¿Cómo influye el apego en la autoestima?

Nuestra autoestima depende en gran medida de las relaciones afectivas en la infancia.

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Parece que cada vez más padres y cuidadores están tomando conciencia acerca de la importancia de los primeros vínculos emocionales puesto que resultan fundamentales para favorecer un desarrollo óptimo de los niños. Se ha descubierto que los efectos del apego duran toda la vida y se encuentran estrechamente relacionados con el autocontrol, dependencia emocional, toma de decisiones, dependencia, y por supuesto, autoestima.

Tal y como hemos comentado, el apego influye en el desarrollo de un individuo de forma integral. No obstante, en el artículo de hoy, nos centraremos en el conjunto de percepciones, valoraciones y apreciaciones que una persona tiene respecto a sí misma: la autoestima. ¿Qué son el apego y la autoestima? ¿Es posible que los vínculos de mi infancia esten afectando mi autoestima a día de hoy? Quédate para describir las respuestas a estas preguntas inquietantes.

¿Qué es el apego?

El concepto de apego se lo debemos al psicoanalista británico John Bowlby que debido a su gran interés en el desarrollo infantil, pasó gran parte de su vida investigando los vínculos emocionales de los niños con sus progenitores o cuidadores principales. Bowlby mantenía que los seres humanos venimos programados biológicamente para formar vínculos afectivos con los demás. Este autor creía que la especie humana ha logrado sobrevivir y desarrollarse adecuadamente tanto física como mentalmente todos estos años gracias al apego del niño con su progenitor o cuidador principal.

De aquí surge la conocida Teoría del Apego, donde se afirma que si para el recién nacido, el cuidador supone su base estable y segura, esto le permitirá explorar el mundo que le rodea sin miedos ni inseguridades. No obstante, la otra cara de la moneda supone que el niño no se sienta protegido en su vínculo y puede traer consigo graves consecuencias tanto para la conducta como para el posterior desarrollo psicológico de la persona.

A este respecto, cabe mencionar el interesante estudio que realizó el psicólogo britanico con su compañera de profesión Mary Ainsworth en 1978. Con el objetivo de investigar acerca de los distintos tipos de apego, observaron el comportamiento de un grupo de niños cuando la madre estaba presente junto a una persona extraña, cuando la madre abandonaba la sala y el niño debía quedarse con el extraño y por último, observaban que ocurría cuando la madre volvía un tiempo después. Aquí es donde consiguieron diferenciar los 4 tipos de apego:

  • Apego seguro: Se puede decir que este es el estilo de apego más sano para el niño y por supuesto, futuro adulto. El menor tiene la total seguridad de que su progenitor o cuidador no le va a fallar ni abandonar. Es decir, el padre o cuidador es capaz de ofrecerle al recién nacido la suficiente seguridad como para establecer una conexión segura. En el experimento, el niño explora su entorno con tranquilidad y en cuanto la madre se va de la sala y se queda con el extraño, muestra ansiedad. No obstante, cuando vuelve, se recupera rápido y busca el contacto físico con su madre.

  • Apego ansioso/ambivalente: Los cuidados del progenitor no generan la suficiente tranquilidad y esto crea mucha ansiedad, incertidumbre y en suma, inseguridad. Desarrollan mucho temor a la separación y no suelen explorar su alrededor con confianza. Retomando el experimento, estos niños exploran su alrededor pero siempre mirando a su madre y sin alejarse demasiado de ella. Cuando la madre sale de la sala, la reacción del niño es intensa, con una angustia exagerada que no cede cuando la madre vuelve. Lo característico es que expresan enfado incluso rechazo cuando la madre regresa a la sala con ellos.

  • Apego evitativo: El niño no siente que este en un entorno seguro con sus padres o cuidadores principales. Evitan el contacto y desarrollan un distanciamiento emocional. Esto se ve perfectamente en el experimento cuando muestran un desinterés completo por su madre, incluso en el momento de separación se muestran indiferentes y cuando ellas regresan a la sala, no la saludan, ignoran sus intentos de contacto, y por lo general, actúan sin darle importancia a su presencia.

  • Apego desorganizado: Este claramente se crea por una conducta negligente o despreocupada por parte del cuidador. El niño no confía en sí mismo y es habitual que el infante tenga reacciones explosivas por no saber gestionar sus emociones. Estos niños en el estudio mostraban respuestas desorganizadas y extrañas, reacciones de bloqueo tanto cuando la madre estaba en la sala, como fuera de ella.

Cabe mencionar que aunque el tipo de apego de la infancia afecte la vida adulta, esto no significa que sea inamovible. Todo lo contrario. A medida que vamos madurando y desarrollando, el tipo de apego cambia y puede que de niño hayas tenido un apego desorganizado pero por la influencia del entorno y tu trabajo personal, hayas logrado establecer un apego seguro con tus amistades, familia y pareja.

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Relación entre el apego y la autoestima

La teoría de Bowlby explica en profundidad lo primordial y sumamente importante que es crear vínculos afectivos de seguridad y cuidado desde el nacimiento de nuestros hijos. El cómo interactuamos con los demás, pero también cómo nos tratamos a nosotros mismos, nuestra valoración personal y autoimagen son fruto de las relaciones de apego de nuestra infancia. Resulta evidente ya que ¿cómo puede una persona sentirse valiosa, capaz y con una buena autoimagen si sus padres o cuidadores nunca le han hecho sentirse así?

Los progenitores tienen la gran responsabilidad de darles a los hijos, entre otras muchas cosas, una buena autoestima y una forma clave para lograrlo es con un buen apego afectivo. Es muy importante que los padres se ocupen de abrazar, masajear, y hacer uso del contacto físico para crear el apego seguro que comentamos anteriormente. Para establecer este deseado apego con los hijos, los progenitores deben cuidarlos, protegerlos y crear un ambiente en el que se sientan seguros pero a su vez puedan sentirse autónomos y con una identidad personal. Es difícil pero importante conseguir ese equilibrio entre invitarlos a explorar, dando rienda suelta a su creatividad y permitiendo que descubran y expresen su personalidad y protegerlos para que no se hagan daño o les pase algo malo.

Para ello, los expertos aconsejan poner una serie de límites claros que sirvan de guía para los niños. No obstante, es importante guiarlos y acompañarlos en su regulación emocional fomentando que expresen lo que sienten para ayudarles a poner palabras a sus emociones y por supuesto, validando todo aquello que comunican. Los cuidadores principales deben ser responsivos a las necesidades de sus hijos y entenderles desde la perspectiva de ellos lo que realmente necesitan para poder proporcionarles una respuesta adecuada.

Queda retratado que el apego seguro es el más adecuado para generar un correcto desarrollo integral y una elevada confianza. De hecho, se sabe que el apego ansioso y una baja autoestima se encuentran muy relacionados, ya que por tener poca confianza en sí mismos por lo vivido en la infancia con sus figuras de apego, les afecta de forma significativa en sus relaciones interpersonales y su bienestar emocional. En suma, aquellos individuos con un apego ansioso muestran miedo a la separación, falta de independencia, inseguridad en sus relaciones y dependencia de la aprobación de los demás. Esto por supuesto que se traduce en una baja autoestima.

Si te has sentido identificado con la descripción del apego ansioso y consideras que tu autoestima es baja, los expertos en psicología afirman que para mejorar la confianza y la autoimagen, es importante trabajar en estas áreas y adoptar estrategias que puedan ayudar a combatir este tipo de apego y fomentar una mayor seguridad y autoconfianza.

Debemos aprender a amarnos a nosotros mismos, aceptándonos como somos, con nuestros errores y fallos incluidos. Además, es conveniente establecer límites saludables en nuestras relaciones para así evitar la dependencia emocional. Una forma de empezar a trabajar en estos límites es aprender a no sentirse mal cuando decimos “no”. Asimismo, se deben practicar la resiliencia y el autocuidado ya que son habilidades importantes para manejar el estrés y los momentos complicados de la vida.

Finalmente, buscar la ayuda de un psicólogo puede ser clave en algunos casos para así aprender a manejar el apego ansioso y mejorar la autoestima. Un psicólogo es un buen aliado para identificar los patrones de pensamiento y comportamiento que están contribuyendo al apego ansioso que muchas veces por nosotros mismos no conseguimos ver. Aceptar que necesitamos ayuda y buscarla es un primer gran paso hacia el viaje del autoconocimiento y mejora de autoestima.

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Psicóloga

Chiara Fabian es neuropsicóloga clínica especializada en trastornos del neurodesarrollo con especial inclinación hacia la divulgación sobre temas relacionados con la psicología. Sus intereses se centran en la investigación sobre las relaciones entre el cerebro y la conducta en sujetos con trastorno mental grave, trastornos de conducta y daño cerebral. Es una persona con muchas ganas de aprender y seguir creciendo tanto personal como profesionalmente.

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