Las fobias son trastornos de ansiedad que llevan a las personas a sufrir un intensísimo miedo irracional hacia objetos, situaciones o actividades que no suponen un peligro real. Pero, ¿qué causa estas alteraciones psicológicas? En este artículo veremos si existen algunas dobias que sean hereditarias o adquiridas, y si ambos tipos confluyen en la diversidad psicoemocional.
¿La causa de las fobias está en la herencia de los padres?
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La evidencia científica sugiere que las fobias pueden tener un componente hereditario significativo. Estudios de gemelos y familias han mostrado que los individuos con familiares directos que padecen fobias tienen una mayor probabilidad de desarrollar estos trastornos.
Por ejemplo, investigaciones con gemelos idénticos, que comparten el 100% de su material genético, han encontrado tasas de concordancia más altas de fobias en comparación con gemelos fraternos, que comparten aproximadamente el 50% de sus genes. Estos hallazgos sugieren que los factores genéticos juegan un papel crucial en la predisposición a desarrollar fobias.
Los estudios de asociación genética han identificado varios genes que podrían estar involucrados en la susceptibilidad a las fobias. Por ejemplo, variantes del gen SLC6A4, que regula el transportador de serotonina, han sido implicadas en la ansiedad y los trastornos de pánico, lo que sugiere una posible conexión con las fobias. Además, los sistemas de neurotransmisores, como la dopamina y la norepinefrina, también han sido implicados, ya que están involucrados en la regulación del miedo y la ansiedad.
Aparte de la genética, la epigenética, que estudia cómo los factores ambientales pueden influir en la expresión génica, también puede jugar un papel. Las experiencias traumáticas de los padres pueden dejar marcas epigenéticas que se transmiten a sus descendientes, predisponiéndolos a reacciones de miedo exacerbadas.
Causas de las fobias basadas en el aprendizaje y lo adquirido
Las fobias también pueden ser adquiridas a través de experiencias personales y procesos de aprendizaje. En este sentido, una de las teorías más reconocidas es la del condicionamiento clásico, postulada por el psicólogo Ivan Pavlov. Según esta teoría, una fobia puede desarrollarse cuando un estímulo neutro se asocia repetidamente con un estímulo aversivo, provocando una respuesta de miedo. Por ejemplo, una persona que sufre una mordedura dolorosa de un perro puede desarrollar una fobia a los perros, asociando la presencia de estos animales con el dolor y el peligro.
Otro enfoque importante es el condicionamiento operante, introducido por B.F. Skinner. Aquí, las conductas de evitación que reducen temporalmente la ansiedad o el miedo refuerzan la fobia. Si alguien con fobia a volar evita los aviones, la reducción de la ansiedad al no volar refuerza su miedo, perpetuando la fobia.
El aprendizaje observacional también juega un papel crucial en la adquisición de fobias. Los seres humanos pueden desarrollar fobias al observar las respuestas de miedo en otros. Los niños, por ejemplo, pueden desarrollar fobias al ver a sus padres o figuras de autoridad mostrar miedo extremo hacia ciertos objetos o situaciones. Este mecanismo de aprendizaje social es particularmente relevante en el desarrollo de fobias culturales y familiares.
Por otro lado, las experiencias traumáticas son otra fuente significativa de fobias adquiridas. Un accidente automovilístico puede desencadenar una fobia a conducir (amaxofobia), y un incidente traumático en el agua puede dar lugar a una fobia a nadar (aquafobia). Estos eventos traumáticos crean asociaciones poderosas entre la situación y el peligro percibido, consolidando la fobia en la memoria del individuo.
La interacción entre genética y medio ambiente
La interacción entre genética y medio ambiente juega un papel crucial en el desarrollo de fobias. Ningún factor actúa de manera aislada; más bien, es la combinación de predisposiciones genéticas y experiencias ambientales lo que determina la aparición y severidad de las fobias. Este enfoque se conoce como la teoría del "doble golpe" o "diátesis-estrés", que sugiere que una predisposición genética a las fobias puede ser activada por factores ambientales estresantes.
Estudios en gemelos han demostrado que tanto la genética como el ambiente compartido y no compartido influyen en la vulnerabilidad a desarrollar fobias. Por ejemplo, un gemelo puede desarrollar una fobia debido a una experiencia traumática, mientras que el otro gemelo, con la misma predisposición genética pero sin esa experiencia específica, puede no desarrollarla.
La epigenética también desempeña un papel fundamental en esta interacción. Factores ambientales pueden modificar la expresión de genes relacionados con el miedo y la ansiedad sin alterar la secuencia genética subyacente. Así, eventos estresantes o traumáticos pueden activar o desactivar genes específicos, influenciando la respuesta al miedo y aumentando la probabilidad de desarrollar una fobia.
Tratamientos y terapias
El tratamiento de las fobias implica una combinación de enfoques terapéuticos diseñados para abordar tanto los aspectos cognitivos como los comportamentales del miedo.
1. Terapia Cognitivo Conductual
La terapia cognitivo-conductual (TCC) es uno de los métodos más efectivos y ampliamente utilizados. En la TCC, los pacientes aprenden a identificar y cambiar los patrones de pensamiento negativos y las creencias irracionales que contribuyen a su miedo. Esta terapia también incluye técnicas de exposición gradual, donde el individuo se enfrenta de manera controlada y progresiva a la fuente de su fobia, disminuyendo su respuesta de miedo con el tiempo.
2. Desensibilización sistemática
Otra técnica utilizada es la desensibilización sistemática, que combina la exposición gradual con técnicas de relajación. En este enfoque, los pacientes aprenden a relajarse mientras se enfrentan a niveles crecientes de exposición a su fobia, lo que ayuda a reducir la ansiedad asociada.
3. Psicofármacos
Para algunos individuos, los medicamentos pueden ser útiles como complemento de la terapia. Los ansiolíticos y antidepresivos, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), pueden reducir los síntomas de ansiedad y permitir una participación más efectiva en la terapia.