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3. Se genera una experiencia terapéutica llena de momentos memorables, que se “anclan” en la memoria de la persona
Buena parte de la eficacia de las distintas formas de terapia tiene que ver con la capacidad de estas en atraer hacia sí la atención de la persona en momentos clave, de manera que se comporte de manera consecuente con lo aprendido en su día a día.
Al ser hecha en grupo, la terapia grupal da lugar a muchos momentos que quedan fijados en la memoria de los participantes, ya que es una experiencia rica en matices y en la que se interactúa con varias personas, cada una con su historia e identidad. Gracias a esto, muchas situaciones que los pacientes vivirán en su día a día evocarán recuerdos sobre lo ocurrido en sesiones anteriores.
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4. La expectativa de hablar sobre uno mismo ante varias personas motiva a no recaer
Al haber adoptado el compromiso de superar la adicción frente a varias personas, el grado de motivación con el proceso terapéutico y de superación de esa patología crece.
Los pacientes se ven menos expuestos a la tentación de ceder a la droga o a la conducta adictiva porque se trata solo de “una decisión personal”, y empiezan a pensar también en los intereses de esa comunidad de la que forman parte y en la imagen que proyectan en ella.
5. Cada persona tiene múltiples ejemplos en los que inspirarse
Finalmente, no hay que olvidar que la terapia de grupo es también un lugar en el que encontrar referentes; personas que por su historia o por su actitud hacen que otros pacientes se sientan identificadas con ellas y vean de primera mano que salir de la adicción es posible.
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