Efecto García: qué es y qué nos dice sobre el condicionamiento clásico

Un resumen del efecto García, fenómeno psicológico investigado desde el conductismo.

Efecto García
Un resumen de las características del efecto García.Unsplash.

Seguro que te ha ocurrido alguna vez, que después de ingerir algún tipo de alimento y sentir dolor de tripas, acabas rechazando (de forma consciente o inconsciente) volver a comer ese alimento, al menos por un tiempo.

Pero, ¿por qué ocurre esto? Se puede explicar a través del efecto García, un fenómeno del condicionamiento clásico.

Este fenómeno, descubierto por el psicólogo americano John García en los años 50, consiste en un tipo de condicionamiento aversivo al sabor, que se empezó a estudiar con ratas. En este artículo conoceremos cómo se descubrió este efecto, en qué consiste y por qué se produce.

Efecto García: ¿en qué consiste?

El efecto García es un fenómeno que encontramos dentro del condicionamiento clásico, y que alude al hecho de que un Estímulo Condicionado (EC) exteroceptivo (por ejemplo una luz o un sonido) se asocia más fácilmente con un Estímulo Incondicionado (EI) exteroceptivo, y que un EC interoceptivo (por ejemplo un tipo de comida) se asocia más fácilmente con un EI interoceptivo.

Un ejemplo de este efecto sería cuando sentimos dolor de estómago, o náuseas, y acto seguido lo relacionamos con algo que hemos comido; da igual que el dolor o las náuseas se produzcan por cualquier otra razón externa, que la mayoría de las veces lo relacionaremos con comida.

Esto ocurre porque se produce un condicionamiento selectivo acorde al tipo de estímulo; es decir, asociamos la naturaleza del estímulo con la naturaleza de la respuesta, que debe ser la misma (en este caso, un origen interno). Pero, ¿cómo se llegó al descubrimiento del efecto García? Vayamos al origen.

Origen del condicionamiento aversivo

El origen del estudio del condicionamiento aversivo al sabor lo encontramos alrededor de los años 40. Para la realización de estos estudios, se utilizó veneno a fin de erradicar plagas de ratas y ratones. Recordemos que el condicionamiento aversivo implica aprender una respuesta de rechazo hacia algún tipo de estímulo.

Concretamente, este tipo de condicionamiento del que hablamos está asociado al sabor o al olor de ciertas comidas (que serían el estímulo aversivo).

Diez años más tarde, hacia los años 50, John García, un psicólogo americano, se interesó en estudiar el condicionamiento aversivo. Fue el creador del llamado “Efecto García”. Este psicólogo y investigador estudió en la Universidad de California (Berkeley) y posteriormente empezó a trabajar en San Francisco para la Marina.

Experimentos de John García

Fue en San Francisco donde, a través de sus experimentos con ratas, J. García les aplicó a las mismas radiaciones ionizantes para provocarles dolores gástricos. Acto seguido observó cómo éstas dejaban de beber agua de la botella de plástico, ya que habían asociado el dolor de barriga (respuesta condicionada interna) con el plástico de las botellas de agua (estímulo condicionado interno).

También lo estudió con comida, y el efecto era el mismo. Esto se producía aunque el causante del dolor de barriga fuera otro. Según él, y lo que define el propio efecto García, las ratas asociaban estos dos estímulos (que en realidad, no tenían nada que ver, porque el dolor de barriga era causado por otro estímulo, la ionización), porque tenían la misma naturaleza interna.

Así, el efecto García hace referencia a un tipo de reflejo condicionado de rechazo a determinados alimentos y sabores. En este caso expuesto, el estímulo de rechazo sería el agua contenida en las botellas de plástico.

Variaciones en los experimentos

John García utilizó otra técnica para demostrar el efecto García; lo que hizo fue cambiar el sabor del agua de las botellas de plástico, añadiendo sacarina en el recipiente. Se trataba así de un nuevo sabor para las ratas. J. García incorporó una luz roja en el recipiente con el agua+sacarina.

Comprobó cómo las ratas seguían rechazando el agua (en este caso, con un nuevo sabor), pero no rechazaban la luz roja que contenía el recipiente. Este último fenómeno refuerza la idea fundamental del efecto García, que alude a la naturaleza de los estímulos, considerando que debe ser la misma para que se produzca el condicionamiento (en este caso, la luz es un estímulo externo, y el dolor de tripa es interno).

Rechazo de su investigación

Al principio, las investigaciones de John García fueron rechazadas por la comunidad científica porque no seguían los principios básicos del condicionamiento clásico, considerados éstos como verdaderos. Es por esto que revistas científicas de prestigio, como por ejemplo Science, se negaron a publicar sus hallazgos.

Características del fenómeno psicológico

Es interesante explicar las aportaciones novedosas que realizó John García al campo del condicionamiento clásico, a partir del fenómeno del efecto García. Estas aluden también a las características de dicho efecto, y fueron las siguientes:

Por un lado, determinó que el condicionamiento podía conseguirse sólo a través de una exposición, y que no siempre era necesario que se produjeran muchas exposiciones para alcanzar el condicionamiento o aprendizaje. También sostuvo que el condicionamiento era selectivo; en el caso de las ratas, éstas asociaban el dolor de barriga (respuesta interna) con la comida o la bebida (estímulo interno).

En cambio, no asociaban el dolor con estímulos externos (por ejemplo una luz roja), aunque estuvieran apareados en el tiempo; esto es así porque el efecto García defiende la asociación de estímulos de la misma naturaleza.

Además, otra novedad que propone J. García fue que el intervalo de tiempo que acontecía entre los estímulos condicionados (en este caso, el sabor y el olor de la comida) y la respuesta incondicionada (dolor de tripa) que se acaba condicionando (a rechazo del alimento), era prolongado.

Dicho intervalo podía llegar incluso a las 6 horas. Es decir, que podían pasar hasta 6 horas desde que el animal comía hasta que padecía el dolor de barriga, y que de todas formas se producía el condicionamiento y el aprendizaje de que “la comida me ha causado este dolor, por lo tanto rechazo la comida”. Finalmente, el efecto García es un fenómeno resistente al desaprendizaje, es decir, que es difícil de extinguir (cuesta que desaparezca).

Ejemplos en la vida cotidiana

Otra característica en el fenómeno de J. García es que el hecho de que el animal (o la persona) conozca que la reacción o malestar (dolor de barriga) se produce por una enfermedad (por ejemplo gripe o cáncer), no evita que siga rechazando dicha comida.

Esto también se observa en pacientes con cáncer, que acaban desarrollando un rechazo hacia la comida que han consumido previamente a una sesión de quimioterapia si ésta última les ha producido náuseas o vómitos; así, aunque la persona “sabe” que la comida no le ha causado las náuseas y los vómitos, su organismo sigue rechazándola porque la asocia con estos síntomas.

Otros animales

El efecto García también se demostró en otros animales como los coyotes. J. García observó cómo éstos generaban una respuesta condicionada de rechazo a alimentos envenenados. Para conseguir este condicionamiento, como en el caso de las ratas, bastaba una sola exposición.

Se llegó incluso a conseguir que los coyotes rechazaran la carne de oveja inyectando veneno en la misma. De esta manera, estos animales acabaron asociando el malestar gástrico con el sabor de la carne y por lo tanto, finalmente rechazaron comer este tipo de carne. También se demostró el efecto García en los cuervos, que, utilizando el mismo mecanismo, se consiguió que rechazaran comerse los huevos de las aves.

Referencias bibliográficas:

  • Bayes, R. y Pinillos, J.L. (1989). Aprendizaje y condicionamiento. Alhambra: Madrid.
  • Garcia, J., and R. A. Koelling. (1966). Relation of cue to consequence in avoidance learning. Psychonomic Science, 4: 123 - 124.
  • Garcia, J., Ervin, F. R. and Koelling, R. A. (1966). Learning with prolonged delay of reinforcement. Psychonomic Science, 5 :121 - 122.

Graduada en Psicología por la Universitat de Barcelona, con Máster en Psicopatología Clínica Infantojuvenil por la Universitat Autònoma de Barcelona. Especializada en Trastornos del Neurodesarrollo. Actualmente trabaja como Psicóloga infantil en la Associació Catalana del Síndrome X Frágil. Autora del libro "Vivir de memoria" (Editorial Círculo Rojo, 2018). Aficionada del deporte y la lectura.

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