¿Conoces la diferencia entre el dolor y el sufrimiento?

Dos realidades distintas que debemos aprender a reconocer.

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El dolor y el sufrimiento son dos conceptos ineludibles de la experiencia humana. Sin embargo, estas dos realidades, albergan matices que a menudo pasamos por alto en nuestra cotidianidad y las utilizamos indistintamente en nuestras conversaciones diarias. El presente artículo pretende mostrar las sutiles, pero significativas distinciones entre dichos términos, con el propósito de dar a conocer cómo la elección de la aceptación o de la resistencia ante el dolor, es clave para moldear nuestra experiencia frente a las adversidades.

¿Qué es el dolor y qué es el sufrimiento?

Como se ha señalado anteriormente, enfrentarse al dolor nos confronta dos caminos cruciales: la aceptación o la resistencia. Sin embargo, considero preciso hacer una breve mención sobre la naturaleza misma del dolor. El dolor es una respuesta natural que se manifiesta en situaciones específicas, generando malestar tanto a nivel físico como emocional.

Su presencia está directamente vinculada a la causa que lo provoca, y aunque su intensidad pueda ser abrumadora, gradualmente se va mitigando a medida que nos sumergimos en el proceso de aceptación, dando lugar a emociones tales como la rabia y la tristeza, que aunque sean desagradables, son muy necesarias.

A pesar de que el dolor es inherente a la condición humana, es evidente que a nadie le gusta experimentarlo. En consecuencia, es una reacción común que busquemos suprimir o evitar esas emociones con la finalidad de hacer el dolor más llevadero.

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Pero, ¿qué ocurre cuando nos resistimos al dolor?

El maestro estadounidense de meditación, Shinzen Young (2016), propuso una fórmula simple pero profunda: Sufrimiento = Dolor x Resistencia. El sufrimiento es un fenómeno intrincado y complejo, que incluye aspectos cognitivos, emocionales y conductuales que van más allá del origen del dolor.

Es el resultado de la interpretación negativa que le damos a ese dolor, y es precisamente ese significado lo que acrecienta el malestar. Por lo tanto, negar, rechazar o reprimir el dolor, solo va a intensificar y perpetuar el sufrimiento, elevando barreras que nos llevan a evadir la responsabilidad de la situación y que nos obstaculizan el proceso natural de sanación.

Mientras que el dolor se manifiesta como una reacción genuina y temporal, el sufrimiento es indefinido y prolongado en el tiempo, llegando a persistir incluso después de que la fuente principal del dolor se haya desvanecido. Además, el sufrimiento contiene una carga importante de pensamientos negativos y perjudiciales, que se mantienen en un bucle sin fin y que refuerzan el malestar. Suele caracterizarse por un discurso interno muy destructivo, con pensamientos obsesivos, críticas y juicios hacia uno mismo y hacia los demás.

Veamos un ejemplo. Imagina enfrentarte a una ruptura sentimental. El dolor se mostraría a través de unos mensajes de aceptación cómo: “la relación ha terminado y eso me causa tristeza, pero saldré adelante”. Por contra, el sufrimiento se enreda en un sinfín de pensamientos disfuncionales: “hay algo malo en mí”, “no soy suficiente”, “nunca volveré a ser feliz”.

Conviviendo día a día con estas creencias, es verdaderamente difícil comenzar a sentirse mejor. Empieza a delimitar qué tipo de pensamientos permites en tu mente y cuida tu discurso interno. A modo de conclusión, la aceptación del dolor, no garantiza la ausencia del mismo, pero proporciona un camino hacia la sanación y el crecimiento. Aceptar no es sinónimo de debilidad ni resignación, sino todo lo contrario. Es precisamente la muestra de valentía y coraje que procede de nuestra vulnerabilidad, reconociendo la existencia del dolor y abriéndonos a transitar por las emociones necesarias para hacer posible la recuperación.

En cambio, cuando nos resistimos, nos mantenemos en una lucha constante tratando de controlar y cambiar los escenarios adversos e inexorables. Cierto es, que a modo pasajero, el sufrimiento puede tener cierta funcionalidad, pero sostenerlo en el tiempo puede conducir a un agotamiento físico y emocional.

Explorar la naturaleza intrínseca del dolor nos invita a comprender que, aunque este sea inevitable, puede convertirse en el motor de cambio y desarrollo personal. Con todo lo expuesto, ¿optamos por aceptar lo que no podemos cambiar o nos aferramos a la resistencia inquebrantable? Te propongo que en lugar de evitar el dolor, puedas atravesarlo con compasión, transformando el sufrimiento en una fuente de fortaleza y aprendizaje.

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Gina Fisas Ibáñez. (2024, febrero 5). ¿Conoces la diferencia entre el dolor y el sufrimiento?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/conoces-diferencia-dolor-sufrimiento

Gina Fisas, Psicóloga General Sanitaria con amplia experiencia en terapia individual, de pareja y de familia. Desde un enfoque integrativo y sistémico, el objetivo de Gina es fomentar el autoconocimiento, la gestión de las emociones y establecer relaciones sanas y equilibradas con el entorno y con uno mismo.

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