Traer una vida al mundo es para muchas personas una de las experiencias más hermosas de su vida. Ahora bien, esto es así para aquellos que han querido tener un hijo y se encuentran preparados para ello, personas que han madurado y planificado la concepción de un hijo o hija.
Otras personas se encuentran en una situación en que se quedan embarazadas por accidente, o que aunque quieren tener hijos en un futuro aún no están preparadas para ello. Es el caso de los embarazos en la adolescencia, los cuales pueden tener grandes repercusiones para la persona que se queda en estado. Es sobre dicho estado sobre el que vamos a hablar a lo largo de este artículo.
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El embarazo en la adolescencia
Consideramos que un embarazo es adolescente cuando se da entre los 10 y los 19 años de edad cronológica, sin por ello importar el nivel de desarrollo físico de la adolescente en cuestión. Esta etapa vital es por sí misma una época de grandes cambios a todos los niveles: el cuerpo crece y cambia para pasar de niño a adulto, nuestra mente y habilidades cognitivas se van desarrollando cada vez más. Ahora bien, el ámbito emocional y la madurez mental suelen tardar bastante más en desarrollarse.
El adolescente se encuentra en un proceso de búsqueda de identidad, de conocer quién es y cuál es su papel en el mundo. Poco a poco va a afrontar nuevas demandas y experiencias sociales. Entre ellas encontramos los primeros amores y relaciones de pareja, y frecuentemente también las primeras relaciones sexuales. De hecho, se conoce que una elevada proporción de los ciudadanos se inició en el sexo antes de los quince años de edad.
Sin embargo, en algunos casos estas primeras experiencias son altamente impulsivas y no llevan de la mano una experimentación que tenga en cuenta los riesgos de sus actos, algo que en lo que respecta al sexo puede llegar a generar un embarazo temprano. Ello ocurre en todo el mundo, aunque resulta más visible en países en vías de desarrollo o con bajo nivel educativo.
El embarazo es el proceso biológico a través del cual un óvulo fecundado por un espermatozoide se desarrolla y crece en el útero materno durante aproximadamente nueve meses hasta el momento del parto. Dicho proceso desencadena una serie de cambios físicos, orgánicos e incluso psíquicos y conductuales en la progenitora, orientados a favorecer dicho crecimiento y la posterior llegada al mundo de la nueva criatura.
También es un proceso arriesgado, dado que implica una fuerte inversión de recursos por parte del organismo materno, y en un cuerpo aún en formación ello puede tener graves riesgos. Asimismo aún si se lleva a término con éxito tener un hijo implica también un elevado nivel de responsabilidad y capacidad, de un nivel tal que un adolescente difícilmente podría sostenerlo sin ningún tipo de ayuda.
¿Por qué a una edad tan temprana? Factores de riesgo
La joven adolescente tiene un sistema reproductor funcional y capaz de entrar en estado de gestación, algo que genera que si se produce algún tipo de relación sexual en esta edad exista el riesgo de quedar embarazada.
Aunque algunas adolescentes se quedan embarazadas de forma consciente y planificada la mayor parte de los embarazos en la adolescencia se producen en el contexto de un incidente involuntario, sea por no haber utilizado ningún tipo de protección o bien porque esta ha sido utilizada de manera inefectiva o se ha roto/ha fallado. Así, en la mayoría de casos estamos ante un embarazo no deseado.
En este sentido, aunque encontrar una única causa del porqué se producen no resulta viable (ya que es un fenómeno multicausal), es necesario tener en cuenta que existen múltiples factores de riesgo que pueden influir a la hora de que se produzca un embarazo en la adolescencia.
El primero de ellos es la edad de inicio de las primeras relaciones sexuales. En este sentido se ha observado que adolescentes con una iniciación sexual a los doce o trece años tienen una probabilidad que puede superar el 90% de quedar encintas durante la adolescencia.
Otro factor de riesgo muy vinculado al anterior es la presencia de una educación sexual inexistente o poco integrada, en la que el sexo es un tabú del que nada se sabe o bien del que se desconocen los riesgos y posibles consecuencias. Asimismo también suele ser un factor de riesgo el desconocer la existencia o cómo utilizar los métodos profilácticos, la poca disponibilidad o elevado precio de estos o la minusvaloración de su importancia.
Otros factores de riesgo comunes son el nivel educativo y económico, en el que se ha observado que existe mayor tendencia a embarazos adolescentes en poblaciones con menos recursos y acceso a la educación.
Además, el consumo de alcohol y/o otras sustancias psicoactivas favorecen el mantener relaciones sin protección. La exclusión social, la falta de metas vitales o esperanzas de mejorar la propia situación o el padecimiento de algunos trastornos como depresión o trastorno bipolar también facilitan.
Otro elemento a tener en cuenta es que la exposición a un modelo parental en el que se han tenido hijos siendo adolescente también facilita replicar dicho modelo, así como las creencias culturales o religiosas en las que el papel de la mujer es la de dar a luz desde la juventud. También la ausencia de apoyo por parte de la familia, que esta sea disfuncional, que existe negligencia, abandono o falta de afecto son factores de riesgo. Lo mismo ocurre si la mujer está inmersa en un contexto en que abunda la violencia o la contradicción en lo que se refiere al sexo.
Por último, cabe tener en cuenta que algunas adolescentes se quedan embarazadas tras haber padecido algún tipo de abuso sexual o violación. Además, en algunos casos personas que los han padecido en la infancia pueden haber llegado a normalizar el contacto sexual a corta edad, teniendo estos casos mayor riesgo de embarazo adolescente. Asimismo los matrimonios infantiles también suelen conllevar este tipo de embarazos.
Consecuencias y complicaciones biológicas del embarazo en esta etapa
Independientemente de cómo se haya producido el embarazo, cuando se produce en la etapa de la adolescencia la joven encinta se encuentra ante una situación considerada de alto riesgo tanto para el bebé como para ella, ya que aunque biológicamente su cuerpo es capaz de concebir aún no han concluido su desarrollo físico.
Entre los diferentes riesgos existentes a nivel biológico podemos encontrar la posibilidad de padecer una anemia que puede complicar la salud de la madre y el feto, la aparición de abortos espontáneo (cuya probabilidad es bastante más elevada que en un adulto) o partos prematuros o infecciones.
Asimismo, y aunque puede variar en función de las medidas sanitarias disponibles en la localidad en la que se vive, un embarazo antes de los quince años de edad duplica el riesgo de morir durante el parto en relación a mujeres adultas (de hecho, es una de las causas de muerte de adolescentes más habituales). Es más probable que aparezca sangrado y hemorragias postparto.
También es habitual que padezcan hipertensión arterial, así como mayor probabilidad de contraer una enfermedad de transmisión sexual. Además, el crecimiento de la propia madre puede detenerse o enlentecerse de tal manera que puede aparecer baja estatura y obesidad.
Los bebés nacidos de adolescentes tienen mayor riesgo de nacer con infrapeso y prematuramente, y se ha observado que en comparación con los nacidos de personas adultas completamente formadas estos bebés tienen en mayor proporción discapacidad intelectual, malformaciones, problemas del desarrollo o defectos del tubo neural, además de mayor probabilidad de fallecer antes del primer año por muerte súbita. Asimismo es más habitual que presenten infecciones menores.
Repercusiones psíquicas y sociales
Además de ello quedarse embarazada durante la adolescencia también tiene grandes repercusiones a nivel psicológico y social. Para empezar, un embarazo adolescente suele encontrarse con una reacción de familia, amigos y entorno social en general puede llegar a ser muy aversivo para la joven. Esta puede sentirse o incluso ser realmente rechazada por su entorno más cercano y presionada para que tome una decisión.
También se encuentra en una situación en que resulta más probable que aparezcan problemas académicos y fracaso escolar, y resulta más difícil que puedan acceder a formación superior o alcanzar puestos de trabajo que requieran esta. Su empleo suele ser más precario y suelen tener peores condiciones económicas y sociales.
Asimismo, debe tomarse una decisión respecto a sí continuar con la gestación o llevarla a cabo, teniendo ambas opciones repercusiones en la psique de la adolescente y un efecto social en su entorno. En muchos casos las adolescentes no se sienten capacitadas para ser madres, y puede producirse un rechazo hacia el bebé una vez este ha nacido.
También hay un mayor riesgo de caer en el consumo de drogas y en actos antisociales así como de padecer una depresión, ansiedad, incertidumbre y problemas de autoestima y ajuste social.
Además de esto la adolescente embarazada de otro puede encontrarse con graves problemas de pareja o incluso ser abandonada, dado que se ha demostrado que los adolescentes tienden a ver dicho embarazo como una limitación a su futuro. Por lo general según varios estudios una mayoría de los adolescentes en dicha situación suele tender hacia la opción de abortar.
Prevención y profilaxis del embarazo
El embarazo en la adolescencia es, como ya hemos dicho, un riesgo considerable tanto para la madre como para el futuro bebé. Es por ello que resulta necesario establecer diferentes medidas con el fin de prevenir que ocurra, así como de proteger e impedir que las menores embarazadas pueden sufrir daños.
El primer paso para ello pasa por el establecimiento de políticas y planes educativos que integran la educación sexual en las aulas desde edades tempranas, de tal modo que se pueda trabajar sobre qué es el sexo y los riesgos que puede conllevar hacerlo sin protección (no solo embarazo sino también enfermedades venéreas) además de explicar qué medidas profilácticas existen y cómo emplearlas. Destaca la importancia del uso del preservativo.
Es importante hacer que la profilaxis resulte fácilmente accesible para toda la población independientemente de su capacidad económica. También el incremento de servicios dedicados a la planificación familiar y a la atención a la mujer embarazada pueden resultar de gran ayuda, así como las facilidades para obtener anticonceptivos orales en caso de necesidad.
A nivel familiar también resulta de gran importancia trabajar el tema de la sexualidad, de tal manera que la familia permita al adolescente expresar sus miedos y dudas así como solventar sus dudas y preguntas. Es importante que este entorno sea comunicativo y abierto.
Por último resulta relevante tratar en caso de necesidad a aquellas adolescentes embarazadas que presenten problemas derivados de su estado, como por ejemplo depresión y pérdida de la autoestima o falta de apoyo social, tanto por parte del entorno como por parte de las instituciones y de diversas profesiones de las ramas sanitaria y social.
Referencias bibliográficas:
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