A lo largo de mi carrera profesional me he encontrado tanto en sesiones individuales como en formaciones a padres y madres con una misma pregunta: ¿cómo puedo conseguir que mi hijo me cuente cosas importantes? Hablando con ellos veo que se encuentran preocupados porque indican que en muchas ocasiones sus hijos no les cuentan cosas tales como qué tal están en el colegio, los estudios, si están bien con compañeros o si han recibido algún tipo de acoso. Cosas que de verdad preocupan a los padres. En ocasiones incluso siendo parcos en palabras a la hora de responder ante preguntas directas de este estilo.
Consejos para padres
Todo esto me lleva a explorar las conductas que ellos, como padres, son las que están teniendo con los hijos no solo en ese momento si no también en otros de su día a día. Y teniendo en cuenta esto, se pueden rescatar 5 puntos en los que podemos incidir para conseguir que los niños sean capaces de expresarse mejor.
1. Posición corporal
Como su propio nombre indica, este punto se refiere a lo que estamos haciendo corporalmente mientras que nuestros hijos nos están hablando. Toma un momento para pensar en cómo sueles estar cuando te está contando algo. Es habitual encontrarnos en situaciones en las que el niño nos habla y nosotros no estamos mirándole si quiera. Cuando hablamos de una correcta posición nos referimos a orientarnos hacia ellos y mirarlos. Esto denota que hay un interés en sus palabras y comprendes que lo que están contando está siendo atendido.
En ocasiones podemos observar que estamos haciendo otras cosas mientras que ellos empiezan a hablar. Bien, en este punto es bueno empezar a priorizar lo que estamos haciendo y la atención que estamos dando. Por ejemplo, si estamos tumbados viendo el móvil, la opción parece ser clara. La duda suele asaltar más cuando nos preguntamos cosas como ¿y si estoy cocinando o haciendo alguna labor en general que hace que no pueda orientarme? Pues aquí podemos hacer dos opciones.
En labores en las que puedas atender mientras las haces (como la mayoría de las labores de casa) puedes orientar el cuerpo lo más que puedas hacia él y generar contacto visual cuanto más puedas. Además de añadir frases estilo “te escucho” mientras haces tus labores. En las que no puedas atender (por ejemplo si teletrabajas), puedes orientarte hacia él y decirle que “ahora mismo no puedes atenderle pero que tienes ganas de escuchar lo que te tiene que decir y en cuanto pueda lo hablais”. No es lo mismo eso que una simple negativa, la cual solemos caer sin darnos cuenta.
Estos últimos puntos no solo tienen que ver con la postura como se ha podido ver si no también con la respuesta que damos. Es decir, la retroalimentación. Por ello, es el siguiente punto a tratar.
2. Retroalimentación
La retroalimentación, también conocida como Feedback, es lo que estamos devolviendo a nuestro hijo mientras él nos está contando algo. Aquí podemos ver no solo lo que decimos o contestamos, si no también incluimos interjecciones, posturas corporales, gestos que hacemos con la cara, reacciones físicas que tenemos (como abrazar), etc.
Sin embargo, hay un punto que es habitual que se nos olvide hacer y son las preguntas. Ante alguien que nos cuenta algo (no solo los niños), tendemos a recurrir al consejo, a decir lo que tiene o podría hacer o incluso a decir pues yo… generando esto último un cambio de foco de una persona a otra. Estas conductas, útiles en algún que otro momento, pueden ser sustituidas por una pregunta.
Las preguntas abiertas generan que la persona pueda expresar más sobre esa idea, tomar una mejor conciencia de lo que hablan e incluso decisiones más acertadas por una mayor comprensión de lo que dicen. Además de, evidentemente, sentir que está siendo escuchada y generar mucha más confianza. Un buen punto ante el no saber que preguntar para conseguir que siga hablando, repetir lo último que está diciendo con intención de que continúe.
3. Uso de la paralingüística
El ritmo, el tono, la velocidad, el timbre… En definitiva, todo lo que rodea al mensaje verbal que estamos dando es lo que nos referimos con paralingüística. Por ello, vamos a empezar a escucharnos cuando hablamos. A observar las palabras que decimos y cómo las decimos. Un tono cambiado, puede generar que toda la frase cambie de sentido para la persona que nos escucha.
Tendemos a hablar de una forma determinada y a decir “es que yo soy así”. Y es bueno distinguir el como somos al como nos expresamos. En este caso, la expresión es una conducta, y por ende es bueno que la revisemos si queremos conseguir una buena comunicación.
4. Preguntas y validación emocional
En este apartado vamos a dividir las preguntas en dos aspectos:
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¿Qué solemos preguntar?: Es habitual encontrarme con “entrevistas”. Es decir con preguntas como “¿qué has hecho hoy?, ¿dónde has ido?, ¿con quién has estado?, ¿qué tal el examen?, ¿porqué no haces…” Es decir, preguntas que en ocasiones generan que el hijo lo viva con un interrogatorio, se cierre y entre en respuestas defensivas. Son preguntas que indudablemente se pueden hacer, eso sí, no como las únicas en hacerse y dando más importancia a las siguientes que vamos a ver.
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¿Qué podemos preguntar?: “¿Qué tal estás?, ¿Cómo te has sentido ante…? ¿qué piensas sobre…?” Es decir, preguntas que demuestren que es importante para nosotros como se encuentra y sus pensamientos y emociones ante las distintas cosas que le ocurren.
Teniendo en cuenta ante todo este último tipo de pregunta es cuando podemos hablar del apartado de la validación emocional. Las emociones son necesarias para el ser humanos y tendemos ante las que nos duelen, evitarlas. Por ello es bueno que si nos cuenta algo que le duele o molesta, actuar en consecuencia.
Las preguntas de arriba hacen que se pueda expresar y feedbacks como “comprendo que te sientas así” generan una mejor respuesta que los habituales de “no es para tanto” en los que muchas veces podemos caer. Dejar que se exprese y que observe que las emociones son importantes a la hora de establecer una correcta comunicación afectiva. Si normalmente no valido el miedo, cuando pase algo que le puede dar miedo y para nosotros sea importante, es factible que no lo cuente por no sentir que se le puede apoyar en ello.
5. “Lo Importante”
El último punto y el más importante. Aquí viene la pregunta de ¿qué es lo importante?. Pues bien, lo que es importante para ti puede no serlo para tu hijo… y al revés. Para ti quizá no es importante esa partida a la play que se ha echado con unos amigos, pero es factible que para él sí que lo sea.
En muchas ocasiones pecamos de ser nosotros los que decidimos qué es lo importante y por ello actuamos de forma diferente cuando nos cuentan una cosa u otra. Si nos vamos a su punto de vista podemos comprenderlo mejor. Imagina que te acercas a una persona a contar algo que es importante para ti y el caso que te hace es mínimo.
Esto genera un aprendizaje. Esa persona no se interesa por lo importante para ti por lo que… ¿para qué contarle otras cosas importantes? Si nuestro hijo nos quiere contar algo, indica por ello que es importante para él. De esta forma, después nos preocupamos que no nos hablen de lo que es importante… Sin embargo, ¿escuchamos cuando es importante también para ellos? Si queremos que nos cuenten lo que para nosotros es importante, es sano para nuestra comunicación escuchar cuando también es importante para ellos.