Theodore “Teddy” Roosevelt, el vigésimo sexto presidente de EE.UU, dijo una vez: La comparación es el ladrón de la alegría. Esta dicha nos viene perfecta para el tema del que vamos a hablar aquí: cómo dejar de compararse con compañeros de trabajo.
La comparación excesiva en el puesto de trabajo no solo nos roba la alegría, sino también puede poner en riesgo nuestro empleo al centrarnos más en lo que hacen los demás en vez de centrarnos en cómo dar la mejor versión de nosotros mismos. Veámos cómo de dañina es y cómo evitarla.
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Cómo dejar de compararse con compañeros de trabajo
No importa cuánto nos esforcemos intentando ser iguales a los demás, simplemente eso no es posible. Que alguien tenga más éxito que nosotros haciendo algo en una determinada situación no quiere decir que, si lo imitamos, vayamos a conseguir los mismos resultados. Esto es especialmente así si la forma en cómo hace él o ella las cosas nos resulta sumamente incómoda cuando lo intentamos. Esa persona tiene su forma eficaz de hacer las cosas, particular y única, con lo cual no tiene por qué funcionarnos a nosotros.
Compararse con los compañeros de trabajo de forma excesiva y todo el rato es sumamente perjudicial para nuestro desempeño laboral. Hacerlo implica perder tiempo, energías y cordura al obsesionarnos por intentar ser quienes realmente no somos. Cierto que tenemos que intentar aprender de los demás para mejorar, pero focalizarnos en qué hacen y qué dejan de hacer en vez de ponernos manos a la obra y desarrollarnos como personas es un comportamiento sumamente disfuncional.
Por fortuna, existen formas saludables de dejar de compararse constantemente con los compañeros del trabajo para, así, poder progresar en la carrera profesional con menos estrés y ansiedad. Pero, primero, debemos ser conscientes de cuáles son las principales trampas de la comparación en el puesto de trabajo.
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Trampas de la comparación laboral
La comparación es como las arenas movedizas: cuanto más forcejeas, más profundo te hundes. Es fundamental cuáles son las principales trampas de la comparación en el puesto de trabajo para saber cuál es aquella en la que hemos caído, y cómo siendo conscientes de ello nos podemos liberar.
1. Talento
No compares tu talento con el de los demás. Es fundamental entender que cada uno es único, y como tal tiene unas cualidades también únicas. No puedes hacer lo mismo que hacen todos los demás, ni ellos no pueden hacer lo mismo que tú. La diversidad en talentos y habilidades es lo que hace que hace que las empresas y sociedades existen, pues si todos pudiéramos hacer de todo, no tendrían razón de ser.
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2. Tiempo en la empresa
Cada persona tarda lo suyo en alcanzar éxito y habilidades. Algunas personas descubren sus verdaderas vocaciones más tarde que otros. No nos debemos comparar con quienes llevan décadas trabajando en la empresa o con alguien que apenas ha empezado y ya nos ha superado en éxito. Todos vamos a nuestro paso, habiéndolos quienes consiguen cosas antes que otros.
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3. Recursos disponibles
En muchas ocasiones, para conseguir alcanzar nuestro objetivo profesional necesitamos recursos financieros. Esos recursos sirven para costearnos formación, completar un programa de entrenamiento o empezar un nuevo negocio. No nos debemos desmotivar al ver que no disponemos de los mismos recursos que otras personas o su estabilidad económica. Si bien el dinero ayuda a conseguirlo, no tenerlo no debe ser visto como un inalienable obstáculo para alcanzar nuestros sueños y metas profesionales, simplemente nos requerirá un poco más de tiempo y esfuerzo, pero si somos constantes tarde o temprano veremos frutos.
4. Historia vital
Algunas personas tienen una historia vital fascinante, una trayectoria de vida que cuando la escuchas suena inspiradora, de película casi. Otros, en cambio, tienen vidas que parecen más normalitas que, al escuchar las vidas de los primeros, pueden sentirse acomplejados por no tener vidas aparentemente tan interesantes. Sea cual sea tu historia vital, de lo que no hay duda es que es la que te ha llevado a estar donde estás hoy. Valórala.
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El daño de compararte siempre con los demás
Compararse excesivamente con los compañeros de trabajo es un gran lastre para nuestro desempeño laboral por diversas razones, entre las cuales destacamos las siguientes.
1. Te hace perder el tiempo
Estar todo el rato pensando en qué hacen los demás supone una gran pérdida de tiempo. ¿Y si en vez de malgastar el tiempo comparándonos con los demás lo aprovechamos para hacer algo productivo? Ese tiempo lo podemos usar para hacer una formación, evaluar nuestro rendimiento y progreso laboral, mejorar una área que necesitamos mejorar…
2. Genera un entorno tóxico
La envidia es malsana, y en la oficina lo es todavía más. Compararse excesivamente con nuestros compañeros de trabajo puede contribuir a que se genere un entorno tóxico, en el que haya resentimiento entre los empleados e, incluso, hacia el líder o jefe de la sección. El rencor y resentimiento entre los trabajadores daña el rendimiento laboral, la ética de trabajo y la confianza.
3. Disminuye tu autoestima
Muy difícilmente te sentirás mejor después de compararte con alguien que, aparentemente, es mejor en todo. Incluso en el caso de que uses la comparación para tratar de sentirte mejor, este tipo de conducta suele estar sustentada en la inseguridad, en la patológica necesidad de encontrar defectos en los demás. ¿Y si en vez de buscar debilidades en los demás buscas la forma de valorar tus propios méritos y fortalezas?
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¿Qué hacer para dejar de compararte con los demás empleados?
Suena fácil decir eso de “deja de compararte con los compañeros del trabajo”, pero naturalmente es más complicado ponerlo en práctica. La comparación en el puesto de trabajo es un mal hábito, y como tal cuesta quitárselo de encima, al igual que fumar o procrastinar. Pero, aún así, es posible y a continuación veremos dos punto clave para conseguirlo:
Evalúa tu rendimiento, no el de los demás
Es muy importante que tengas presente eso: la única persona que importa con la que debes compararte es tu yo del pasado. Si ves que empiezas a compararte con los demás, trata de romper esa espiral tóxica poniendo el centro de atención en ti mismo. ¿Estás trabajando mejor de lo que lo hacías la semana pasada? ¿Has aprendido algo nuevo últimamente ¿Tienes mayor habilidad que hace un mes?
Si a todas y más preguntas de por el estilo la respuesta es “sí”, entonces estás progresando. Es con tu yo mismo con quien debes compararte y ver si realmente eres mejor o peor que antes.
Ten presente tu visión
Una visión clara de quien quieres ser y donde quieres estar te motivará a seguir adelante. Si el caso es que nunca has definido cuál es tu visión laboral, ahora es un buen momento para hacerlo. Deja de prestar atención por un momento a los problemas, contratiempos y fallos actuales y focalízate en donde quieres llegar. Trata de mantener y tener presente tu visión, acercándote a la meta final pasito a pasito cada día. Haciendo esto, la necesidad de compararte con los demás se desvanecerá a medida que te vayas acercando a tu sueño.
¿Hay algo bueno en compararse con los demás?
Como punto final, nos gustaría decir que no toda comparación en el puesto de trabajo es mala, siempre y cuando nos sirva para aprender a ser mejores trabajadores y desarrollarnos como personas. Si se hace de una forma saludable, sin envidias ni toxicidades por en medio, poner en comparación las habilidades y conocimientos de los demás con los nuestros nos puede servir para crecer y conseguir nuestros objetivos laborales.
Para evitar que la comparación se vuelva tóxica, es muy importante tener en mente la idea anteriormente mencionada: que no podemos ser exactamente como los demás. Entendiendo esto, podemos mejorar en la medida de lo posible, sin obsesionarnos por intentar ser una copia exacta de aquellas personas que consideramos sumamente exitosas pues, simplemente, eso no va a ser posible.
Es útil echar un vistazo a cómo hacen ciertas tareas los demás, pues eso es una oportunidad para aprender de ellos. Esto es especialmente importante cuando somos los nuevos de la empresa o del proyecto y no sabemos muy bien cómo se tienen que hacer las tareas. Antes de poner en práctica nuestra propia forma de hacer las cosas, es clave entender cómo se dan los procesos básicos en la organización y cómo se tienen que hacer las cosas de la forma más adecuada.