Aunque los trastornos de la conducta alimenticia sean fundamentalmente una alteración psicológica, están vinculados a uno de los elementos biológicos más importantes para el sustento de la salud en general: la relación que mantenemos con la comida. Por otro lado, en muchos casos, también están vinculados a algo que sentimos como muy propio, algo que no puede ser desligado de nuestra identidad: la imagen de nuestro cuerpo, o al menos la imagen que tenemos de este al mirarnos al espejo.
En definitiva, los Trastornos de la Conducta Alimentaria aparecen y se desarrollan en aquellos lugares de nuestra mente que están asociados a los aspectos más íntimos de nuestras vidas como individuos, como seres humanos únicos e irrepetibles. Y es por ello que la mayoría de las personas que sufren un TCA experimentan esta patología como algo que las separa del resto de la gente, incluso de sus seres queridos. Es una experiencia que puede ser resumida en la frase “no entienden por lo que estoy pasando”.
Debido a que este fenómeno de desconexión entre la persona con un trastorno alimenticio y sus seres queridos suele generar otra serie de complicaciones psicológicas y psicosociales, en este artículo nos centraremos en el ámbito de los noviazgos y de los matrimonios y abordaremos una pregunta muy común en estos casos: ¿qué puedo hacer si mi pareja no entiende que sufro un TCA? Y es que buena parte de tu capacidad de superar esta patología vendrá dada por cómo son tus relaciones personales.
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¿Por qué concienciar a tu entorno de lo que te hace sufrir un TCA?
Al leer un listado de los síntomas típicos de cualquier trastorno alimenticio, como por ejemplo la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón, puede aparecer la falsa idea de que esta clase de patologías son sobre todo un mal funcionamiento de procesos internos que atañen solo a la persona que sufre esta alteración; como si se hubiera “estropeado” su manera de pensar y de gestionar sus emociones, y nada más. Pero lo cierto es que si los TC son lo que son, es debido a que buena parte de aquello que los mantiene a flote, haciendo que la persona reproduzca una y otra vez los patrones de conducta que refuerzan la patología, es de naturaleza social y relacional. Es decir, que tanto lo que el individuo hace para modificar el comportamiento de los demás (sus familiares o amigos, por ejemplo) como el comportamiento de su entorno cercano influirá en el desarrollo o el debilitamiento del trastorno alimentario.
Así, por ejemplo, es bien sabido que los comentarios hirientes acerca del físico de una persona con anorexia, si se repiten de manera más o menos frecuente, hacen que aumenten las probabilidades de recaída y que se agraven los síntomas; incluso si esos comentarios eran críticas a su delgadez. Por otro lado, disponer de un contexto familiar o de pareja que le muestre apoyo a la persona que ha empezado un tratamiento para superar el TCA se asocia a unas probabilidades de éxito significativamente mayores.
A fin de cuentas, los trastornos alimenticios suelen estar muy ligados al modo en el que la persona percibir que la perciben los demás, y a su capacidad para hacer rente a situaciones sociales que le suponen un desafío o le podrían causar angustia o estrés. Y, por otro lado, que una persona se sienta querida y apoyada hace que se motive mucho más al plantearse cambiar su vida y dejar atrás las rutinas que le han generado el trastorno alimenticio.
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Mi pareja no comprende que tengo un TCA: ¿qué hacer?
Para lo bueno y para lo malo, el simple hecho de querer a alguien y de recibir el amor de esa persona no hace que se establezca una conexión mental perfecta e instantánea entre ambos. Esto significa que el simple hecho de convivir durante meses o años con un familiar o con un novio, novia, marido o esposa no garantiza que ambas personas se comprendan completamente. Para lograr esto último hay que ir un paso más allá y aplicar estrategias comunicativas eficaces, todas ellas basadas en la asertividad.
En este caso nos ceñiremos en una de las experiencias más comunes que se dan en las vidas de quienes sufren un TCA, y que consisten en frustrarse al ver que sus parejas no comprenden del todo las implicaciones de lo que supone tener un TCA. ¿Qué hacer en estos casos? Veámoslo.
1. Reservad un momento y un lugar para hablar sobre el tema
Este aspecto de tu vida es lo suficientemente importante como para merecer al menos una charla específicamente planteada para hablar de este problema que, en el fondo, os afecta a los dos, aunque a ti te dañe más. No dejéis que se convierta en un tema tabú o en algo de lo que solo habláis “de pasada” en forma de comentarios breves o incluso reproches cuando os estáis dedicando a otras cosas; acordad un momento y un lugar para hablar sobre lo que te pasa durante mínimo media hora. No se trata de decir en voz alta simplemente los síntomas de la patología que te ha sido diagnosticada; además de eso, debéis reflexionar sobre lo que esto significa para vuestro modo de vida, vuestros planes de futuro, y tus necesidades particulares derivadas de tu situación.
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2. Acordad una palabra para señalar las experiencias que pueden desencadenar una crisis
Los TCA suelen tener la capacidad de hacer que la persona que las sufre pase por crisis en las que los síntomas se agudizan debido a estímulos o situaciones que causan mucho malestar, como por ejemplo verse ante un espejo o recibir un comentario hiriente dirigido a la apariencia física. Para contar con el apoyo de tu pareja rápidamente en el momento en el que esto ocurre, es bueno que acordéis una palabra clave que permita “etiquetar” al instante esos momentos. Esto puede servir tanto para recibir un “extra” de ayuda en momentos críticos (por ejemplo, situaciones en las que hay un alto riesgo de querer ir rápidamente al baño a inducirse el vómito) como para aprender de los propios errores y no volver a hacer algo que ha causado esa crisis.
3. Hablad sobre qué cambios establecer en la convivencia para superar el trastorno
Puede parecer que si tu pareja aún está comprendiendo todo lo que supone tener el TCA que sufres, no estará preparada para hablar contigo acerca de los cambios que deberíais introducir en vuestra convivencia, como por ejemplo las rutinas o incluso la distribución de los objetos y la decoración. Sin embargo, ocurre justamente lo contrario: hablar sobre estas cosas le ayudará a entender el alcance del trastorno, al centrar su atención en vivencias específicas y que en un primer momento le habrían pasado desapercibidas al no considerarlas importantes (por ejemplo, el ver cada día un cuadro hiperrealista de un bodegón de comida frente a la mesa de trabajo en el estudio de casa).
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4. Hablad sobre tus progresos en terapia
Tener a alguien que te escucha al hablar sobre los pensamientos más interesantes que cruzan tu mente en las sesiones de terapia, o sobre los avances y progresos que has ido realizando, es un elemento motivador que te ayudará a comprometerte con el tratamiento y, además, le darán a tu pareja una visión más rica en matices sobre lo que es estar en tu piel y sufrir un TCA.
5. Acordad “prohibir” la entrada de ciertos alimentos en casa
Muchas personas con un trastorno alimenticio se “enganchan” ciertos alimentos, ya sea por su contenido en carbohidratos (en el caso de quienes se dan atracones de comida) o por considerar que son de los pocos comestibles que no engordan mucho (en el caso de alteraciones como la anorexia). Para evitar que vuelva la tendencia a hacer visitas furtivas a la nevera o a la despensa y para desechar la idea de aplicarse dietas muy restrictivas, es mejor que tu pareja colabore en el proceso de no meter en casa ciertos alimentos.
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